Un barrio de historias fantásticas
La historieta de Risso
y Barreiro que hoy es considerada clásica. La obra tuvo repercusión en Europa y
Estados Unidos. La edición de Puro Comic compila las dos partes en un único
libro.
Por Leandro Arteaga
Rosario/12 (31/12/2015)
Parque Chas es un
clásico de la historieta argentina. Se publicó por primera vez en el número 36
de revista Fierro (primera época) en
1987, y significó de modo bisagra en el devenir profesional de su dibujante,
Eduardo Risso. Con guión de Ricardo Barreiro, Risso tuvo allí una oportunidad
diferente, por fuera del modelo estético al que obligaban las historietas en
Columba, en donde había volcado el grueso de su producción. El resultado fue
mayúsculo, con repercusión europea y una segunda parte a pedido del mercado italiano.
Leer Parque Chas
continúa siendo posible gracias al sello local Puro Comic. La editorial de
Daniel Galliano hizo una primera edición de la obra en 2004 (con reedición en
2008), y publicó también Parque Chas 2
en 2006. Se trata, con orgullo, del caballito de batalla editor, preocupado por
rescatar otras obras del dibujante como Borderline
y Yo, vampiro, ambas con guión de
Carlos Trillo. Por eso, la novedad de un Parque
Chas Integral es bienvenida así como siempre necesaria.
Si bien cordobés, Eduardo Risso tiene su vida en Rosario
desde hace tantos años como historietas realizadas y premios internacionales
obtenidos. Es, además, organizador con el CEC de la convención Crack Bang Boom. Y su nombre, por sí
solo, significa de manera relevante al ser autor, entre tanto más, de 100 balas, una obra maestra absoluta con
guión del norteamericano Brian Azzarello.
Es en virtud de este recorrido profesional cómo Parque Chas se redimensiona siempre más.
Su publicación en Fierro le propició
al dibujante, en su momento, un salto estético y profesional. A partir de la
negativa editorial de trabajar el color, Risso desarrolló un trabajo en grises,
con volumen, en un papel granulado que le permitió otras texturas. Estas
decisiones estéticas, en consonancia con el espíritu urbano/fantástico del
guión, distinguieron a Risso desde un cambio cualitativo respecto de su tarea
precedente en editorial Columba, donde destacara en historietas como Julio César, con guión de Ricardo
Ferrari, y El Angel, con Robin Wood.
"El resultado fue algo distinto y bien aceptado por los lectores",
decía el dibujante.
Parque Chas
también es inicio del vínculo profesional con el escritor Ricardo Barreiro
(1949-1999), quien se ha ganado el sitial de honor de la profesión, junto a
Héctor Oesterheld, Carlos Trillo y Robin Wood. En Parque Chas, Barreiro y Risso
perfilan al barrio porteño como un entretejido inevitable donde el protagonista
busca vivir. Calles que se cruzan a la manera de un ámbito raro, proclive a un
desocultamiento. Habrá una ventana cerrada, prohibida, como seducción para una
investigación que llevará a sondear en una cercanía extraña. Historias
recopiladas acumulan en Parque Chas un hálito de misterio: recuerdos de
infancia junto a invasiones alienígenas, un subte peronista perdido, un auto
asesino, fiestas de disfraces junto a Casanova. Los guardianes de estas
historias esperan en los bares, escondidos pero a la vista, perdidos en vasos
de vino; a la manera de una espiral. El nombre de Aitana aparece suspendido,
como revelación y desenlace; Aitana encierra también otros misterios: mujer y
amor.
Barreiro acumula elementos del imaginario porteño, de las
revistas leídas cuando pibes, de los géneros masivos, para trocar en una
simpatía siniestra, donde los vecinos esconden dientes afilados y la oscuridad
pervive como legado de la última dictadura militar. Con el uso del blanco y
negro y sus gradaciones, Risso hace de Parque Chas un ejercicio de climas, de
estados de ánimo para el personaje: atolondrado, vigoroso, aventurero,
enamorado, curioso, de una angustia preeminente. Porque el temor mayor,
justamente, es el de no poder salir.
Alejandro Dolina, Borges, Juan Salvo, también aparecen
perdidos por allí, codo a codo con la historia de este laberinto que no tiene
centro. En este sentido, vale también recordar que el esquema motor de Parque Chas es reincidencia y
profundización del abismo que el guionista ya pergeñara en Ciudad (1982), junto a los lápices de Juan Giménez. Otra obra
notable, desde el exilio.
"Juntos, los autores encontraron un tono violento,
preciso y melancólico que unió la poesía que necesitaba la descripción del
enigma a la violencia brutal con que ese enigma se debía resolver", dice
Carlos Trillo en su prólogo. Según Carlos Scolari, Parque Chas "fue una obra de autor que logró sintetizar el
sueño oesterheldiano de una 'ciencia ficción nacional' con un riquísimo trabajo
gráfico situado en la frontera entre la experimentación y los códigos
seriales" (Historietas para
sobrevivientes, Colihue, 1999: 269). La respuesta favorable por parte de
los lectores de Fierro se extendió también a ediciones europeas, entre ellas, Tótem, Comic Art, y la norteamericana Heavy
Metal (con el título "Park Charles").
El mercado italiano fue el impulsor de Parque Chas 2 (publicada en Fierro
en 1992), pero con un esquema más atado a la aventura extraordinaria -otra vez
la ventana prohibida, portal para el salto en el tiempo-, sin los matices de
horror que le caracterizaran. La dupla Barreiro-Risso reincidirá en Caín (1988): la distopía de un niño
gemelo, mesiánico, nacido de la basura, impelido a luchar contra una situación
-mirada perspicaz de Barreiro- dominada por la televisión, la retórica
política, la miseria planificada. Cualquier semejanza actual, se sabe, se debe
a la intuición artística. Tanto se lo extraña a Barreiro, tantas buenas
historietas han sido posibles gracias a él.
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