Historietas
que tiran de la cuerda
Vidas pasadas
esconden angustias presentes, en historietas y con un hilo rojo como nexo. Es
el nuevo libro de un grupo de dibujantes. Con un guionista que organiza porque
tira de la cuerda.
Por
Leandro Arteaga
“Pull the string!”,
gritaba Bela Lugosi. El
libro se llama Hilo Rojo. Y la
historia viene más o menos así: al mismo psiquiatra acuden cuatro pacientes, de
manera independiente. Desde la hipnosis, viajarán al recuerdo de sus vidas
pasadas, habitadas en épocas diferentes. Aquellos sucesos se relacionarán con cuestiones
actuales, pendientes. Mientras un hilo rojo, invisible pero cierto, atraviesa a
los relatos como un cordel.
Los que tiran de la cuerda son varios, pero la pluma
que los organiza es la de Pablo Vigliano: “Ha sido una edición hecha con mucho
pulmón, de manera independiente, en donde tratamos de entregar un trabajo
acabado, de la mejor manera posible”, le dice el guionista a este diario.
Vigliano recién aterriza en los cómics, pero su
talante narrador tiene trayectoria en ámbitos como la revista virtual Axxón (http://axxon.com.ar/), donde integra el equipo
de redacción y se dedica a incluir cuentos de género fantástico, sobrenatural y
ciencia ficción. El llamado a los cuadritos vino de la manera siguiente.
“Lo que hicimos fue armar un
grupo de trabajo”, explica ahora el dibujante Joel Saavedra. “Todos venimos de la historieta, y
ya habíamos tenido una experiencia previa con la antología Legionarios: Los perros de Roma (La Duendes), dedicada a
historietas de romanos. A partir de allí, algunos decidimos encarar un proyecto
personal, para el que nos comenzamos a juntar y convocar gente. De esa manera
lo sumamos a Pablo, a quien conocía a través de su hijo, que era alumno de mi
taller. Armamos el grupo de trabajo, pero sabíamos que no iba a ser fácil, cada
uno tenía sus gustos. Fue Pablo quien hizo posible la magia de encontrar qué
dibujar, al dar un sentido a lo que le tiramos sobre la mesa.”
El hilo rojo es una creencia que proviene de Asia
oriental, presente en las mitologías china y japonesa. Alude al vínculo
afectivo que se establece entre las personas, algo que viene con ellas desde su
nacimiento. “La idea surgió a partir de que las historias que cada uno tenía ganas
de dibujar, ocurrían en épocas históricas distintas”, explica Vigliano. “Pensaba
en cómo podía hacer para hilar todo esto. Casualmente venía leyendo cosas que
me permitieron despertar un poco algunas ideas, como En algún lugar del tiempo, de Richard Matheson, y 22/11/63, de Stephen King, que tienen que
ver con los viajes en el tiempo; pero también venía leyendo a Brian Weiss, que
habla de la regresión a vidas pasadas, algo que está muy vinculado a las
religiones hindúes y con el principio de la reencarnación. Pensé que podíamos
ficcionar a partir de esto, la idea gustó y fuimos por ese camino.”
-¿Cómo fue
adentrarse en el lenguaje del cómic?
-Me dediqué a estudiar los guiones de Robin Wood,
así como los guiones para radioteatro que leía cuando estudiaba Comunicación
Social. Tomé como referencia una de las ediciones de la historieta Asilo Arkham, de Grant Morrison, donde
se incluyen páginas y páginas del guión. Me basé en todo eso para armar el
mejor guión posible.
-Saavedra: Fue un proceso en donde
guionista y dibujantes participamos en conjunto. Fuimos sugiriendo, las ideas
mutaron, se acortaron, el trabajo fue grupal y en libertad, se sugería de los
dos lados, con el fin de hacer lo mejor posible.
Los lápices de Joel Saavedra no sólo se ocupan de
una cacería de brujas traumática, sino también de la portada, de invitación
lectora notable: de espaldas, el caminante (¿el lector?) se adentra en un
pasillo rojo, de horizonte oscuro. Los otros dibujantes que componen Hilo Rojo son Fernando Kern, en una
historia romántica que hunde raíces en la Segunda Guerra; el
gran Fernando Campos –más conocido como Kiro-, quien como no podía ser de otra
manera, se deleita entre romanos violentos y peleas a sangre y hierro; Mauro
Bueno, que despliega sus fantasías hacia el porvenir del año 6015; y los
aportes distintivos a través del color y grises de Damián Peñalba.
“Los guiones de Pablo se prestaban de la mejor
manera para hacer historieta. Es un escritor muy descriptivo y las imágenes
iban surgiendo por sí solas, después fue cuestión nuestra ver cómo armábamos el
relato, ¡para que no fuera una historia de cincuenta páginas!”, bromea Bueno. O
no tanto. El propio guionista comenta que “cuando Kiro recibió el guión, me
decía que con las primeras páginas tenía como para hacer una revista entera”.
Otro de los aspectos notables que presenta Hilo Rojo, que se revela fundamental, es
el de su presentación, el de la elaboración del libro en tanto objeto. Para
ello, se contó con la participación de Iván Reiner: “Al proyecto me convoca
Joel, con quien nos conocimos estudiando Diseño gráfico. Mi trabajo se dividió
en dos cuestiones: por un lado, crear una identidad para el proyecto; la
segunda –una vez que estuviesen las historietas realizadas–, darle al libro el
sentido de objeto, para que el proyecto fuese una unidad, para que se
convirtiera en el libro de historietas que teníamos pensado.”
-Es un aspecto
que ha sido elogiado, el libro destaca.
-Reiner: Por eso la decisión del
lomo, de la solapa, de darle el tratamiento de un libro y no de una revista.
Fue muy gratificante que en las convenciones se acercara gente que decía no
leer historietas, pero que les llamaba la atención el libro porque escapaba un
poco a la iconografía común del cómic, como la tapa con la mujer que cabalga un
monstruo alienígena.
Hilo Rojo despunta también el buen
nivel gráfico de los historietistas de la ciudad. Y se suma a la tarea que
están desempeñando las revistas Términus
y Quimera, junto a las publicaciones
del sello Fog of War (ver recuadro).
En este sentido, los dibujantes actuales, cuya mayoría todavía está en camino
al logro profesional mayor, de continuidad laboral, ya poseen páginas
publicadas, que pueden ser referidas. Todas al alcance del lector que las
quiera, a la venta en las librerías especializadas de Rosario.
“Creo que esto tiene que ver con lo que vienen
haciendo (los dibujantes) Eduardo Risso y Marcelo Frusin. Nosotros, de hecho,
somos alumnos de Marcelo. Hay una escuela que se está formando en Rosario. Lo
que ahora tenemos que conseguir es más gente que lea, pero dibujantes hay a
parvadas, y son muy buenos”, explica Saavedra.
“Hilo Rojo
salió a la venta en la Crack Bang
Boom de este año, y el recibimiento fue fantástico. Eso es algo que ayuda mucho
a la hora de querer encarar estos proyectos. El deseo lo tenemos todos los
amantes de la historieta, pero están también la realidad o los miedos de que no
es tarea fácil”, agrega Vigliano. “Más allá del proyecto, todos teníamos el
mismo objetivo: que esto nos sirva para nuestra carrera y que se note que no es
para hacer plata, sino por el amor a la historietas, para tener algo para
mostrar el día de mañana”, completa Bueno.
-¿Hay más
historietas para el futuro?
-Vigliano: Sí, la experiencia me gustó. Queremos
seguir trabajando juntos. Hasta ahora creemos que está más o menos funcionando,
lo que nos da un aliento bárbaro para seguir y hacer algo más.
Muchas páginas más
Entre las producciones que integran el panorama de
la historieta rosarina, sobresale la señera Términus
–a cargo de Bruno Chiroleu y Gastón Flores-, con un décimo número a punto de
editarse. No es una cifra cualquiera. Por otra parte, la revista Quimera (Rabdomantes, de César Libardi)
está presta a distribuir su cuarta entrega. Se trata de antologías, donde
figuran equipos artísticos diferentes. El caso de Términus ya alcanza notoriedad nacional, números agotados, y
participaciones internacionales. Entre las dos, puede conocerse a gran parte de
los lápices que circulan por la ciudad, algunos por primera vez publicados en
su ciudad: tal es el caso de Damián Couceiro, presente en Términus y en revistas de Estados Unidos.
En otro orden, el sello editor Fog of War ha publicado, hasta el momento, cuatro monográficos,
algunos de ellos con continuidad posible. La iniciativa responde a Yamil Aboukais y Ariel Grichener, guionista. La bandera de largada,
con la acción como pulmotor, la dieron El
cazador de conejos y Chiko y Amigo.
Ahora se suman Artemis: Ecos de Meridia,
con dibujos del excepcional Guillermo Villarreal; y Enadrya, toda una novedad, ya que expande el universo creado desde
el juego de cartas del mismo nombre, desarrollado también en Rosario.
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