miércoles, 25 de noviembre de 2009

Jáuregui+Rolle+BK: Cabeza de Ratón (canal 5, domingos, 16 hs.)


Dibujitos rosarinos para la tarde del domingo



Los realizadores Pablo Rodríguez Jáuregui, Diego Rolle y José María Beccaría (BK & Basta) nos cuentan algo de lo mucho que encierra la segunda temporada televisiva de Cabeza de Ratón.



No es la primera vez que en este medio escribimos acerca de Cabeza de Ratón o, sobre todo, de la Escuela para Animadores. Tampoco será la última. Menos aún si tenemos en cuenta que la aventura televisiva de Cabeza de Ratón –al aire en su segunda temporada, Canal 5, domingos 16 hs.- se expande como parte de un proyecto mayor, que no para de crecer. “El desafío de este año es que el programa pase de ser un compilado de segmentos a ser un verdadero programa de televisión, con sus códigos, con un guionista, con una estructura interna y ahora con el cien por ciento de material completamente original, producido para el programa” nos comenta el realizador Pablo Rodríguez Jáuregui, dibujante incansable, gurú del mundo animado de la ciudad.
Si bien la coordinación general del programa corresponde a Jáuregui, la dirección de los episodios la comparten Diego Rolle y “BK & Basta”, animadores notables y premiados. “El formato permite una división bien clara, lo que hicimos es repartirnos cada sección. BK se encargó de las críticas de cine de Elsa Nahoria, de “Olga Gina en tu cocina”, y de la dirección artística, mientras que yo me hice cargo de las situaciones centrales de Cabeza de Ratón y de toda su "troupe", de la estructura general -con la idea de aportar más dinamismo- y de la selección musical. Otras secciones como "Gente Importante", "La Cucaracha" y "Guía de Rosario Misteriosa" estuvieron dirigidas por Maia Ferro, Germán Malissia y Pablo (R. Jáuregui), respectivamente. Para las situaciones o sketchs centrales contamos con el aporte de Luciano Redigonda como guionista y de Pablo Cirilli y Alfredo Piermattei como directores de animación”, apunta Rolle.
BK: Sabíamos de lo que éramos capaces, sólo restó dividir las tareas. Este año contamos con menos presupuesto pero con muchas más ideas. Era cuestión de invertir en lo que considerábamos necesario. Creímos firmemente en que si juntábamos muchas cabezas algo bueno tenía que salir. La primera temporada nos enseñó a ser un poco más organizados, a centrarnos en la economía de recursos, a ser un poco más críticos con respecto al producto final. A raíz de estos trabajos estamos consolidándonos como equipo.
Lo que dice BK no puede ser menos cierto. Basta con escuchar hablar a Jáuregui acerca de todos los proyectos activos en los que se encuentran embarcados: “Para el 7 de enero deben estar terminados dos de los tres proyectos premiados por el Programa Santafesino de Estímulo a la Producción Audiovisual: The Flower, dirigido por Diego Rolle y Días, dirigido por Ramiro Eraso. Lorena Méndez, Ramiro Eraso y Nicolás Ortiz están produciendo un DVD didáctico para pre-alfabetización para el Ministerio de Educación de la Provincia. Simultáneamente, se encuentra en pre-producción una serie de trece episodios de tres minutos para el programa Paka Paka del canal Encuentro. A lo largo de todo el 2009 gran parte de los socios de la Cooperativa de Trabajo Animadores de Rosario (NdR: responsables del largometraje Guía de Rosario misteriosa) han estado trabajando en la realización de un corto de veinte minutos llamado Claustrópolis, que formará parte del largometraje Anima Buenos Aires, producido por Caloi , María Verónica Ramírez y el Incaa, y que se estrenará en salas el 2010. Anima Buenos Aires reúne cuatro cortos animados de veinte minutos cada uno sobre temática porteña, a saber "Mi Buenos Aires Herido" sobre dibujos de Caloi, "Bubu" sobre dibujos de Carlos Nine, "Meado por los perros" de los Hermanos Pablo y Florencia Faivre, y la ya mencionada "Claustrópolis" que reúne dibujos de Max Cachimba, Florencia Balestra, Silvia Lenardón, Luis Lleonart y Pablo Rodríguez Jáuregui, animados por la Cooperativa de Trabajo Animadores de Rosario”.

¿Cómo definirían a Cabeza de Ratón?

BK: como una especie de parodia a los programas de cable, donde un grupo reducido de personas hace todo. En Cabeza de Ratón, la misma gente que hace de público es la que hace de protagonista, de artista, de técnico…
Rolle: Eso habla un poco de cierta condición "under", de periferia. Cabeza de Ratón es un programa para rosarinos, con toda la pasión en lo que hacemos y con todo el cariño hacia sus habitantes y personajes. Es nuestra apuesta a mostrarnos tal cual somos, de manera sincera, honesta. Nos gustaría que se transforme en nuestra manera de mostrarnos al resto de los posibles espectadores del país.
BK: Personalmente me gustaría ver cómo funcionaría el programa fuera de Rosario. Es decir, tanto en otras provincias como en otros países. Sería interesante ver si realmente logramos lo planeado desde un principio: jugar de locales pero desde un punto de vista que pueda ser entendido tanto acá como en la China.

¿Y cómo fue la reacción de AJ de poder participar como padrino del show?

Jáuregui: AJ (Llorente) nos confesó que tiene un pasado de actor (participó en dos películas de Sandro) y de dibujante. Comprendió instantáneamente nuestra propuesta y la escala de nuestros objetivos. Pudimos grabar una memorable escena a dúo con Popono Romero, vocalista de Los Vándalos. Si AJ hubiera nacido en Los Ángeles se codearía con Roger Corman y otros notables. Desde hace un par de años transmite su programa en vivo desde su propio estudio, en barrio Alberdi -estudio que construyó y equipó con su propio esfuerzo e inversión-, y ha gestionado su propia señal de cable TVR, de la cual es exclusivo productor de contenidos. Indudablemente, para los que queremos participar en el espectro de la cultura popular rosarina, es un ejemplo a seguir.

Links para consultar:
www.escuelaanimadores.com.ar
www.cabezaraton.com.ar
www.animadoresderosario.com.ar
www.rosariomisteriosa.blogspot.com

Ver nota en Rosario/12
(22/11/2009)

The Burning Plain (Guillermo Arriaga, 2009)


Un camino ya transitado


Camino a la redención
(The Burning Plain)
EE.UU./Argentina, 2008. Dirección y guión: Guillermo Arriaga. Montaje: Craig Wood. Fotografía: Robert Elswit, John Toll. Música: Omar Rodríguez-López, Hans Zimmer. Intérpretes: Charlize Theron, Kim Basinger, Jennifer Lawrence, Joaquim de Almeida, José María Yazpik, Tessa Ia. Duración: 106 minutos.



De acuerdo con el criterio de uno no sabe nunca bien quién, The Burning Plain (El llano ardiente) pasa a llamarse, en nuestro país, Camino a la redención. Podríamos desarrollar nuestra reseña en función del condicionante que significa la palabra “redención”. Y entender cómo la protagonista buscará infructuosamente maneras que le permitan escapar de decisiones pasadas. Aún cuando la vida se bifurque, hay caminos trazados que resultan ineludibles.
Pero aquí se nos genera un inconveniente. Porque el famoso camino redentorio no aparece como posibilidad inmediata o buscada sino, como señalábamos, como consecuencia impostergable. Desde este lugar, entonces, la redención surgirá y, con ella, la tranquilidad y la posibilidad de superar una instancia de vida, de no volver a escapar.
Y señalamos el título elegido (aunque torpe y temáticamente acorde también desafortunado, ya que es el mismo título que recibiera la notable Reservation Road, estreno en DVD del año pasado, con J. Phoenix y J. Connelly) porque si pensamos en el original, nada hay en él que nos remita a una explicación inmediata sino, antes bien, a la primera de las imágenes con la que el film nos recibe: zarza gigante y ardiente, luego esqueleto oxidado donde, dicen, la pareja amante terminó carbonizada en un solo cuerpo, sólo posible de dividir con un cuchillo (esta imagen, sólo verbal, es más fuerte que cualquiera de las que se ocupe, explícitamente, el film).
A partir de esta instancia, entonces, el lugar icónico reconocible para el espectador. Los vaivenes temporales nos harán ir y venir, retroceder y adelantar, merced al parámetro infernal. A medida que avanzamos en el relato, habremos de saber dónde ocurre cada momento narrativo, qué porción de tiempo ocupan los personajes, cuáles parentescos los unen.
En otras palabras, armado el rompecabezas nos damos cuenta de que, otra vez, vimos la película repetida. Porque el realizador de Camino a la redención es Guillermo Arriaga, mismo guionista de, entre otras, Amores perros, 21 gramos y Babel, todas del también mexicano Alejandro González Iñárritu. Es decir, en el largometraje de Arriaga nos reencontramos con la misma arquitectura narrativa que ya supiera desplegar desde otros guiones. En este sentido, el film se nos vuelve bastante predecible por ser acorde a un mismo modo de contar, por supeditar su historia a una estructura reiterada y, digamos también, funcional a un mismo tipo de público.
No se restarán méritos aquí al planteo temático del film (que sabrá descubrir el espectador, no vale la pena develarlo) ni a su calidad interpretativa (Charlize Theron, para resaltar, con su belleza intacta y sin el brillo falso del neón). Sólo destacar una plasmación narrativa recurrente, que ya oficia como fórmula identificable. Eso sí, destaquemos, nada hay aquí de la pedantería sociológica, y endeble, de Babel. En este sentido, Camino a la perdición es más sincera, más creíble.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Jens Lapidus: Dinero fácil (Suma de Letras, 2009)


Estocolmo: ciudad del vicio



Dinero Fácil
(Snabba Cash)
Jens Lapidus
Suma de Letras
Montevideo, 2009
Traducción: María Sierra
Páginas: 620
ISBN: 9789870413615
Código: 42053
Precio: $ 85.00



Habrá que señalar esa construcción de personaje, tan astuta, que sobre la figura del propio autor literario Dinero fácil realiza. Porque desde la lectura de sus solapas nos enteramos de que –además de historias paralelas circundadas por el mercado negro, y sueco, de la droga- Dinero fácil es obra de un joven abogado escritor, de 33 años, dedicado a la defensa legal de gente poco querible, así como las que –suponemos- habrán de delinear las propias páginas. También la fotografía: traje, peinado correcto, mirada desafiante –casi cínica, diríamos- hacia el propio lector, muy buena corbata… Aún más: se nos asegura que el autor reinventa el género policial, que ha sido comparado con James Ellroy, y que se inscribe en la estela sueca noir inaugurada por el gran Henning Mankell y secundada por la incursión breve (y contundente) de Stieg Larsson. Todo esto, entonces, preámbulo hábil para la seducción lectora. Jens Lapidus, brillante construcción de sí mismo.
Pero, sabemos, lo que en última instancia nos queda es el libro. Dinero fácil es la primera parte de la denominada Trilogía Negra de Estocolmo. La droga como escenario de submundo, de una Estocolmo paralela, acuciada por la presencia fantasma (desde la lectura) de una vigilancia policial en forma de expedientes. Los protagonistas se corresponden con distintos estratos, de procedencias diversas, respecto de los cuales la droga significará pertinentemente: posibilidad de ascenso social en JW y sus sueños burgueses; participación social (más preocupación familiar) para Jorge, latino prófugo de la ley; motivo de domino social, de enfrentamientos, coaliciones y traiciones para líderes mafiosos; ámbito, en fin, de corrupción y prostitución de ese mundo tan gélido -así nos lo parece- que es Suecia.
A medida que descendemos y ascendemos con los personajes, se conforma de a poco el gran vínculo común que es el que da título al libro. Decíamos la droga como parámetro pero, en última instancia, el dinero. De eso se trata, de ese móvil que es corazón del mercado y de sus relaciones sociales, así como responsable mismo de su afán desmedido.
Lapidus escribe y describe de modo sucinto, con frases breves, aunque las más de las veces caprichosas, con poca consistencia. James M. Cain nos hubo de mostrar cómo, brutalmente, la muerte o el sexo se respiran desde réplicas también breves, creíbles y, sobre todo, rudas. Por eso, Cain como tough-writer.
Pero en Lapidus leemos frases que redundan, que no aportan carnalidad a los personajes, sino una astucia aparente que remite, en sí, al propio autor literario, capaz de enumerar firmas comerciales ininterrumpidamente y durante una página completa. Pareciera no haber personalidades de carácter. De hecho, la historia avanza y nos empantana en un mismo lugar. Sólo algunas pistas permiten inferir algún misterio mayor: tal es el caso de la hermana de JW, desaparecida y motivo de desvelo. Pero poco ayuda al relato, menos aún cuando, si bien anclaje para las diferentes piezas en juego, las conjuga de un modo previsible.
Se respira poco verosímil en el libro de Lapidus; uno no puede vivenciar a los protagonistas, sus dolores, sus deseos, sus locuras. Algo que sí ocurre en esa obra demencial -de similares características de género, pero norteamericana- que es El poder del perro, de Don Winslow. Libro que, ahora sí, fuera alabado por el mismísimo James Ellroy.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Tres deseos (2009, Vivián Imar, Marcelo Trotta) + Julieta Cardinali (entrevista)


Filmar lo que no se dice



Tres deseos
Argentina, 2009. Dirección y guión: Vivián Ima
r, Marcelo Trotta. Fotografía: Leandro Martínez. Montaje: Liliana Nadal. Intérpretes: Florencia Raggi, Antonio Birabent, Julieta Cardinali, Javier Van de Couter, Willy Lemos. Duración: 95 minutos.


“Lo que más me gustan son los diálogos entre los personajes”, apunta la actriz Julieta Cardinali, “las preguntas que se hacen, esas preguntas universales: si sos feliz, si hay un momento preciso donde el amor se va, cómo darse cuenta”. Y agrega: “los directores hacían mucho hincapié en respetar los silencios de la película, porque adentro de esos silencios hay un mundo: qué se está pensando, qué se quieren decir y no se atreven. Estos silencios cuentan tanto como las palabras.”
En Tres deseos, largometraje co-escrito y dirigido por Vivián Imar y Marcelo Trotta, los silencios se esconden tras frases comunes, de puntos suspensivos. Cercanías que se repelen y requieren. Allí, en ese momento de tensión –todo el film es este momento tenso- ocurre un vaivén de incertidumbre. Hay elementos que, digamos así, nos lo intentan explicar: el matrimonio, la edad, la separación, la voz de la hija (o de la madre, o de la suegra, ese teléfono…).
Miradas lejanas que intentan, otra vez, el encuentro. Un film simétrico, diríamos, con el personaje de Pablo (Antonio Birabent, premiado en el Festival de Kiev) situado entre su esposa, Victoria (Florencia Raggi), y Ana (Julieta Cardinali), la novia de hace tanto tiempo. Por un lado, la necesidad de salirse, de apartarse; por el otro, lo lejano vuelto presente. Todo ello durante las vacaciones en Colonia, Uruguay, ese intento por consolidar lo que se ha agrietado.
De modo tal que, al seguir los movimientos de Pablo, el film se nos asemeja a un péndulo, a un movimiento que oscila y que no se decide. Es más, podríamos también arriesgar, y casi sin equívoco, que Ana responde más a la fantasía de Pablo que a la realidad. Ana como materialización vana de decisiones pasadas, como lugar del “qué hubiese sucedido si”. Recuerdo inasible, que se traduce en el beso que se posterga, una vez y otra, ya irrecuperable.
“¿Cuál era esa película?”, intenta recordar Victoria, mientras cita desde el azúcar y el café el film Bleu, de Krzysztof Kieslowski. Y al hacerlo traduce una angustia mayúscula, como la del personaje de Juliette Binoche, finalmente libre de toda atadura merced al destino y el accidente mortal. Libre de nuevo, para poder volver a empezar. Victoria no lo dice de manera explícita, tampoco hace falta.
Más la reacción hiriente de Pablo, quizá como ninguna otra, y el intento consecuente de reordenar el daño. Victoria llorará como nunca ante el espejo del transformista y su show de escenario, mientras intenta capturar imágenes en su camcorder. Imágenes luego vueltas diseños de moda. Capas sobre capas que esconden y silencian.
Por último, también agregar, cómo los personajes se miran desde la lejanía, cómo observan el llanto ajeno que, en última instancia, es también propio. El silencio, recordemos otra vez, como el protagonista de estos Tres deseos.


Julieta Cardinali: entrevista

De visita en Rosario, junto con Antonio Birabent y los realizadores Vivián Imar y Marcelo Trotta, Julieta Cardinali compartió un diálogo con Linterna Mágica a propósito del estreno del film Tres deseos.

Descargar (13/11/2009)

viernes, 13 de noviembre de 2009

Tales from the Crypt: ensayo


Variaciones sobre la figura del monstruo


Los Cuentos de la Cripta (Tales from the Crypt) constituyen un faro desde el cual pensar el comic norteamericano de los años '50. Lugar de cita para lo mejor de la historia de los cuadritos, pero también (y por ello, seguramente) motivo de persecución ideológica, consecuente cierre de éste y todos los demás títulos de la Editorial EC (a excepción de la célebre Mad), y la conformación del Comics Code Authority.
Aquí una mirada sobre la figura del "monstruo" en algunos de aquellos primeros comics.
El ensayo ha sido incluido en
El sueño americano. La literatura en EEUU desde la segunda posguerra (Elena Tardonato Faliere, comp., Serapis, Rosario, 2009).
A propósito, y como siempre, ¡gracias al Centro de Estudios de Literatura Norteamericana por sus jornadas y sucesivas invitaciones!

Descargar: El miedo, la cripta, sus fantasmas. Variaciones sobre la figura del monstruo en Tales from the Crypt.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Karl Schroeder: La señora de los laberintos (La Factoría de Ideas, 2009)


Mundo de ánimos cambiantes



La señora de los laberintos
Karl Schroeder
Editorial: La Factoría de ideas
Colección: SOLARIS FICCION Nº: 127
Titulo original: Lady of Mazes
Traducción: Virginia Sanmartín López
Fecha de publicación: septiembre de 2009
Formato: 23 x 15 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
Páginas: 320
PVP: 20,95 €
ISBN: 978-84-9800-494-6





“A la mayoría de la gente de aquí no le gusta que le recuerden que están viviendo en mundos artificiales. Muchos lo han olvidado o ya no lo creen.”
La Señora de los laberintos: p. 138

“Me gusta leer SF que, al mismo tiempo, me entretenga y me desafíe. Quiero sexo y filosofía, nuevas visiones del futuro y montones de explosiones.”


Tal como nos (bien)acostumbra La Factoría de Ideas, tenemos aquí otra posibilidad de proximidad lectora a un autor, para nuestra lengua, hasta ahora desconocido. Con La Señora de los laberintos nos adentramos en el mundo de ciencia-ficción y literatura de Karl Schroeder (Manitoba, Canadá, 1962), reconocido, entre otros títulos, por la serie Virga y el manual The Complete Idiot’s Guide to Publishing Science Fiction (título que, por lo menos a mí, me provoca curiosidad inmediata). Podemos agregar también que, entre otras distinciones, Schroeder se distingue por haber recibido en 2003 el premio a la mejor novela canadiense de ciencia ficción por Permanence.
La Señora de los laberintos (cuyo título original es Lady of Mazes, publicada originalmente en 2005) nos adentra en la multiplicidad caótico-ordenada de un futuro multiprismático. Vale decir: mundos paralelos que conciben los propios ciudadanos futuros, en una mezcla de hábitats que no sólo provocarán duda en los personajes respecto, digamos así, de la realidad-real, sino también, claro está, en el propio ánimo lector.
La temática de espacios paralelos, convivientes, ha sido atravesada de formas múltiples a lo largo de la literatura y, particularmente, de la ciencia-ficción. Philip K. Dick nos surge como nombre inmediato, referido a una paranoia que se ha resemantizado conforme a los cambios epocales (y que el cine ha sobreexplotado desde la taquilla y la reflexión escasa). Pero en Schroeder la posibilidad de procrear mundos alternativos ocurre como manera natural, por decirlo de algún modo, del ser. Vale decir, en La Señora de los laberintos nos encontramos con un ser humano disperso en tantas posibilidades como se le ocurra o quiera concebir.
A partir de allí, el escritor canadiense buceará en la aventura, en el indagar y, también, en nuestra sorpresa. Leer las páginas primeras del libro implica un tour de force de comienzo poco claro. Hasta no haber avanzado unos capítulos no tendremos una noción clara de los lugares/no-lugares donde asistimos. Las réplicas humanas, de hecho, nos desorientan también respecto de la identidad de quién habla, desde dónde lo hace, por qué lo hace.
Aquí, entonces, la figura del laberinto. Mejor aún, la de los laberintos. Más nos adentramos, más nos perdemos pero, aquí la paradoja del libro, más cerca estamos de encontrarnos. El propio autor supo señalar, sobre la novela, que de acuerdo con las “realidades cambiantes de la Cornona Teven, Livia Kodaly [nuestra heroína] aprende una manera nueva y radical de ser humana—por no concebirse desde la típica trans-humanización.” (En http://www.kschroeder.com/my-books, los corchetes son míos).
La trans-humanización aparece, por ello, como el modo natural del ser al que aludíamos. Pero por ponerlo en duda, Livia será capaz de pensarse, de reflexionar, de dudar y provocar, finalmente, el quiebre. Como si fuese una mirada retrospectiva respecto de lo que éramos y ya no recordamos. Y disculpen la nostalgia –la literatura no tiene edades- pero no puedo dejar de recordar cómo Clarisse sentía el sudor descalzo de la hierba de la mañana en Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Algo de esto se respira en La Señora de los laberintos.
Ahora bien, aquí la digresión, lo que en Bradbury se plasma como cuento inmediato, pleno de fuerza poética, en Schroeder se demora en cobrar forma. Hay mucho trajinar de páginas para dar cuenta del asunto. Y los personajes se mueven, casi, con poca convicción sensible, aún cuando podríamos también argumentar que, en un mundo tan frío, difícilmente se respire algo diferente a nivel humano.
Karl Schroeder se nos presenta como un autor a atender y a querer leer (más). Decía al inicio que gracias a La Factoría nos seguimos introduciendo en esta manía lectora que desconoce límites, porque queremos más títulos del autor en nuestro idioma… En fin, que nunca es suficiente, nada nos alcanza. ¡En buena hora!

sábado, 7 de noviembre de 2009

Hugo Burel: El desfile salvaje (Alfaguara) + entrevista


Libros de arena

El desfile salvaje

Autor: Hugo Burel
Precio: $ 69
Colección: Hispánica
Sello: Alfaguara
Págs: 400

3ª Edición



En El desfile salvaje se respira un umbral. Perdón, pero me encanta decirlo/escribirlo de esta manera. El límite entre uno y el/lo otro. El recuerdo, también y sobre todo, como espejo (distorsionante) del pasado.
Una muerte, y no cualquier muerte. Justo la de aquel que tanto recordamos, que tanto queríamos, que mucho odiábamos. Un poco de todo. Y todos juntos de nuevo, gracias al velorio. Los amigos otra vez. Pero con muchos años encima. El recuerdo, decíamos, como consecuencia.
Allí, entonces, la novela de Hugo Burel. Justo en el umbral, en el abismo de la memoria y sus arenas movedizas. La aventura del adentrarse, del animarse al otro lado del espejo. Y qué mejor que el tono noir como compañía literaria: la voz introspectiva, las dudas, las piezas de puzzle que no encajan, el misterio, el suspense consecuente.
Son muchos los asuntos que quedaron sin arreglar. La muerte no termina de cuajar nada. Queda mucho por recordar, por reencontrar, por rastrillar. Por animarnos al reencuentro, en última instancia, con uno mismo.

Escritor uruguayo de amplia trayectoria, Hugo Burel es también el autor de El corredor nocturno, novela también editada por Alfaguara, y que conoce la reciente traslación al cine de manos del director Gerardo Herrero, con los protagónicos de Leonardo Sbaraglia y Miguel Ángel Solá.
Hablamos en Linterna Mágica con Hugo Burel. Dialogamos acerca del vínculo cine y literatura, sobre Borges, de la pasión por el cine, de la novela noir, de los juegos de espejos y, con mucho gusto, acerca de las malas y malvadas mujeres de la pantalla (ésas que tanto nos gustan).

Entrevista realizada en Linterna Mágica el 30/10/2009
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The Nightmare Before Christmas Radio Dossier (1993, Henry Selick)


I. Radio Comentario

Film de culto. Más le pasa el tiempo y mejor sabe. Desde aquí nuestra admiración a este film -creo no arriesgar- maestro. Tanto es así que toda una iconografía inspirada por los diseños de Tim Burton se ha vuelto fácilmente reconocible. Más una banda sonora (Danny Elfman) que nuestros reproductores hacen sonar una vez y otra, casi tantas como las veces -y las excusas- que encontramos para volver a verla y, claro, hablar de ella.

Emitido en Linterna Mágica el 06/11/2009
Intervienen: Milano, Bendersky, Arteaga.

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II. Palabras para el 3D

Un mundo de pesadillas donde soñar

Cuando El extraño mundo de Jack se estrenó en nuestros cines, no había demasiada expectativa ni consideración hacia una de las películas de culto más jóvenes de los últimos tiempos. Su permanencia en cartel fue mínima. Sólo quienes comenzaron a seguir el derrotero de Tim Burton sabían del film, de sus vicisitudes, del desdén inicial de los estudios Disney y del “venga, por favor, tenemos un viejo proyecto suyo en carpeta”.
Para ese entonces, Burton –cuyos primeros pasos en animación desarrollara en Disney para luego abandonar- había desbordado la taquilla con Batman (1989) y filmado uno de sus mejores títulos hasta la fecha: El joven manos de tijera (1990). Pero fue el éxito de Batman lo que propició el recuerdo oportunista de Disney y la posibilidad, para Burton, de devolver la gloria del stop-motion a la gran pantalla. Es decir, la animación cuadro a cuadro con muñequitos y maquetas, artesanía cuya gala desenvolvieran los maestros Willis O’Brien (King Kong) y su discípulo dilecto Ray Harryhausen (la saga de Sinbad, entre tantas otras maravillas).
Y si bien, y con justicia, El extraño mundo de Jack es considerado un film burtoniano (y ya veremos porqué), la dirección estuvo a cargo de Henry Selick (luego responsable de Jim y el durazno gigante y de la reciente Coraline), más la autoría musical insustituible que significa la partitura de Danny Elfman, habitual colaborador de Burton. Vale decir, El extraño mundo es admirable también porque Elfman participa. Su música es indisociable, así como magistral, respecto del mundo melancólico de Jack Skellington.
Jack, Rey de Halloween, recorrerá el mismo derrotero que los demás personajes del cine de Tim Burton. Como si se tratase de una necesidad existencial, vital, los antihéroes burtonianos –Edward Scissorhands, Batman, Ed Wood, el jinete decapitado- culminan por ratificarse desde el margen social, desde la soledad que intentan, en vano, abandonar. Así como también podemos agregar que el proceder burtoniano, en sus mejores films, no deja de ser dialéctico. Hay un momento en El extraño mundo… donde Jack, luego de esquivar los misiles militares que recibe como recompensa, decide tirar el disfraz navideño y, finalmente, volver a su esencia: “No entiendo la Navidad”, se queja.
Y es por eso que decide festejarla, para ver qué ocurre, por qué son todos tan felices, qué es lo que anida detrás de tantas luces de color. Más aún cuando Sandy Claws (o Santa Atroz, relectura perversa del “bueno” de Santa) no duda en dejar sin regalos a quienes se portan mal, a la par de máximas tales como: “¿No escucharon acerca de la paz, acerca de los hombres de buena voluntad?”. “¡No!” responden entre risas diabólicas los pequeños Lock, Shock y Barrel, mientras lo secuestran y meten a un foso de muerte.
Los disparos, decíamos, ahuyentarán a Jack para devolverlo a su lugar de origen. Lo mismo ocurría, recordemos, con Edward (bajo la tez cadavérica y expresionista de Johnny Depp) en El joven manos de tijera, con aquel final frankensteiniano, con turba incluida, y reclusión final en un castillo encantado, gótico, capaz de sueños. Morada de donde salir para, finalmente, volver. Es ése el lugar propio, nunca el pueblo de maquetas y maquillaje barato que intenta seducir a Edward. Así como con Batman y su cueva de pesadillas, o Willy Wonka y su fábrica de chocolates, o Jack Skellington y su tierra de noches de brujas.
Los films de Tim Burton han dado pie a un mundo de sueños pesadillescos, de brumas expresionistas, de personajes macabros y adorables. La misma iconografía de Jack y la Tierra de Halloween se ha vuelto característica, referencial. Aún sin haber visto el film, cualquiera puede reconocer los personajes. Pero, eso sí, no cualquiera podrá aullar junto con ellos (el lamento del licántropo tras la derrota de Jack es emoción pura). Porque para ello hace falta ánimo suficiente como para abandonar el pueblito de maquetas y sus libustrines siempre cuadrados (¿recuerdan cómo Edward con sus manos-tijeras los recortaba con formas de dinosaurios?).
El mundo extraño de Jack de vuelta en la pantalla grande y con la excusa extra del 3D. Con la magia de los anteojitos, Jack se nos vuelve todavía más cercano, tanto su cráneo de sonrisa macabra como su pesar sombrío y romántico (elementos que el “querido” Santa Claus/Papá Noel se ha empecinado en nunca permitirnos conocer).

El extraño mundo de Jack
(The Nightmare Before Christmas)
EE.UU., 1993. Dirección: Henry Selick. Guión: Michael McDowell, Caroline Thompson, a partir de la historia de Tim Burton. Música: Danny Elfman. Fotografía: Pete Kozachik. Montaje: Stan Webb. Voces: Danny Elfman, Chris Sarandon, Catherine O’Hara, William Hickey, Paul Reubens, Glenn Shadix. Duración: 76 minutos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Filmatrón (Pablo Parés, 2007)


Filmar la bizarra
y delirante verdad


Filmatrón
Argentina, 2007. Dirección y guión: Pablo Parés. Guión: Pablo Parés. Montaje: Pablo Parés, Esteban Rojas, Diego Briata, Gastón Inaui. Fotografía: Diego Echave. Música: Alejandro D’Aloisio. Intérpretes: Walter Cornás, Laura Azcurra, Ricardo Chiesa, Berta Muñiz, Paulo Soria, Esteban Prol, Ignacio Huang.


Farsa Producciones tiene una trayectoria que ya es vasta, marginal, comercial, y también, admirable. Porque Filmatrón no tiene desperdicio. Y si bien es un estreno “demorado” –que felizmente la sala Arteón (Rosario) nos posibilita- habrá que recordar, por eso mismo, que fue ganadora del premio del público en el Bafici 2007 y en el Festival Buenos Aires Rojo Sangre del mismo año.
¿Y qué es Filmatrón? Es una mezcla alucinada de ciencia-ficción, distopía, superhéroes, historietas, dibujos animados y, sobre todo, pasión por filmar. El futuro se nos presenta mal. Un gobierno despótico y autoritario sustituye alimentos básicos por réplicas incomestibles, adoctrina desde academias vetustas, y nos adormece con programas televisivos idiotas. El Gordo Héctor (el incombustible Berta Muñiz) es el Gran Hermano en esta aventura imposible. Su prédica de afecto se preocupa porque ingiramos basuras de todo tipo: culinarias o televisivas, da lo mismo.
Ahora bien. El rebelde de veras. Aquél capaz de dar a conocer lo que ocurre realmente porque, como reza el mismo film (todo un hallazo): “la gente tiene derecho a que le digan lo que no quiere oír”. El rebelde, decíamos, es el último director de cine independiente. Capaz de dar cuenta de la verdad a través de la última cámara hogareña. Arma letal. Móvil de la ira peor y persecutoria del régimen de facto. Herramienta de trabajo que pasa de mano en mano, de generación en generación. Hay que contar lo que la gente no quiere oír. Al fin y al cabo, repetimos, están en su derecho.
Y aquí es donde Farsa es capaz de autoparodiarse. Porque cuando vemos el resultado de estos films no podemos menos que asociar y recordar joyas Z de la productora como Plaga Zombie (1997) y sucedáneos similares. En este sentido, Filmatrón es herencia fílmica de Farsa pero, sobre todo, superación cinematográfica. Posee un nivel narrativo brillante, en función de –estimamos- recursos presupuestarios justos. Más un disfrute que se percibe desde la pantalla. Estos chicos la pasan bien; porque filman, la pasan bien. ¿Cómo no contagiarse?
Sin necesidad de prédica alguna, Filmatrón pierde a sus personajes en las ganas de hacer una película. En el laberinto, a veces desesperado, que significa. Para ello está también –y qué bien plasmado- el peregrinar por pasillos eternos, circulares, en busca del subsidio. Burocracias que terminan con tantos proyectos en la basura. La necesidad, entonces, de autofinanciar, de buscar paralelamente, de filmar como sea.
Con ese ímpetu, como consecuencia, dos cosas: poner en jaque al régimen dictatorial y, sobre todo, permitirnos ver una película jovial, bizarra, divertidísima. Piñas, patadas, sangre bien roja, condimentos escatológicos, diálogos de viñetas. Lo que el cine de Farsa ha cultivado se da cita en Filmatrón como corolario que promete su “continuará”. Toda una celebración.