sábado, 2 de enero de 2016

Balance 2015: historieta y animación rosarinas



Libros y dibujos que quieren más espacio

El escenario para la historieta y la animación se percibe, crece, tiene aristas inciertas. Talento hay mucho. Los sellos editores, las publicaciones y las películas.

Por Leandro Arteaga

Historietas y dibujos animados. Faltaría la merienda. Pero lo cierto es que historieta y animación están lejos de ser atributos sólo de la infancia. De hecho, nacieron como medios para el público adulto, problemáticos, rápidamente observados –muchas veces fagocitados– por el comportamiento comercial y el ojo avizor de la censura y la política espuria. Bien viene preguntar de dónde procede esa ligazón infantil para refutar, por fin, el prejuicio.
En este sentido, uno de los mejores ejemplos que ha dado el año, destinado a ser un parámetro de referencia, es Informe: historieta argentina del siglo XXI, el libro voluminoso con el que la Editorial Municipal de Rosario ha ocupado portadas y páginas en diversos medios nacionales. Su compilador ha sido José Sainz, a él se debe esta tarea titánica de relevo de artistas del país, de una nueva generación, con avatares tecnológicos actuales, reunidos como panorama que interroga el devenir del medio. Un libro irrenunciable, que hay que leer.
La semblanza ecléctica que propone Informe rebota de manera inevitable con el quehacer local. Por un lado, ante el empeño municipal por dar cabida a la historieta (que suma ediciones ya realizadas junto con Crack Bang Boom); por el otro, desde los rebusques financieros de los autores –las más de las veces, autoeditados– en contraste con los medios de comunicación, (casi) nunca predispuestos a darles cabida. Algo de esto trasunta el librito Historietas a la deriva: Rosario y más allá (Puro Comic, 2015), escrito por quien firma. Una deriva que continúa, a la par de dibujantes notables cuyas mejores posibilidades, de tarea y dinero, sucede en otros mercados (de otras ciudades, de otros países). Rosario, se sabe, no publica a los dibujantes que tiene. Basta con mirar sus revistas y diarios y canales televisivos. Más la paradójica rúbrica de ser la tierra “fontanarroseana”.
Invocado el gran dibujante, paso entonces al lujo supuesto por la galería de galerías que el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa habilitó. Los artistas expuestos durante el año constituyen esa marca identitaria para el dibujo y la historieta que los libros llaman “escuela argentina”: José María Cao, Hermenegildo Sábat, Oscar Grillo, Crist, Luis Scafati, Caloi, Carlos Avallone, Mordillo, Horacio Altuna, con mención especial para los locales Gusi Bejer y Héctor Beas, con sus dibujos para el Martín Fierro que le editara Ciudad Gótica. El CCRF se ha constituido como sede de privilegio para quienes aman el mundo gráfico.
En esta línea, otro bastión fundamental es la Convención Internacional de historietas Crack Bang Boom, cuya sexta edición –siempre con organización del CEC y Eduardo Risso– ha vuelto a ratificar su primacía. CBB continúa como la actividad cultural que congrega mayor asistencia de público, es escenario de presencias estelares y homenajes (este año con el brillo incomparable que significó el dibujante Juan Giménez), y ofrece lugar preferencial para el lanzamiento de álbumes y revistas. Este aspecto ha crecido exponencialmente, a la par de un circuito alimentado por otras convenciones del país.
Vistos los avatares económicos recientes, con el fantasma invocado ante la posible invasión de saldos o publicaciones extranjeras, habrá que esperar la edición 7 de CBB. Los ojos interesados en el devenir del asunto tendrán allí el barómetro, ya que CBB es el puntal de lanza de todas las demás convenciones, y porque ha sido la elección primera de muchos sellos (pequeños y grandes) para sus lanzamientos nacionales.

Libros y revistas

Ante el problema ya presente por el aumento del papel, imprenta y demás menesteres, el editor local César Libardi, del sello Rabdomantes, le señalaba al autor que si bien hay incertidumbre, la confianza en publicar es irrenunciable. Al respecto, la nota publicada por Andrés Valenzuela en Página/12,el martes pasado, donde repasa el estado de la cuestión, rubrica una intención general: hacer historieta, como sea.
Rabdomantes ha hecho conocer durante el año dos números más de su antología Quimera, cuyas historias se consiguen, así como Fierro, en los kioskos. El esfuerzo de Libardi es encomiable, al habilitar páginas a muchos artistas locales. El sello ha sumado también dos álbumes a la colección Reencuentro. El primero, dedicado a un inhallable de Julio Azamor: Orgasmatrón, cuyo origen remite al legendario fanzine porteño Catzole. El otro, una historieta visceral de Renzo Podestá: (Bang)kok: 60 maneras de escapar de una ciudad, del 2005.
El nombre de Podestá –rosarino, con vida en Córdoba, editor del sello Le Noise- estuvo muy presente en el año, al ser protagonista también de dos libros más: el monográfico Cuadernos de dibujante y 27, que recopila la serie publicada años atrás en Estados Unidos, con guión de Charles Soule. Los dos títulos fueron lanzados por Szama Ediciones (propiedad de Juan Ángel Szama, también organizador de CBB). La serie Cuadernos de dibujante se completa, al momento, con dos títulos más, dedicados a Manuel Depetris y Eduardo Risso. El rosarino Depetris, por su parte, ha sido también noticia al ver editado en el país su libro ¿Qué clase de casa es ésta? (La Pinta).
La otra antología que ya tiene mayoría de edad, que ha crecido hasta encontrar un pulso justo entre calidad y variedad, es Términus. Por empeño profesional de Bruno Chiroleu y Gastón Flores, la publicación ha alcanzado otros países, con colaboraciones internacionales, a punto de conocer su décimo número. La triada la completa el sello Fog of War, más reciente en el panorama, con la energía repartida entre Yamil Aboukais y Ariel Grichener, este último el guionista que reparte historias para los dibujantes de sus dos novedades más recientes: Enadrya y Artemis: Ecos de Meridia. La primera, un hallazgo, ya que implica la redimensión transmedia con el juego de cartas del mismo nombre, también rosarino, del sello SilverCow; la segunda, una invitación a la aventura en clave fantástica, con dibujos del gran Guillermo Villarreal.
En otro orden, el libro que es punta de ovillo y promete más es Hilo Rojo, con guión de Pablo Vigliano y dibujantes varios. Es un librito de autonomía precisa, con historias en plan antología pero reunidas desde un mismo arco. Una novedad como ésta es consecuencia de un desarrollo que ha mentalizado a los dibujantes sobre el comportamiento profesional, necesario para presentarse en sociedad. Por eso, Hilo Rojo tiene contentos a sus artistas y a los lectores.
Por su parte, el sello Puro Comic (Daniel Galliano) ha abierto una línea teórica en su catálogo de cómics, a través de la colección Aprendimiento, integrada por los libros Fontanarrosa: el cine y las historietas, de Juan Matías Lobos; Santa Fe en cuadritos: Producción historietística de 1970 a 1990, de Carolina Tarré; y el mencionado Historietas a la deriva. La colección fue ganadora del subsidio Espacio Santafesino, del Ministerio de Innovación y Cultura, al igual que la serie Cuadernos de dibujante, que Puro Comic coedita con Szama. El sello de Daniel Galliano, que ha recuperado varias obras de Eduardo Risso, ha sumado también una nueva edición de Parque Chas, en un integral que contiene las dos partes de la obra de Risso y Ricardo Barreiro, conocida originalmente en Fierro (primera época).
Otro sello novel es Milenario Ediciones (Alejandro Radeff), que ha dado a conocer en coedición con Loco Rabia un integral inédito del gran Carlos Vogt: Las tierras del oso, publicado originalmente en Italia entre 2011 y 2013. Allí, el legendario dibujante de Pepe Sánchez da rienda suelta a la ironía cómplice que sus lectores tanto conocen. También Loco Rabia ha sumado un cuarto tomo a la serie pedagógica Aquí mismo: Grageas de Historia Argentina en Historieta, en este caso dedicado a “El Grito de los Sin Tierra (La rebelión campesina de 1912 en el sur santafesino)”, con coordinación de José Hugo Goicoechea, Jesica Aran y Carlos Barocelli.
El abanico referido permite destacar que la historieta hecha en Rosario es, básicamente, de motor independiente. Hay todavía mucho más, distribuido en otros ámbitos, a través de nombres notables como Damián Couceiro, Leandro Fernández, Marcelo Frusin, Alejandro Aragón y, como siempre, Eduardo Risso.
En esta línea, consecuencia de un vínculo con el guionista uruguayo Silvio Galizzi, el dibujante Esteban Tolj –de presencia habitual en las portadas de revista El Vecino, lápiz de la tira El Pollo Palacios- ha presentado en CBB su libro Crónicas del inxilio (Ninfa Cómics, Montevideo), a partir de vivencias del escritor durante la última dictadura militar de su país.
Y en otro orden, así como ya ocurriese con el monográfico realizado por Leandro Fernández –Luces y sombras–, editorial Dícese ha sumado a la misma colección el fundamental Composición y narrativa de historieta, a cargo de Eduardo Risso.

Plymton, Gaia y los premios

Por su parte, la animación de la ciudad continúa con el nombre de Pablo Rodríguez Jáuregui como su vector. Sea por el décimo año de vida de la Escuela para Animadores, que él dirige y que depende del Centro Audiovisual Rosario (Secretaría de Cultura); como por los proyectos concretados y que coordina. Por un lado, los diez años de la EPA tuvieron por invitado relevante, para su celebración, al animador norteamericano Bill Plympton. Fue todo un acontecimiento: proyecciones y master class en Cine El Cairo, en el marco de actividades libres y gratuitas, de salas colmadas. Sin olvidar que la misma EPA contó también con la visita del canadiense Steven Woloshen, animador que ha asumido el custodio y la práctica del rayado de película del que es emblema el maestro Norman McLaren. Un lujo.
Entre los proyectos que Jáuregui ha impulsado –el programa televisivo Cabeza de Ratón, cortometrajes propios como Biromes y servilletas, sobre canción de Leo Masliah– el relieve lo merece El viaje de Gaia, largometraje realizado por la Cooperativa de Animadores de Rosario, con producción de Señal Santa Fe y la Subsecretaría de Energías Renovables. La dirección es de Jáuregui y lo que allí se cuenta tiene que ver con el respeto por el medio ambiente, con niños protagonistas en viaje por el terruño santafesino. Los premios no han faltado: el festival "Divercine" de Uruguay, y el Festival de Cine del Medio Ambiente de Barcelona, galardonaron la película. El circuito de proyecciones la ha llevado a lugares como el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y el Latino Children Film Fest de Nueva York.
Está claro que el mérito no es sólo de Jáuregui, sino de todo un grupo en el que destacan Diego Rolle, Miguel Mazza, Gonzalo Rimoldi, Melisa Lovera, Cristian Llamosas, Leticia Santa Cruz, entre muchos otros. Es imprescindible destacar que el estreno de esta película tuvo su bandera de partida en la quinta edición del Festival Internacional de Cine Infantil “Ojo al piojo”, que organiza el CAR, donde se dieron cita alrededor de setenta obras de todo el mundo. El premio al mejor cortometraje realizado por niños fue para Los conejos y el diamante mágico, del joven rosarino Ezequiel González, quien da muestras de un saber narrador que puede articular referencias contenidas en géneros como la aventura y la fantasía. En el mismo certamen, el trabajo recibió también el Premio Mirada de Piojo al cortometraje más votado, compartido con Lila, de Carlos Lascano (coproducción entre Buenos Aires y Madrid). Ojo al Piojo también ha prolongado su importancia en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, donde volvió a participar con una selección del material en competencia.
Los premios claro que importan, y entre los que la ciudad posibilita aparece de modo destacado el que ofrece el Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales, también organizado por el CAR. La categoría de Mejor animación fue para la realización brasileña Viagem na chuva, de Wesley Rodrigues de Oliveira, también merecedora del premio a la Mejor Realización Audiovisual del Festival. No es para menos. El vuelo onírico, de remembranzas con Miyazaki, con colores que laten con vida propia, hacen de este cortometraje una experiencia alucinante y melancólica.
De lo que aquí referido, amén del talento de tantos dibujantes, se desprende la ingente tarea del municipio en su apoyo a la tarea animada, un aval al que se suma al aporte valioso que significa el programa Espacio Santafesino, del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia. Seguramente, no sea suficiente. Otro tanto para el caso de la historieta. Pero lo que en última instancia resalta es la concreción de un espacio desde el cual se podrá organizar mejor el panorama, para así atisbar cuáles son las aristas del problema y tal vez comprender por qué demonios los medios de la ciudad no dan cabida, de una vez por todas, a sus artistas. Tantos hay, tan buenos son.

No hay comentarios: