"La memoria es una sola y es compleja"
Sobreviviente
de Auschwitz, Jack Fuchs es testimonio de vida y memoria en El árbol de la
muralla. El realizador, Tomás Lipgot, dialogará con el público en la función de
mañana en Cine El Cairo.
Por
Leandro Arteaga
Mañana a las 20, con entrada libre y gratuita, El
Cairo Cine Público (Santa Fe 1120) proyectará El árbol de la muralla, documental de Tomás Lipgot –quien estará
presente para dialogar con el público- sobre Jack Fuchs, pedagogo y escritor,
sobreviviente del campo de exterminio de Auschwitz. Dentro de una programación
dedicada al Día de la Memoria,
la película de Lipgot complementará la función previa y también gratuita, a las
18, de Verdades verdaderas, donde
Susú Pecoraro regala una interpretación tan bella como la que significa la
figura de Estela de Carlotto.
Lipgot no es presencia desacostumbrada en Cine El
Cairo, donde el año pasado acompañara a su film anterior: Moacir (2011). Entre aquella película y El árbol de la muralla, se trasluce una elección de personajes con
características coincidentes: vitales, profundos, sobrevivientes. Una marca de
cine que seguramente el realizador habrá de continuar. Uno de los primeros
diálogos de la película nos presenta a Fuchs en compañía de su amiga Elsa
Oesterheld, viuda de Héctor Oesterheld y madre de cuatro hijas, todos
desaparecidos durante el terrorismo de Estado. Allí se cifra mucho, en tanto
historias de vida compartidas, donde se entrevé lo demasiado que se quieren. Entre
ellos, a su vez, dos momentos históricos se enhebran.
En este sentido, Lipgot dice a Rosario/12 que “los paralelismos entre lo que pasó en Alemania y
acá durante la dictadura son obvios, hay una relación muy grande. La memoria es
una sola y es una cuestión compleja. Jack tiene un libro que la problematiza -Dilemas de la memoria. La vida después de
Auschwitz- donde da cuenta de todos los vericuetos en esta lucha, porque la
memoria es una lucha contra el olvido, para que este monstruo tan grande no lo
devore todo. El olvido es automático, sucede todo el tiempo. Por eso, esta
memoria que estamos celebrando es una construcción.”
-¿Cómo fue el
proceso que significó lograr la aceptación de Fuchs para el documental?
-Si bien él no tiene mucho problema en aparecer ante
cámara, ya que cuando empezó a hablar fue a todo programa televisivo que lo
invitara, lo que costó un poco más fue lograr que quisiera participar en un
documental sobre su propia vida, a partir del interés de alguien a quien no
conocía. Inicialmente, el interés vino dado a partir de Eva Puente, la autora
del libro de mismo título –consensuamos en el nombre-, quien conociendo mis
películas me dice que Jack era alguien que me iba a interesar. Cuando lo
conocí, cambió todo. Como se ve en la película, Jack es muy especial, tiene un
punto de vista muy distinto de todo, muy único. Pero para llegar a la película
no fue tan fácil, hubo todo un tiempo, unos meses, donde tuve que ganarme su
confianza. Cuando vio que mis intenciones eran buenas, fue generoso conmigo y me
dejó hacer lo que quisiera, lo único que me solicitó fue que pusiera en la
película a Elsa Oesterheld.
-Hay un
momento muy sensible, que muestra a Fuchs en Lodz hablando en varios idiomas a
la vez, sin darse cuenta; cuando lo nota, se excusa y dice que no sabe qué
pensar.
-Es muy fuerte, como si fuera una especie de
despersonalización, donde se le mezclan todas las lenguas. Él tiene cuatro o
cinco lenguas, entre ellas la materna (el ídish), el polaco, el inglés que
aprende en Estados Unidos, el castellano en Costa Rica, y después viene a
Argentina. Tiene muchos idiomas pero todos forzados, y esa parte es muy
conmovedora. Él fue tres veces a Polonia, lo que se ve en la película es el
viaje que hizo con la hija, donde él lleva la cámara, desde un registro en
primera persona que es muy conmovedor, es muy fuerte, hay momentos en donde también
se pone a cantar.
-El humor tiene
un lugar importante en la película, y logra que vos aparezcas también como personaje,
como cuando Jack te pregunta si tenés hambre.
-Es algo que también me pasaba con Moacir y otros documentales, el nivel de
involucramiento que tengo con los personajes provoca un vínculo fuerte y permite
que sucedan momentos distendidos, que me interesa exponer, pero no desde una
cuestión narcisista sino en cuanto vínculo con ellos. El humor, a su vez,
permite descontracturar, descomprimir, algo de lo que fuimos muy concientes con
el montajista. Y te digo que podrían haber sido muchos más los momentos
similares, porque ese rasgo Jack lo tiene todo el tiempo, tengo un montón de
situaciones con él cantando, haciendo chistes, él es así.
-Su
explicación sobre la frase “ahora puedo morir”, que recuerda decir al salir de
Auschwitz, es extraordinaria.
-Él tiene esa capacidad reflexiva. A mí me emociona
mucho su nivel de sinceridad. Todo el tiempo es muy conciente acerca de qué es
lo que le sirve contar porque, después de todo, la clave para la transmisión también
está en no contar ciertas cosas que no permitan construir, más allá de si se
las recuerde o no.
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