sábado, 28 de mayo de 2011

Camila Toker: Ramanegra (2010): entrevista


Todavía sin estreno comercial, Ramanegra, film de terror y suspense realizado por Camila Toker, tuvo exhibición en el Festival Rojo Sangre y en sala de Cine El Cairo, el pasado sábado 21/05/2011.

Aquí, en entrevista con Linterna Mágica, la realizador habla y dice acerca del fil
m, de los miedos y locuras femeninos, de Cassavetes, y de Lynch.

Entrevista realizada por
L. Arteaga el 20/05/2011


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El hombre de los guantes (2010, Patricio Agusti)


Amílcar Brusa: Retrato del gran hombre


El hombre de los guantes
Argentina, 2010
Dirección y guión: Patricio Agusti. Producción Ejecutiva: Mauricio Gómez, Betania Cappato. Fotografía: Gonzalo Gatto. Montaje: Patricio Agusti. Música: Pablo de Feo. Dirección de sonido: Leandro Ronchi. Duración: 70 minutos. Sala: Cine El Cairo


Por Leandro Arteaga

El Espacio Santafesino de Cine El Cairo es, por estos días y de nuevo, lugar de encuentro con otro film de un realizador de la provincia, lo que equivale también a señalar que la sala pública continúa sumando estrenos de proyectos finalizados y beneficiados con el Premio Estímulo a la Producción Audiovisual del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe.
El hombre de los guantes, de Patricio Agusti, recorre el rostro de Amílcar Brusa, como si cada surco de su cara evocara tantas y más historias de las que se compone su vida. Entre ellas, claro, sobre todo, la que lo vinculara a Carlos Monzón, de quien fuera entrenador y testigo de una época de esplendor máximo.
“¿Me vas a decir a mí?” responde Brusa al taxista que lamenta la manera en que Monzón terminara sus días. Así como también, y con gracia, agrega que “de treinta accidentes de tránsito, él era responsable de treinta y cinco”. Tan mal conductor era, efectivamente, su campeón boxeador.
Es inevitable reparar allí, en lo que Monzón es y significa, a la manera de un enclave o bisagra, respecto del retrato que del entrenador el film de Patricio Agusti propone. Aún cuando, y con igual mérito, El hombre de los guantes no olvida recordar que los campeones que pasaran por el ring y la astucia de este gran hombre fueron muchos más, un total de catorce.
Y lo de “gran hombre” no es manera fortuita de referir a la persona, porque si de alguna manera habría que nombrar a la película, por fuera de su título, quizá debiera ser la de “carta de amor a un gran hombre”. Porque de lo que se trata es de dejar que aflore, desde las palabras y la sensibilidad de tanto pelear entrenado, a la persona grande que Amílcar Brusa es.
Confirma tal aseveración –y también gracias al decir que atestigua que es el tiempo quien se encarga, finalmente, de poner las cosas en su lugar- la desavenencia con Tito Lectoure y el alejamiento final de Brusa del país. Algo raro había, los negociados entre medio, más el soporte editorial de Grupo Atlántida como principal gestor. Es así que nunca mejor la paradoja que supone la imagen del Brusa actual (87 años) de espaldas y camino al ring, con el coro de fondo que grita “¡Argentina, Argentina!” desde el eco filmado durante la obtención del título de campeón de su mejor pupilo.
A Brusa los negociados lo enervan, putea de manera firme cuando se presenta alguno. La cámara lo registra durante uno de estos episodios, mientras el pupilo espera su consejo. También cuando le piden si hacer pesas o no: “¿las pesas dan rapidez?”, “¡entonces que se las metan en el culo!”.
El recorrido Brusa también llega a Los Ángeles, al reconocimiento que en vida los grandes del box de todos los tiempos dedican a la figura de Amílcar Brusa en el Salón de la Fama del Boxeo Mundial. Entre rascacielos y galardones, también y mucho más Santa Fe y su gimnasio, más la casa pequeña del boxeador, los entrenamientos, las palabras de aliento y de enojo; porque más que “profesor” a Brusa le gusta el término “entrenador”, y se explica: “el entrenador también sufre”.
Está allí, como corroboración, el dolor por el peleador campeón que irá a parar a prisión, más la indignación por la ausencia, durante el hecho, de quienes tan cercanos fueran al entorno Monzón en sus momentos de esplendor. E imposible es reprimir los gestos de exclamación o de saber boxístico, durante las citas que de las peleas la película de Agusti desarrolla. Es cuando los espectadores hablan y recuerdan porque hay algo que las imágenes despiertan de nuevo y que sólo el nombre Monzón puede, sin explicar, dar a entender.
Por último, y porque es nexo seductor, el vínculo entre el cine y el box, dos grandes espectáculos que, en razón de tantas películas, parecen nacidos para coincidir tantas veces. Prohibidos, marginales, a veces artísticos o meramente comerciales. El boxeador, en última instancia, como esa estrella de un firmamento entre cuerdas, de vestimenta y gestos calculados, listo para el espectáculo, aún cuando el costo pueda significar la vida propia.

En Rosario/12 (28/05/2011)

jueves, 26 de mayo de 2011

Tanke Papi (Rubén Plataneo, 2011) + entrevista


Un pulmón electrónico hecho de biromes a color


Rubén Plataneo estrena Tanke Papi, sobre el arte y vida de Aníbal Brizuela, cuyos dibujos en birome recorren caminos entre la Colonia de Oliveros y las galerías de arte más importantes.


Por Leandro Arteaga

“Vale aclarar que Tanke PAPI es, si bien denominación de una serie de dibujos, también una sigla. Es la denominación que Aníbal Brizuela da de una de las figuras recurrentes que incluyen sus dibujos. Si bien es el dibujito de un tanque, cuando le pregunté a qué se refería -pensando que debía tener alguna alusión familiar, una obviedad de mi parte-, me dijo: “Es tanque con P.A.P.I., pibe: Proyectil Antitanque Para Infantería. ¡P.A.P.I.!””.
Y Tanke PAPI es también el título del nuevo trabajo audiovisual del realizador santafesino Rubén Plataneo (Muertes indebidas, Dante en la casa grande), que se estrena mañana en Buenos Aires, así como en la ciudad de Rosario el jueves próximo (jueves 19/05, cartelera actualizada en Arteón) en la sala Arteón (Sarmiento 778), a las 19 y 21. “Aníbal Brizuela es un artista, ahora reconocido como tal, que hace más de cincuenta años que vive en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros” apunta Plataneo a Rosario/12.

-¿Y cómo tomaste contacto con él?

-En primer lugar, la Colonia hace varios años que comenzó un proceso de transformación interna, dejó de ser el tipo de manicomio clásico, como lo eran las instituciones neuropsiquiátricas. En ese proceso de transformación -que trata de externar a pacientes, de reubicarlos socialmente, con otro tipo de atención interna-, también incluye la creación y desarrollo de un área cultural, con talleres donde los pacientes puedan desarrollar otro tipo de actividades, fundamentalmente artísticas. Hay un taller de plástica coordinado por Fabiana Imola, con pacientes que van allí a pintar, y al que Aníbal, que ya tiene setenta y siete años, jamás iba, aún cuando le acercaba sus dibujos a Fabiana. Hizo esto durante años, y no paró jamás de dibujar. Los profesionales y trabajadores de la colonia saben de él porque siempre regalaba sus dibujos a la gente que pasaba por la colonia, hechos en cajas de remedios abiertas, en planillas de laboratorio, con las biromes que les daba la gente de la administración o algún médico o psiquiatra. Hace unos años se hizo una muestra del área cultural de la colonia, yo fui y me encontré con unos paneles, con unos dibujos, increíbles. Quise saber quién era el muchacho, el pibe que había hecho esos dibujos, con un estilo brutalmente dadaísta, con un tinte un poco esotérico. Me pareció una obra maravillosa. Y me entero de que era un señor grande que se llamaba Aníbal Brizuela, y que tenía su historia aunque nadie sabía de dónde había llegado. Se decía de él que había venido del corralito de la cárcel de Coronda, una especie de agujero negro de lo más espantoso respecto de la historia de la reclusión en la provincia, ya que dentro de la cárcel de presos comunes había un círculo interior donde había personas afectadas neurológicamente o enfermos recogidos en la calle, recluidos allí durante años, sin que se supieran sus identidades. Aparentemente Aníbal tenía una historia así. Cuando intenté acercarme a él, descubrí a una persona increíble. Y cuando me mostró sus dibujos decidí empezar a filmar.

-¿El reconocimiento a su obra llega en este momento?

-En el medio de ello surgió, justamente, la primera invitación a Aníbal como artista a “arteBA”, la principal exposición de arte plástica del país, y desde allí a otras exposiciones, en galerías top de Buenos Aires, como “Belleza y Felicidad”, “DelInfinito”. También expuso aquí, en el Pasaje Pan, en el museo Macro. Cada vez que podía lo acompañaba en ese derrotero, en el salir del pabellón de la colonia, de su oscuridad de signos, de su soledad, de su trabajo de producción permanente. Aníbal es un hombre de muy buen trato, muy amable, con un humor que me resulta congénito, porque a cada cosa que ve o se le menciona, él le da una interpretación muy cómica, tiene un reflejo sobre el absurdo que es realmente brillante.

-¿Qué consideraciones te provocan sus dibujos?

-Aníbal lee constantemente material de ciencia ficción así como las Selecciones del Reader’s Digest, que son su fuente de consulta permanente, aún cuando ya no se impriman los libritos, pero continúa en Internet. En cualquiera de las muestras de Aníbal puede verse la cantidad de signos que hay sobre todos los aparatos de conspiraciones del planeta. Hay elementos en sus dibujos que tienen que ver con alertar a la humanidad sobre una serie de males que nos pueden ocurrir, desde los ataques represivos, la contaminación, la intoxicación por distintas vías, las radiaciones atómicas o de cualquier tipo de armas, el espionaje y contraespionaje constante, todas las fuerzas de represión, la simbología de esos grupos -desde el FBI a la CIA-. Todos los asesinatos de vinculación internacional están reflejados en sus dibujos. También la simbología más antigua, la egipcia, hasta lo más ultramoderno del armamento misilístico. Todo ello lo pude vincular siempre con su gran preocupación por el bienestar de las personas, porque lo que le interesa a Aníbal es cuidar a la gente, y en este sentido es un personaje de una profunda ternura. Ese era el tipo de cosas que iba descubriendo a medida que viajaba con él, mientras lo veía dibujar, caminar, ayudar, buscando libros, algo que hace continuamente. Sus dibujos no los expone enmarcados, sino todos juntos, cubriendo las paredes, como un aluvión de signos que te caen sobre la cabeza. Lo que le interesa es que la gente pueda descifrar esos signos, esas alertas. Él establece ese tipo de vínculo. Utiliza sólo biromes de color, aún cuando se le han regalado lápices y pinturas, pero él los dona para chicos pobres; es decir, en su dibujo no hay trazo atrás, rasgo que a mí me importaba mucho también. Por otro lado, ha escrito cosas muy delirantes y muy lindas, como recordarnos que “estamos todos conectados al pulmón electrónico y cuando ya no nos quieran más nos desconectan y a otra cosa”. Allí es donde también aparece el otro gran protagonista de la película que es Martín Rodríguez, el bibliotecario de la Colonia, quien tiene con Aníbal una relación muy especial y que hace mucho tiempo que intenta que Aníbal compile sus escritos para editarlos en un libro.

En Rosario/12 (15/05/2011)

sábado, 14 de mayo de 2011

Navío Noche: Ni dios ni distancia + entrevista


Atracciones en un circo desgarrado


La segunda velada de Noches de Cabaret promete tanto música como un espacio alternativo. Despechos amorosos y aires etílicos para la presentación del primer disco de Navío Noche.


Por Leandro Arteaga

“Cuando arrancamos, hace unos meses, no había una idea exacta de la dirección a tomar. Sí, claro, estaban los referentes de siempre, desde Nick Cave y todo el dark de los ochenta, hasta la línea post-Tom Waits que incorpora, en un rock algo deforme, sonoridades ajenas, músicas e instrumentos tradicionales (polkas, valses, rancheras); también bandas como The Tiger Lillies, Slim Cessna, Black Heart Procession, y los argentinos Pequeña Orquesta Reincidentes y Ángela Tullida. Con esa base partimos, y nos fuimos acercando a un sonido más cercano a ese género que se suele llamar Dark Cabaret, género cultivado por bandas como The Dressden Dolls; pero realmente no fue tan buscado, se dio un poco naturalmente” comenta Gustavo Galuppo a Rosario/12 respecto de los orígenes y rastros que desprenden los sonidos de Navío Noche en su reciente primer disco: “Ni dios ni distancia”.
Allí Galuppo se encarga de las voces y del bajo, mientras que Gabriel Cejas hace lo propio en acordeón y piano, junto con Pablo Scotti en batería electrónica. A la manera de un circo desgarrado, donde los instrumentos dialogan como gargantas ásperas, casi reñidos, pero reunidos desde una melancolía tan noir como encantadora. Un primer y gran aspecto es que el disco puede descargarse gratuitamente (en http://malditasuertediscos.blogspot.com), y el otro y todavía mejor es que Navío Noche se presenta esta noche en el ciclo “Noches de Cabaret”, en The Wall (Buenos Aires 712), a partir de las 22, y con la compañía extra y adecuada de Malyevados (presentando su segundo CD) y las improvisaciones experimentales de Autito y de Crotovisión.
“La idea es que Noche de Cabaret sea una forma particular de poner un marco a una noche que vire hacia ese otro lado que suponen la música de cabaret, el country, el folk alternativo, esa otra música que no suele escucharse, y en un espacio donde tenga cabida, donde se pueda disfrutar” comenta Gabriel Cejas. “Desde esta perspectiva es que se suman Autito, un grupo de músicos y de performance, que hacen improvisaciones, y Crotovisión, del cual también formo parte, cuya improvisación se trabaja desde el video. Malyevados aportará, a la noche, su onda tanguera oscura.”
En cuanto al sonido que desprende “Ni dios ni distancia” insistirá este cronista en la imagen del circo y la noche, con personajes que salen a un escenario de público fantasma, a realizar pantomimas imprevistas, entre malabarismos y bordes de desequilibrio.
“Luego de la experiencia de Vera Baxter, que fue un grupo fuerte, bien arreglado, con un tiempo de desarrollo, Gustavo desarrolló por su lado un inmenso trabajo en video, y llevó adelante una especie de catarsis musical que provocó que hiciera casi un disco entero él solo. Después surgió la idea de formar Navío Noche”, señala Gabriel.
“Teníamos ganas de hacer algo más crudo. Lo de Vera Baxter fue una gran experiencia y un proyecto maravilloso que duró diez años, pero esa estética era como irrepetible en ciertos sentidos sin Carolina Piva (voz y acordeón de Vera), allí había un cuidado y una delicadeza que ya no alcanzaríamos. Había que ir en otro sentido, y la vuelta a algo más rockero, más crudo, casi más punk y adolescente, fue lo que más nos motivó. El Navío Noche salió casi como un alarido, supongo que también tiene mucho de catártico” agrega Gustavo.

-La escucha del disco se asemeja a un diálogo a veces discordante entre los instrumentos. La voz juega un rol importante. ¿Cómo provocan esta búsqueda sonora?

-Galuppo: Se llegó muy espontáneamente, no fue tan pautado. Era lo que había. Éramos tres: batería, bajo, y piano/acordeón; y sin cantante. Sobre eso empezamos a construir lo que podíamos. Sumamos todo lo que parecía una limitación, como la voz y la escasez de instrumentos -para una banda de rock al menos-, y sobre eso buscamos un sonido, un estilo. Y le dimos también un lugar importante a las letras y a la interpretación, sobre la base de cierta desprolijidad, de cierto sonido áspero y cierta atmósfera algo etílica, digamos. Ahí, en seguida, surgió esa atmósfera cabaretera, con canciones muy inspiradas en las letras de, por ejemplo, José Alfredo Jiménez, aunque con cierto tono irónico: siempre el tema contradictorio del despecho amoroso, y del alcohol como refugio del desencuentro. Pero supongo que no hay que tomarlo tan en serio, hay algo medio paródico en todo eso, en la atmósfera medio áspera de los temas se vuelve casi una exageración, una caricatura.

-¿Hay varias tomas de grabación? ¿O se trabaja desde la espontaneidad?

-Galuppo: Eso fue un buen punto. Dada la urgencia del proyecto, por cómo surgió y cómo se desarrolló, decidimos empezar a grabar en forma casera inmediatamente. Lo tomamos casi como un 'work in progress' permanente, como el reflejo de un proceso. Y es que también, por las características de la producción y distribución de música, hoy se puede redefinir la idea del 'disco'. Ya no vamos a acceder a editar un CD con un sello, lo vamos a grabar y a distribuir en Internet de forma gratuita. Entonces la cosa cambia, creo que ya no es necesario pensar un disco como una obra terminada -si se va a editar de esta manera, al menos-, entonces optamos por ir haciendo los discos según vayamos cerrando conjuntos de temas. Así, una vez definidas las canciones, venimos a casa y las grabamos, una toma de cada instrumento y ya, como quede; una mezcla rápida y sin masterización. Tenemos pensados tres discos para este año. Es un poco como ir desnudando el proceso de búsqueda y consolidación del grupo. Algo mucho más espontáneo y libre que el trabajo prolongado sobre el perfeccionamiento de cada canción.
-Cejas: Estamos haciendo otros temas con remembranza de Cave, por ejemplo. Nos interesa encontrarnos con todo lo que nos gusta y sumarles el estilo nuestro.
-Galuppo: Lo que mejore o evolucione, se reflejará en el disco siguiente. Hoy el Navío son estas doce canciones con ese sonido y esa desprolijidad, no hay más que eso. Me parece algo súper honesto y casi desvergonzado, así como un poco liberador también.

En Rosario/12 (14/05/2011)


Cine club Incaa en el Arteón, martes 21 hs.


Películas para pensar el retrato y el cine


Cine Club Incaa abre sus puertas a través de películas de escasa difusión comercial. “Hay mucho material que pasa desapercibido” comentan sus responsables.

Por Leandro Arteaga


Con el título “Cine Club Incaa”, y la promesa de “Otras propuestas del cine nacional y latinoamericano en ciclos temáticos”, Gustavo Galuppo y Juan Aguzzi han iniciado un ciclo temático en la sala de cine Arteón (Sarmiento 778), los martes a las 21.
“El propósito es el de volver a la vieja idea de “cine club”, es decir, la idea de poder trabajar con materiales audiovisuales en la medida en que uno pueda dar cuenta de qué se va a ver, por qué se va a ver, para qué se va a ver, algo que se ha perdido muchísimo en esta época de cine mainstream” comenta Aguzzi, colega del diario El Ciudadano, a Rosario/12. “El proyecto, que viene del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) tiene que ver con ciclos temáticos donde Gustavo y yo seleccionamos y programamos el material, además de coordinar la proyección y, muy probablemente, la compañía de algunos realizadores.”
“El ciclo también viene a dar forma a un viejo proyecto, que tenía que ver con la revista El Eclipse, una publicación que teníamos hace unos años con Juan y otros compañeros”, agrega Galuppo. “Hace mucho que estamos trabajando con un proyecto editorial, dándole forma, y en este caso hemos agregado un sitio web (el7continente.wordpress.com) que, aún cuando estará relacionado con el ciclo, va a tener un funcionamiento independiente.”

-¿Por qué la elección del “retrato” como eje temático?

Galuppo: Porque es una idea muy rica cinematográficamente. Una cosa que plantamos es la de poner en perspectiva qué es un retrato en cine, en el sentido del pacto desigual que se establece entre el realizador y el retratado. ¿Qué hay en la película de uno y de otro? En todo caso, hay una relación asimétrica y desigual, donde seguramente habrá más de la mirada del realizador, algo que aparece en cualquiera de las películas.
Aguzzi: Un ida y vuelta donde se provoca también la posibilidad de un autorretrato, ya que el realizador necesariamente va a involucrarse en la figura de quien retrata, algo que en los films elegidos se puede ver perfectamente.
Galuppo: En el blog en el que estamos trabajando, se va a poder consultar una especie de dossier sobre ese tema, con análisis, textos teóricos y entrevistas. Ya tenemos pensados, al menos, dos ciclos más, pero estamos pendientes de conseguir algunos títulos que nos faltan para confirmarlos.

-Asumir la coordinación de los ciclos me parece algo siempre fundamental.

Galuppo: Lo que nosotros pensamos es que, si bien hoy hay mucho material circulando, lo que falta es un poco de información, o de un contexto determinado para ver algunas películas, ya que no se puede ver todo de igual manera. Es por eso que, con Juan, buscamos contextualizar los títulos elegidos, darles un marco temático, formal, estético, algo que creemos necesario en una época como la actual, donde hay demasiada sobreabundancia de información pero poco pensamiento en general.
Aguzzi: A través de la contextualización lo que se busca es generar un nuevo tipo de espectador para este tipo de cine. Seguramente la poca difusión de estas películas tenga que ver con el hecho de la gente se pierda la posibilidad de verlas, pero también es importante considerar que, muchas veces, el espectador no tiene necesariamente los elementos para poder introducirse mejor y establecer un diálogo con cierto cine. En este sentido, creemos que hay una cantidad de material muy interesante que, aún cuando haya tenido alguna proyección en la ciudad, pasa prácticamente desapercibido.

-De las películas que han elegido, sólo puede ver Claudia, sobre el caso Sobrero, de la cual recuerdo el impacto que me generó verla a Claudia leer y mirar las viejas noticias de los diarios sobre el asesinato de Lino Palacio.

Aguzzi: Son muy interesantes las reflexiones que Claudia hace, así como cuando dice que a ella Lino Palacio la trataba muy bien, lo que provoca una sensación muy particular. Aunque allí, si bien se trata del retrato de una mujer, la figura de Claudia sirve como la excusa de un retrato más general y sobre el sistema penal, sobre la utilidad del sistema carcelario.

Aún cuando pudiese parecer tangencial, no estará demás subrayar que Gustavo Galuppo ha presentado un nuevo trabajo en el reciente Bafici -¿Qué sois ahora?, un documental sobre Pequeña Orquesta Reincidentes-, además de estrenar sus dos últimos trabajos audiovisuales -Besos y hasta siempre y La remota posibilidad del amor- el 24 de mayo en el Espacio Fundacion Telefónica de Buenos Aires.

Los títulos apuntados para el ciclo de mayo incluyen: martes 10: Hiroshima (Uruguay, 2009), donde el realizador Pablo Stoll toma la figura de su hermano, en una película que por momentos parece una comedia, aunque en verdad sea mucho más; martes 17: Las sábanas de Norberto (Hernán Khourian/Argentina, 2003) y Cerca de Bony (Andrés Denegri/Argentina, 2006); martes 24: Invernadero (Argentina, 2010); martes 31: Claudia (Marcel Gonnet/Argentina, 2010).

En Rosario/12 (09/05/2011)

domingo, 1 de mayo de 2011

Scream 4 (2011, Wes Craven)


Retrospectiva del terror

Scream 4
EE.UU., 2011
Dirección: Wes Craven. Guión: Kevin Williamson. Fotografía: Peter Deming. Música: Marco Beltrami. Montaje: Peter McNulty. Intérpretes: Neve Campbell, Courteney Cox, David Arquette, Hayden Panettiere, Alison Brie, Brittany Robertson. Duración: 111 minutos.


Por Leandro Arteaga


Cuando nadie esperaba otra entrega más de la serie de films que mejor supo resucitar y actualizar los lugares comunes al género de terror, aquí va, de nuevo y con la actitud habitual, Scream 4. Situada a la par de la trilogía predecesora, diez años después y nuevamente bajo la dirección de Wes Craven (Pesadilla, La serpiente y el arco iris), la última entrega de Scream pone en su justo lugar a tantas remakes que dan y dan vueltas por las pantallas grandes.
En este sentido, no es vana la pregunta que, otra vez, aterroriza desde el otro lado del teléfono: ¿cuál es tu película de terror favorita? Y las respuestas, parece ser, se circunscriben a títulos recientes y malos, todos nuevas versiones de un cine ya hecho y muchísimo mejor (con la mencionada Pesadilla como una de las víctimas recientes). Entonces, y de acuerdo con Sidney Prescott (Neve Campbell), la anti-heroína de Scream: “¡no te metas con la original!”.
Sirva ello tanto de referencia al estado actual de un cine penoso y norteamericano, como del slogan con el que el Scream 4 se propone: “nuevo terror, nuevas reglas”. Porque ahora es el tiempo de las camaritas digitales, de los videos on-line y de las torturas en vivo y en directo, así como lo corroboran las denominadas “snuff-movies”. En el medio de ello, y como eco de un tiempo no muy lejano, Sidney vuelve a la localidad de Woodsboro con el fin de presentar su libro y triunfo personal, cuyo título asegura “Fuera de la oscuridad”.
Pero la sombra, con cara de grito asustado blanco, reaparecerá y, entonces, habrá de verse si la propuesta Scream es capaz de mantener el mismo terror de siempre, con los gustos de un público que prefiere ahora divertirse con otras formas, otras torturas, que se asumen como tales desde la consonancia con los gustos bélicos de la época.
Lo mejor del caso es que Scream se asumirá desde lo habitual; en otras palabras, la película dentro de la película. Es decir, la enumeración de los códigos y de las convenciones desde los cuales se ha realizado tanto cine para, una vez develados, reiterarlos. De modo tal que Scream 4 es lo mismo de siempre y, porque es lo mismo de siempre, es muy buena.
De todas formas, y aún cuando vivifique su género cinematográfico y ponga en su justo lugar a tantos “juegos del miedo”, la cuarta parte no deja de tener un desenlace amargo, donde el rol periodístico, afecto al sensacionalismo, se revela como parte de otro juego, más macabro, que escapa a la película al enhebrar historias que la exceden.
Es en ese punto donde quedan, en verdad, varios puntos, que son suspensivos y coincidentes con un continuará que ya no sería quinta entrega, sino reverberación de un capítulo mayor. Scream ha jugado su papel como una serie de films cuya revisión ya genera melancolía, algo que también es guiño conciente desde la cita del nombre nuevo de Robert Rodríguez, heredero bendecido por el mismísimo Wes Craven.

Scream x Tres: Wes Craven (1996, 1997, 2000)


SUSTOS POR TRES

Un repaso a la trilogía Scream


Por Leandro Arteaga

Scream (1996), Scream 2 (1997). Dir: Wes Craven. Guión: Kevin Williamson.
Scream 3 (2000). Dir: Wes Craven. Guión: Ehren Kruger.


El verdadero asesino

La primera incursión cinematográfica de Wes Craven data de 1972: una imitación de “Mission: Impossible” en 16 mm., realizado junto a un grupo de estudiantes. Ese mismo año estrena Last House on the Left su primer largometraje, y se sitúa como miembro de una generación prolífica y renovadora, junto a nombres como los de Tobe Hooper, George Romero, John Carpenter. Reafirma su membresía con un ya clásico del género: Pesadilla en lo profundo de la noche (A Nightmare on Elm Street, 1984), film que instaura a Freddy Krueger como personaje emblemático, víctima de distintas secuelas, y que el director sólo retoma en La pesadilla final (Wes Craven’s New Nightmare, 1994). Con mayor y menor suerte, Craven se ha movido dentro del género que más ha redituado a los estudios (The Hills Have Eyes, 1978; Swamp Thing, 1982; The Serpent and the Rainbow, 1988; Shocker, 1989; Vampire in Brooklyn, 1995; entre otras), pero que no han terminado de satisfacer a quien realiza. Prueba de ello es su exigencia contractual a Miramax –vía éxito Scream- de realizar su atípica Música del corazón (Music of the Heart, 1999), nominada al Oscar por el protagónico de Meryl Streep.

Buscando un director

Luego de finalizar el guión de título “Scary Movie”, el escritor Kevin Williamson y asociados se dedicaron a la búsqueda del director. Uno de los primeros consultados fue Wes Craven pero, ocupado como estaba con la remake del clásico The Haunting, la elección derivó entre realizadores como Robert Rodríguez (1), Danny Boyle y Anthony Waller. Al deshacerse el proyecto citado (2), Craven estuvo disponible para esta nueva película que, a mitad de su producción, pasaría a llamarse, definitivamente, “Scream”.
Scream significó no sólo un suceso de taquilla para la Dimension Films de Miramax sino que, y a partir de ello, importó como resurgir espontáneo para el género de terror. Si bien esto es ambiguo de señalar, ya que el terror siempre tuvo cultores y degustadores, sí es cierto que, comercialmente hablando, los grandes estudios ya no se interesaban en demasía por películas afines. El mismo Craven lo ha señalado: “Como las películas de terror no son costosas, la gente que no ama al género se tienta de descartarlas como basura. Afortunadamente, películas como Scream, The Sixth Sense y The Blair Witch Project, siempre aparecen para revivirlo” (3).

Sidney y sus amigos

La trilogía Scream desenvuelve sus tramas argumentales en tres escenarios reconocibles: el pueblito de Woodsworo, un colegio secundario, y un estudio cinematográfico de Hollywood. En las tres historias el mismo grupo de personajes, variable en función de los decesos, girará en torno de la verdadera heroína: Sidney Prescott (Neve Campbell).
Sidney, análoga Jamie Lee Curtis contemporánea, es virgen, su madre fue asesinada, y todos esos temores se suman a una extraña voz impersonal que, telefónicamente, la acosa, la asusta, y se personifica en un fantasmal asesino de máscara blanca y ropa oscura. El asesino elimina uno por uno a los distintos amigos de Sidney, cierra el cerco sobre ella y desvirtúa, por falta de pruebas, la inocencia o culpabilidad de cualquier implicado.
Entre los personajes encontramos dos que, con el continuar de las secuelas, obtendrán una importancia progresiva: el atípico oficial Dewey Riley (David Arquette) y la periodista sensacionalista Gale Weathers (Courteney Cox). Entre ambos se origina una relación afectiva improbable y delirante que será uno de los guiños permanentes para la continuación de la saga. Dewey, por su parte, será el que más daño físico obtenga en el correr de las historias (en su ingenuidad parece radicar su valentía), en tanto, Gale se valdrá de su falta de escrúpulos para la obtención de ese Pulitzer inalcanzable y elitista.
Cotton Weary (Liev Schreiber), supuesto asesino de la madre de Sidney, deambula también por las calles de Woodsworo tras haber cumplido su condena, Billy (Skeet Ulrich), novio de Sidney, se impacienta sexualmente con su pareja, y, entre muchos de los otros personajes, se destaca Randy (Jamie Kennedy), el cinéfilo fanático que, desde su pasión de video, analiza los hechos que acontecen como si se tratara de una verdadera película de terror (!).
Estos ingredientes, que se mezclan en una paranoia sistemática, son retomados en las continuaciones bajo el espectro omnipresente del asesino. Éste viste un atuendo negro con capucha –a la manera de un monje negro- sumado a la ya clásica “Ghostface”: máscara que es una suerte de calavera deforme en perpetuo grito de susto. Su arma es un cuchillo gigante y, por qué no, fálico; como aquél del que Michael Myers se valía para asustar y matar en Noche de Brujas (Halloween, 1978, John Carpenter).
Al prescindir, con estas características, del aspecto sobrenatural de personajes como Jason (de la serie “Martes 13”) o el citado Myers, cualquiera puede convertirse en el asesino de Scream. Pero, lo que más interesa, antes que sus identidades, es el móvil que induce a matar. Los asesinos de la primera Scream se declaran fanáticos del cine de terror (y se ríen en la cara de la siempre patente censura norteamericana respecto del tratamiento de la violencia (4)); en la segunda, los responsables se conocen por Internet (y echan por tierra la supuesta nocividad de los films al poner en entredicho a la Red); y en la tercera, y felizmente, Hollywood es atacada como blanco de sospechas.
Sidney es quien madura y progresa, quien se cae y se levanta, aún cuando, sobre el comienzo de Scream 3, la encontremos recluida y aislada. Es en la primera historia donde Sidney tiene su relación sexual (que se revelará tortuosa); en la segunda desdeña el cariño de su novio, Derek (Jerry O’Connell), y lo conduce hacia la misma muerte; y en la tercera su existencia reside en la soledad, presa de un misterio en el cual el fantasma de su difunta madre recorre sus sueños como pieza clave para la resolución de la historia. Es, de hecho, en el continuo repaso del pasado –así Scream se cita permanentemente- donde Sidney podrá encontrar su reposo ansiado.

Scream: lugar de encuentro

Scream logró formar un universo propio, definido, y digno de inscribirse en los mejores que el cine de terror ha obtenido; ello lo logra al situarse como punto de anclaje de toda una historia cinematográfica anterior. El universo de Scream, mezcla de horror y diversión, es el de toda una generación que ha crecido en el gusto por la TV (5) y el video –herramienta indispensable para la visión y revisión de un cine pasado-, y que puede releer, de esta manera, los innumerables tics y clichés a los que las películas aluden.
En este sentido, podemos identificar lo metarreferencial como rasgo propio de la trilogía. Craven ha caracterizado Scream 2 como una “reflexión de la reiteración” (6) que involucra, aunque demás esté decirlo, a la misma película.
Scream 2 tal vez sea la más perfecta de las tres. La secuencia inicial -una de las marcas registradas de los films- nos muestra a una pareja de color (Jada Pinkett y Omar Epps) concurrir a la première de “Stab”, la película que adapta los hechos que el bestseller de Gale Weathers –“The Woodsworo Murders”- relata. La primera secuencia de Stab es una suerte de mirada distorsionada sobre la primera Scream, donde Heather Graham ocupa el lugar de Drew Barrymore en una escena con ducha alla Psycho incluida. Entretanto, un muñeco del asesino sobrevuela la sala y homenajea a William Castle y su House on the Haunted Hill (1958). La pareja será asesinada y, “sin querer”, dará razón a la crítica que sostiene que los negros siempre son los primeros en morir en un film de terror; en tanto, estas muertes se provocan en un clima de festividad (la del cine) que entremezcla realidad y ficción. Pero, ¿se confunden éstos? Ante el grito desgarrador de la víctima sangrante, la sala entera y la misma película se ponen de acuerdo para guardar silencio...

Desencantando Hollywood

Si Scream 2 se reitera y reflexiona, Scream 3 lo hará con respecto a la saga en general y elige, como blanco para sus dardos, a la misma industria cinematográfica. Aquí los asesinatos se confunden dentro del mismo estudio de filmación, durante el rodaje de “Stab 3”. El asesino, producto de un perverso y falso Hollywood, se revela tal vez como inocente ante el descubrimiento de su identidad. Para dar cuenta del cinismo de Hollywood están los cameos sorpresivos que el film depara: Roger Corman (referente infatigable del “bajo presupuesto”), el a veces controvertido Kevin Smith, y Carrie Fisher (la actriz que superó sus graves problemas de adicción). En este sentido, Scream 3 está cerca de ser una crítica desenfadada pero coherente: Hollywood es engañoso y, de hecho, es de allí desde donde la semilla de maldad germina.
Pero el aspecto primero y más importante, que se desprende ante la identidad verdadera del psicópata, no hace otra cosa más que hablar de la constante metarreferencialidad con la que Scream juega: el asesino no es otro más que, cifradamente hablando, el propio Wes Craven.
No vamos a finalizar sin destacar al primer y más significativo elemento del que Scream se vale: el teléfono; instrumento que el asesino (lo que es decir: Craven) utiliza para manipular personajes y espectadores, vital para la narración y su fuera de campo. Porque, ante todo, el cine de terror es fuera de campo y, sobre todo, Craven de esto, como buen narrador que es, sabe demasiado.

Algunos datos a destacar:
-Scream 3 es la película número 23 de Wes Craven (02/08/1939).
-Antes de Scream, Neve Campbell había protagonizado films como The Canterville Ghost, The Dark, y The Craft (junto al propio Skeet Ulrich).
-Kevin Williamson, uno de los principales responsables del éxito de Scream, sólo tuvo tiempo de escribir un pequeño esbozo de la tercera parte, debido a su tarea inmediata como escritor y director de Teaching Mrs. Tingle.
-Su lugar lo ocupó Ehren Kruger, a quien se debe el guión de Arlington Road y de Deception, de John Frankenheimer.
-Dimension Films "continuó" Scream desde la parodia que supone la saga Scary Movie, cuyo primer film (Keenen Wayans, 2000) combinó elementos de The Blair Witch Project, The Sixth Sense, y de Matrix.

Algunas reflexiones:
“[Scream] es un poco más inteligente que muchas películas de terror, y no sé si todavía concuerdo con aquellos que dicen que Scream es una película de terror” –David Arquette (Fangoria #162, 05/97, USA)
“Adoro que Sidney tenga tal enorme transición en el film, yendo desde una obviamente atormentada, traumatizada e insegura joven, hasta resurgir de una manera poderosa” –Neve Campbell (Fangoria #162, 05/97, USA)
“Fue realmente raro ver la película [Scream 2], porque estaba sentada con el público y era como una película dentro de una película dentro de una película. Fue bellamente extraño” –Jada Pinkett (Fangoria #170, 03/98, USA)
“La primera persona de tu audiencia a la que debes asustar es a ti mismo. Debes convencer a la gente de que estás loco, de que sabes cuáles son sus temores ocultos y de que los arrastrarás hacia fuera para destruirlos” –Wes Craven (Fangoria #171, 04/98, USA)
“Como escritor, uno escribe cosas que no son siempre visuales. Tuve este problema con Scream. Yo escribí: ‘el asesino usa una máscara blanca’, y fue mi modo de describirlo. Luego Wes [Craven] me dijo: ‘Bueno, ¿con qué más se viste? ¿Usa jeans azules?’” –Kevin Williamson (Fangoria #168, 11/98, USA)
“Es interesante en lo mucho que [Scream] se parece a lo que yo me imagino sería escribir un episodio de Scooby Doo” –Ehren Krueger, guionista de Scream 3 (Fangoria #190, 03/00, USA)


Notas
(1) Rodríguez realizará otro guión de Williamson que, originalmente, iba a dirigir el propio escritor: Aulas peligrosas (The Faculty, 1999).
(2) La maldición (The Haunting, 1999) contará, finalmente, con la dirección de Jan DeBont.
(3) Revista Fangoria #189, 01/00, USA.
(4) La misma censura que ha hecho que Scream 3 deba menguar sus escenas violentas y apelar más a la comedia.
(5) Neve Campbell provenía de la serie televisiva Party of Five, así como Courteney Cox era reconocida por su papel en Friends.
(6) Revista Premiere #257, 08/98, Francia.