Un pulmón electrónico hecho de biromes a color
Rubén Plataneo estrena Tanke Papi, sobre el arte y vida de Aníbal Brizuela, cuyos dibujos en birome recorren caminos entre la Colonia de Oliveros y las galerías de arte más importantes.
Por Leandro Arteaga
“Vale aclarar que Tanke PAPI es, si bien denominación de una serie de dibujos, también una sigla. Es la denominación que Aníbal Brizuela da de una de las figuras recurrentes que incluyen sus dibujos. Si bien es el dibujito de un tanque, cuando le pregunté a qué se refería -pensando que debía tener alguna alusión familiar, una obviedad de mi parte-, me dijo: “Es tanque con P.A.P.I., pibe: Proyectil Antitanque Para Infantería. ¡P.A.P.I.!””.
Y Tanke PAPI es también el título del nuevo trabajo audiovisual del realizador santafesino Rubén Plataneo (Muertes indebidas, Dante en la casa grande), que se estrena mañana en Buenos Aires, así como en la ciudad de Rosario el jueves próximo (jueves 19/05, cartelera actualizada en Arteón) en la sala Arteón (Sarmiento 778), a las 19 y 21. “Aníbal Brizuela es un artista, ahora reconocido como tal, que hace más de cincuenta años que vive en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros” apunta Plataneo a Rosario/12.
-¿Y cómo tomaste contacto con él?
-En primer lugar, la Colonia hace varios años que comenzó un proceso de transformación interna, dejó de ser el tipo de manicomio clásico, como lo eran las instituciones neuropsiquiátricas. En ese proceso de transformación -que trata de externar a pacientes, de reubicarlos socialmente, con otro tipo de atención interna-, también incluye la creación y desarrollo de un área cultural, con talleres donde los pacientes puedan desarrollar otro tipo de actividades, fundamentalmente artísticas. Hay un taller de plástica coordinado por Fabiana Imola, con pacientes que van allí a pintar, y al que Aníbal, que ya tiene setenta y siete años, jamás iba, aún cuando le acercaba sus dibujos a Fabiana. Hizo esto durante años, y no paró jamás de dibujar. Los profesionales y trabajadores de la colonia saben de él porque siempre regalaba sus dibujos a la gente que pasaba por la colonia, hechos en cajas de remedios abiertas, en planillas de laboratorio, con las biromes que les daba la gente de la administración o algún médico o psiquiatra. Hace unos años se hizo una muestra del área cultural de la colonia, yo fui y me encontré con unos paneles, con unos dibujos, increíbles. Quise saber quién era el muchacho, el pibe que había hecho esos dibujos, con un estilo brutalmente dadaísta, con un tinte un poco esotérico. Me pareció una obra maravillosa. Y me entero de que era un señor grande que se llamaba Aníbal Brizuela, y que tenía su historia aunque nadie sabía de dónde había llegado. Se decía de él que había venido del corralito de la cárcel de Coronda, una especie de agujero negro de lo más espantoso respecto de la historia de la reclusión en la provincia, ya que dentro de la cárcel de presos comunes había un círculo interior donde había personas afectadas neurológicamente o enfermos recogidos en la calle, recluidos allí durante años, sin que se supieran sus identidades. Aparentemente Aníbal tenía una historia así. Cuando intenté acercarme a él, descubrí a una persona increíble. Y cuando me mostró sus dibujos decidí empezar a filmar.
-¿El reconocimiento a su obra llega en este momento?
-En el medio de ello surgió, justamente, la primera invitación a Aníbal como artista a “arteBA”, la principal exposición de arte plástica del país, y desde allí a otras exposiciones, en galerías top de Buenos Aires, como “Belleza y Felicidad”, “DelInfinito”. También expuso aquí, en el Pasaje Pan, en el museo Macro. Cada vez que podía lo acompañaba en ese derrotero, en el salir del pabellón de la colonia, de su oscuridad de signos, de su soledad, de su trabajo de producción permanente. Aníbal es un hombre de muy buen trato, muy amable, con un humor que me resulta congénito, porque a cada cosa que ve o se le menciona, él le da una interpretación muy cómica, tiene un reflejo sobre el absurdo que es realmente brillante.
-¿Qué consideraciones te provocan sus dibujos?
-Aníbal lee constantemente material de ciencia ficción así como las Selecciones del Reader’s Digest, que son su fuente de consulta permanente, aún cuando ya no se impriman los libritos, pero continúa en Internet. En cualquiera de las muestras de Aníbal puede verse la cantidad de signos que hay sobre todos los aparatos de conspiraciones del planeta. Hay elementos en sus dibujos que tienen que ver con alertar a la humanidad sobre una serie de males que nos pueden ocurrir, desde los ataques represivos, la contaminación, la intoxicación por distintas vías, las radiaciones atómicas o de cualquier tipo de armas, el espionaje y contraespionaje constante, todas las fuerzas de represión, la simbología de esos grupos -desde el FBI a la CIA-. Todos los asesinatos de vinculación internacional están reflejados en sus dibujos. También la simbología más antigua, la egipcia, hasta lo más ultramoderno del armamento misilístico. Todo ello lo pude vincular siempre con su gran preocupación por el bienestar de las personas, porque lo que le interesa a Aníbal es cuidar a la gente, y en este sentido es un personaje de una profunda ternura. Ese era el tipo de cosas que iba descubriendo a medida que viajaba con él, mientras lo veía dibujar, caminar, ayudar, buscando libros, algo que hace continuamente. Sus dibujos no los expone enmarcados, sino todos juntos, cubriendo las paredes, como un aluvión de signos que te caen sobre la cabeza. Lo que le interesa es que la gente pueda descifrar esos signos, esas alertas. Él establece ese tipo de vínculo. Utiliza sólo biromes de color, aún cuando se le han regalado lápices y pinturas, pero él los dona para chicos pobres; es decir, en su dibujo no hay trazo atrás, rasgo que a mí me importaba mucho también. Por otro lado, ha escrito cosas muy delirantes y muy lindas, como recordarnos que “estamos todos conectados al pulmón electrónico y cuando ya no nos quieran más nos desconectan y a otra cosa”. Allí es donde también aparece el otro gran protagonista de la película que es Martín Rodríguez, el bibliotecario de la Colonia, quien tiene con Aníbal una relación muy especial y que hace mucho tiempo que intenta que Aníbal compile sus escritos para editarlos en un libro.
En Rosario/12 (15/05/2011)
No hay comentarios:
Publicar un comentario