sábado, 31 de julio de 2010

El origen (Inception, 2009, Christopher Nolan)


Juego de espionajes oníricos


El origen
(Inception)
EE.UU./Inglaterra, 2010. Dirección y guión: Christopher Nolan. Fotografía: Wally Pfister. Montaje: Lee Smith. Música: Hans Zimmer. Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Tom Hardy, Ken Watanabe, Marion Cotillard. Duración: 148 minutos.



Pareciera que todo nuevo film de relativas expectativas deba tender –tal la promesa publicitaria- al desborde, a lo nunca visto, al bla-bla-bla. Más aún, se ha dicho de Christopher Nolan –de nuevo, publicitariamente- que es un realizador “visionario” (?). Y, en verdad, Nolan es noticia porque sus últimos films han funcionado en la taquilla. Es ésta la garantía que Hollywood hoy desesperadamente expone.
Desde lo artesanal, Nolan viene atravesando cierto cariz temático que sitúa a El origen como otra de sus piezas preferidas. La frontera difusa entre lo cierto y lo incierto, entre lo real y lo imaginario, se dibuja y desdibuja desde Memento (2000) hasta Batman: El Caballero de la Noche (2008). Con episodios menos logrados como Noches blancas (2002) y la muy elogiable El gran truco (2006). Sea desde el grand-guiñol de esta última o el moralismo republicano –y repudiable- de su versión de Batman, Christopher Nolan se ha convertido en un realizador relevante. Y eso ya es mucho, dado el panorama actual y triste del cine estadounidense.
Desde la mirada que en esta nota se propone, convendría pensar El origen desde la instancia del espionaje onírico, dejando de lado cualquier consideración surreal. Porque no hay nada que responda a cualidad poética alguna en el film. Todo se reduce a misiones que cumplir y lógicas que imponer allí donde el deseo debiera ser capricho, sin nada de ley.
Como si se tratase de una serie de muñecas mamushkas, cada uno de los sueños propuestos por el film contendrá otro, y así sucesivamente. Todo ello hasta llegar a un límite último, suerte de prisión de grado cero. Desde esta ilación simultánea –que se vale de la mutación temporal entre estadio y estadio para orientación del espectador- el nunca mejor llamado contrabandista mental Cobb (el cada vez mejor DiCaprio) lidera un equipo que debe cumplir con el cometido de insertar un pensamiento profundo en la psiquis de un joven empresario. Esto por un lado.
Por el otro, la historia paralela que significa el propio Cobb, sujeto a un acontecer personal que lo ha llevado a casi no poder soñar más, donde la represión que experimenta lo vuelve posible llave disruptora de la misión que cumplir; o del chantaje al que responder, según se mire.
A diferencia de Matrix, film con el que se ha emparentado a El origen, aquí las escenas de peleas en rallenti y perfectas responden a la sucesión lógica del encadenamiento onírico, muy diferente del esteticismo de camperas Armani de aquel otro título. En este sentido, El origen se sitúa de manera más acertada y cercana a la misma Memento, film cuyo argumento supiera articularse de manera dual entre su construcción y deconstrucción.
Sí es más atinado pensar la temática de El origen desde la narrativa desdoblada que literariamente cultivara el gran Philip K. Dick, a través de títulos como Ubik o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Sólo con la salvedad de que allí donde Dick insertara la paranoia como clima estético y social, Nolan aplica el cálculo. Y esto es algo que el film respira, más allá de la postura final por la que se incline el espectador ante su desenlace.

jueves, 29 de julio de 2010

Gustavo Sala: entrevista en el estudio de Radio Universidad


Con gusto a historieta podrida



Gustavo Sala es un ídolo. Es ésta la frase que le hemos dicho no bien se hizo presente en el estudio de Radio Universidad. Y, seguramente, es también la idea que ronda en la cabeza de muchos de quienes lo leemos y disfrutamos con Fierro y diarios en manos.

En dialogo directo -¡en vivo!- con Linterna Mágica.
Entrevista realizada el 23/07/2010

Descargar nota

Diletante (Kris Niklison, 2009)


Una historia de vida, con plieges en la piel


Diletante
Argentina, 2009
Dirección y guión: Kris Niklison. Productora Asociada: Lita Stantic. Edición: Kris Niklison, Felipe Guerrero. Intérpretes: Bela Jordán, Cata Pereira, César González. Duración: 75 minutos.



El diletante es alguien que –si bien con poca profundidad- habla mucho de todo y sabe cómo entretener. Es ésta la explicación que la pequeña Bela obtiene de su padre. “Allí me di cuenta –señala Bela Jordán con sus ochenta años- que lo que quería para mí, cuando fuese grande, era ser un diletante.”

Hay otras máximas que la acompañan, como la que le asegura que al entrar en la vejez lo que debe hacer uno es dejar de mirarse en el espejo. Además, la naturaleza es sabia. Porque a medida que se crece se pierden virtudes como la vista y el oído. Mejor así. Sea tanto para evitar las arrugas vistas como para no poder escuchar cosas ante las cuales, mejor, abstraerse.
Las líneas marcadas y de pergamino atraviesan el cuerpo de Bela. La cámara de Kris Niklison, que también es mirada de hija, las recorre despacio. Mientras duerme, lee, o arma puzzles de dos mil piezas. Es que la vejez es la mejor edad de la vida, asegura Bela. Porque uno se levanta y hace lo que las ganas le dicen. Nada de purgar ocho horas de trabajo en pro de un avasallamiento sobre la persona. Sino divertirse y sentirse divertida. Con el recuerdo del marido ido, con la promesa de tormentas en ciernes, y a orillas del río.
Bela habita en una estancia familiar, de cara a las aguas del Paraná. Como mujer moderna que ella se dice. Con la compañía doméstica de la voz de Cata, interlocutora constante. Pensamientos, sonrisas, e-mails, dvd’s, y piezas que (des)encajan. Más un tractorcito que la lleva donde necesita.
Mientras Bela y Cata dialogan, el nombre de César asoma. Varias veces. “Es como un chico”, según Cata. “Dice ahora que quiere lograr una rosa azul”. César, en tanto, adecua la estancia, desmaleza y trabaja. Descansa su mirada entre el sudor y el caminar. Se peina de manera precisa frente al espejo que pende del árbol. Porque hay una promesa, parece, todavía vigente.
Las piezas del rompecabezas emulan troqueles de pinturas descascaradas. O al revés. Hay mucha picardía en Bela. También altanería. “Me supe libre a los sesenta años. En el momento en que comienzan a llamarte madre o abuela. Antes no”. Como si lo intempestivo del sexo, una vez calmado, augurase tranquilidad. (Algo similar sostenía, desde su vejez, el propio Buñuel).
No deja de asomar, a su vez, algo de malignidad femenina, con la figura de César como foco de anclaje, depositario de tantas reflexiones y severidades entre Cata y Bela. Él, en tanto, sostiene su silencio de rutina descalza. Una analogía más: quienes hayan visto Rapsodia en agosto, de Kurosawa, recordarán la imagen de la viejita, el paraguas y la tormenta. Alsí como cuando Bela se deja bañar por la lluvia, mientras el río chisporrotea.
Diletante ha sido premiada como Mejor Largometraje Argentino en el Festival de Cine de Mar del Plata, además de contar con la asistencia en la producción de Lita Stantic. Su realizadora –cuya voz escuchamos sobre el inicio del film- ha vivido en Holanda, donde fundó la Kris Niklison & Company; en Hamburgo, donde fue protagonista del Cirque du Soleil; y en Embu das artes, Brasil, donde tiene su estudio, Casa das Artes.

Rubén Plataneo + Muertes indebidas (2006) + entrevista


“Una película
que necesitaba hacer”


Muertes indebidas
(Argentina, 2006)
Dirección: Rubén Plataneo. Cámara y Sonido: Rubén Plataneo, Pablo Romano. Edición: Rubén Plataneo, Germán Villarreal, Gustavo Galuppo, Fernando Romero. Música: Angela Tullida, Sinapsis, Los Toreros Muertos, Tres de Copas. Duración: 97 minutos.



En la denominada Semana documental, que la sala de cine El Cairo iniciara la semana pasada, pudo verse uno de los trabajos más queridos por el realizador local Rubén Plataneo. Se trata de Muertes indebidas, film del año 2006, que le ha posibilitado al director diferentes reconocimientos. “Muertes indebidas tuvo un circuito bastante afortunado, que llevó a la película por varios países y festivales, y que me ha permitido participar de concursos y obtener varios premios”, comenta Plataneo a Linterna Mágica.
Por un lado, entonces, el reconocimiento del realizador hacia el film; pero por el otro, y sobre todo, la necesidad de plasmar necesidades mayores, anteriores a cualquier premio, siempre presentes. “Muertes indebidas es una película que narra tres historias, de tres núcleos familiares que tienen algún desaparecido en su familia; es una película que bucea, que explora -con toda la profundidad que pudimos- en las consecuencias actuales del genocidio ocurrido en nuestro país, perpetrado por la dictadura; particularmente sobre el efecto histórico, que tiene en nuestras vidas concretas, el método de las desapariciones. Ello me llevó a una película que necesitaba hacer. Si bien ya había hecho varios cortos y documentales, necesitaba encarar este tema porque era algo muy sentido para mí, que había cruzado mi vida de distintos modos. También necesitaba saldar las deudas desde el terreno artístico, ya que al tratamiento del tema siempre se lo evitaba o se lo trataba muy formalmente, o se trataba de reducirlo con pequeñas fórmulas o consignas, cuando a mi me parecía que había que explorar con total libertad artística, utilizando a la vez los recursos del testimonio y del acercamiento a historias de vida bien concretas. Estuve varios años buscando fantasmas, y mi película trata sobre eso, sobre fantasmas.”

-¿Cómo te encontraste con estas historias de vida?

-En realidad fueron seis casos que seguí personalmente, a partir del inicio de los intentos de juicios por la verdad histórica. Estuve más de un año investigando y leyendo historias, y después siguiendo los primeros intentos de exhumaciones que hubo aquí. Me vinculé a seis familias diferentes, que tenían un hijo o un esposo desaparecido. La película definitiva dura 97 minutos, son tres capítulos con tres historias: Chari, Elena y Laura -esposas o madre de desaparecidos-, con sus grupos familiares. Son ellas y el especial tipo de vínculo afectivo, de protección, que se había creado entre ellos durante todos estos años, con las diferentes percepciones que cada uno había tenido -desde aquel momento hasta la actualidad- de todo el fenómeno que los atravesó. Eso me ayudó a que la película se fuera ramificando, diversificando, en pequeños y grandes trazos, derivando en historias secundarias. También y después me contacté con una banda de Buenos Aires, Ángela Tullida, cuya música y letras parecían hechas para mi película. Ahora que se dio la posibilidad de estrenarla en Rosario, y en un lugar muy importante para mí como lo es el cine público de la ciudad, vuelvo a ver la película habiendo hecho otros tres trabajos, y la verdad es que me sigue resultando una experiencia muy fuerte.

martes, 13 de julio de 2010

Where the Wild Things Are (2009, Spike Jonze)


El mundo salvaje de la niñez


Donde viven los monstruos
(Where the Wild Things Are)
EE.UU./Alemania, 2009. Dirección: Spike Jonze. Guión: Spike Jonze, Dave Eggers, a partir de la novela de Maurice Sendak. Fotografía: Lance Acord. Música: Carter Burwell, Karen Orzolek. Montaje: James Haygood, Eric Zumbrunnen. Intérpretes: Max Records, Catherine Keener, Mark Ruffalo, James Gandolfini, Chris Cooper, Paul Dano, Catherine O’Hara. Duración: 101 minutos. Sólo disponible en DVD



Es una pena sin reparo que la última película de Spike Jonze no haya conocido estreno comercial. Si la propuesta para el público no estuviese –cada vez más- alineada por los mandatos comerciales y su impericia cerebral, debiera existir el lugar de pantalla para un film como éste. A ello se suma, como posible razón, el lugar inclasificable que el realizador ocupa, de modo admirable, dentro de la industria del cine. Estamos hablando de Spike Jonse, el mismo responsable de títulos atípicos como ¿Quieres ser John Malkovich? (1999) y El ladrón de orquídeas (2002).
El caso de Donde viven los monstruos repara, por una parte, en el interés por su libro fuente, obra de Maurice Sendak. Por otro lado, es excusa que dispara la brillantez salvaje de Jonze. Pocas veces se ha plasmado –sobre todo en estos tiempos tan “cinematográficamente correctos”- lo inasible del comportamiento infantil. Porque Max (Max Records) patalea, grita, gruñe, estruja a su perro, y muerde a su mamá.
Corre como un condenado, como un loco. Harto de todo y de todos. Su mundo se destruye y reconstruye. Max se refugia donde puede. Y es allí cuando aparecerán los monstruos más bellos que el cine hace tanto tiempo nos debe. Lo mejor de todo es que son grandes, que no son digitales, que se mueven como lo haría alguien disfrazado, con el peso enorme de lo que viste. Y cargan con una melancolía que es dorada y terrosa y desbordada.
El mundo dentro del mundo podría ser una de las maneras de acercarse al film de Jonze. El mundo de los adultos, el mundo de Max, el mundo de Carol (el gigantesco peluche bestial con voz de James Gandolfini), y el mundo del sol, ese sol que –dice el maestro- habrá de apagarse algún día. Salirse de un mundo para entrar en otro. Y desde la visión del film recordar las etapas que personalmente se han vivido, que se vivirán, para compartir la melancolía aludida. Una belleza.
Hay un encanto muppet en Donde viven los monstruos, y no es casual. La Jim Henson Creature es la encargada de dar vida a estos seres de mundos tan cercanos como imaginados (el tizne de azul noche de las lágrimas de Carol recuerda la tristeza de gomaespuma del film de Henson, obra capital de la melancolía, El cristal encantado), más el arte de las marionetas que ejerce el propio Jonze. A partir de ello, recordar el inicio de la misma ¿Quieres ser John Malkovich?, capaz de sembrar luces en el medio del caminar apurado de la ciudad.
Donde viven los monstruos es, afortunadamente, una rareza. Tiene tanta vida y ganas que la hacen indigerible para los films que garantizan hoy el éxito y las estupideces afines. El monstruo Carol es la encarnación más hermosa y terrible. Todo lo destruye y todo lo reconstruye. Nadie lo termina de entender. Tampoco él puede entenderse. Se debate con todos y consigo. Aunque recurre a la violencia sabe también cuándo llorar. Cuando lo hace, tiembla el mundo con su tristeza. Y lo mejor de todo, como gran film que es, es que a Donde viven los monstruos se le han perdido las moralejas.

Los macocos en Rosario. Teatro La Comedia


“Cuando nace el bebé, nace el papá también”




Los macocos visitan Rosario, exhiben obra, y presentan libro. Todo ello como regalo para unas vacaciones de invierno que, vale apuntar, no sólo son para chicos. Sino también para los papás.

Por Leandro Arteaga


El nombre de Los macocos no es extraño a Rosario. Los integrantes (Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf) han visitado la ciudad varias veces, conocen muchas de sus salas, han trabado amistad –también aquí- con Luis Pescetti, y quieren que Chiqui Gonzáles -la ministra de Innovación y Cultura de la provincia- los vaya a ver. “Sé que debe estar con quinientas cosas en la cabeza –dice Gabriel Wolf a Rosario/12- y no sé cómo hacer para hacerle llegar una invitación”. Quizá este medio sea una manera.
La cita, este fin de semana, viene también con novedades, porque Los macocos han sido nominados hace horas al Premio ACE al mejor espectáculo de humor 2009-2010. “Pequeño papá ilustrado” se presentará esta noche a las 21 en La Comedia (Mitre y Cortada Ricardone) –además del sábado 10, a las 21; domingo 11, a las 20; viernes 16, sábado 17, a las 21; domingo 18, a las 20)-, y durante el día de mañana, a partir de las 12, los actores estarán también firmando ejemplares de su nuevo libro en Librería Ross (Córdoba 1347): “Pequeño papá ilustrado. Manual deformación para padres” (Sudamericana).

-Me gusta la ambigüedad que promete la palabra “deformación”, desacraliza…

Wolf: Creo que la palabra es desdramatiza, porque se desdramatizan las situaciones. Sin querer nos dimos cuenta de que nos metíamos en ese mundo de la desdramatización, que creo que está bueno, porque uno lo ve con otros ojos. Hay que transitar la experiencia de ser padre para aprender, con sus dolores y alegrías; ése es el concepto general del espectáculo. El libro es consecuencia de la obra, cuando por lo general es al revés. El espectáculo lo empezamos a delinear a fines del 2005, cuando nos dimos cuenta de que en las reuniones que armábamos entre nosotros el tema de los hijos era recurrente, ya que éramos todos padres. Y cada vez que contábamos alguna situación anecdótica los demás se reían, el tema se ridiculizaba, había un lugar en donde a todos nos resonaba la experiencia de empezar a ser padres, y alrededor de eso encontramos que había mucho material muy divertido, acerca de la crianza, sobre las aventuras y desventuras de llevar al nene al pediatra, por ejemplo.

Casablanca: Podríamos decir que es nuestro primer espectáculo claramente autorreferencial, lo decidimos rápida y unánimemente como tema para espectáculo. Una de las cosas más complicadas es decidir la temática, una vez decidida ya empieza a circular por la cabeza y empezamos a escribir, a poner el cuerpo; el cuerpo es el que termina de escribir las ideas. Así fue surgiendo el espectáculo y la sorpresa fue la respuesta rápida que tuvimos con respecto a los espectadores: ‘uy, esto me pasa’, ‘eso lo viví’, ‘esto sucede’. Como que uno piensa siempre que se está trabajando a partir de la experiencia de uno y te das cuenta de que hay un montón de padres a quienes les está sucediendo lo mismo. Es una sorpresa muy grata.

Wolf: Es de una identificación casi inmediata te diría, todos pasamos por la situación de la crianza, siendo papás o hijos. Los que son papás enseguida captan la situación de las vacaciones, del pediatra, de las amenazas imposibles, esas cosas que uno le dice al hijo pero que nunca las cumple, por ejemplo: ‘si no dejás de mirar la tele te la pongo de sombrero’, y no lo hacés, porque si le ponés la tele de sombrero tenés que ir a buscar otra tele y sale como cinco mil pesos. Pudimos hacer una buena observación de la cotidianeidad, de las frases hechas, y lo volcamos en el espectáculo, creo que todo eso es lo que identifica rápidamente a la gente.

-Luego de tantos años, de hecho, existe una relación muy fluida entre ustedes y el público.

Casablanca: Creo que ésa es siempre la idea. También tocamos justo un tema al que no hay manera de escaparle, sea como hijo, padre o abuelo, es un tema que uno ha vivido. Nuestra intención es la de siempre trabajar a partir de mundos costumbristas, y a través del humor mostrarlos en forma de crítica.

-¿Y el desprendimiento literario cómo surge?

Casablanca: Tuvo que ver con una madre de trillizos que fue a una de las primeras funciones del año pasado. Como era amiga de una persona de Sudamericana, la llamó y le dijo ‘mirá, hay un montón de libros con respecto a las madres, pero vengo de ver un espectáculo que habla de los papás y que puede ser un libro’. La editorial se puso en contacto con nosotros, fueron a vernos y les encantó. Nos pusimos a escribir y como teníamos mucho sobre el tema, porque estábamos metidos de lleno en la temática padre-hijo, la verdad es que además del libro tenemos material para hacer un “Pequeño papá ilustrado 2”, tanto libro como espectáculo.

-Cuentan con la bendición del prólogo de Luis Pescetti.

Wolf: Con Pescetti nos pasó que se volvió medio fanático nuestro, vino a ver la obra y después ya era como imposible el decirle que no a nada. Cuando fuimos a Rosario el año pasado dio la casualidad de que estaba ahí, fue a ver otra vez la función y quiso ir a comer con nosotros. Cuando salió la posibilidad del libro le ofrecimos el prólogo. Es buena onda.

-El libro me remite, además, a cierto guiño de ojo a tanto libro de autoayuda o cosas similares.

Casablanca: Justamente es una burla a todo eso. A los magazines y a las revistas de consejos. Cuando estás por ser papá te llenás de una información que no tiene nada que ver con la realidad, el caos de la vida es otra cosa. Cuando nace el bebé nace el papá también, y uno está tan desinformado como el nene acerca de cómo se hace todo. La revista tiene su marketing, pero la realidad es otra. El ejemplo es que vos te lavás con Pervinox para cambiar el primer pañal, y a los dos meses tirás el pervinox porque se venció, y lo cambiaste por vómitos, te llenaste de mierda, te meó encima o lo vestiste estando resfriado o engripado (risas). La vida es mucho más desprolija. Lo que pasa en la función es que descubrís que hay un montón de gente a la que le pasa lo mismo, y el humor y la risa, como misa y lugar de encuentro, es un lindo reconocimiento. La verdad es que el espectáculo nos llena de satisfacción.

Publicado en Rosario/12 (09/07/2010)


viernes, 9 de julio de 2010

Franca González: Liniers, el trazo simple de las cosas + entrevista


El trazo macanudo de las cosas


De estreno exclusivo en Cine El Cairo, Liniers, el trazo simple de las cosas acerca una faceta más sobre la vida y obra del dibujante. Alguien que, según la realizadora, “sabe cómo transmitir su alma”.

Por Leandro Arteaga

Liniers es noticia local y de modo dual. Por si no fuera suficiente el estado de ánimo benéfico que sus tiras de prensa promueven día a día, todavía mejor es zambullirse en los túneles del Parque de España para disfrutar de la retrospectiva “Liniers es Macanudísimo”, y más aún acercarse al cine El Cairo para ver el documental que lo retrata. “¿Un documental? ¿Sobre mí? No es muy interesante mi vida. Dibujo nomás”, se queja el autor desde los globitos de diálogo del cartel.
Liniers, el trazo simple de las cosas ha sido filmado por la realizadora Franca González entre Argentina y Canadá, con coproducción del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). “La verdad es que me puse muy contenta cuando supe que la película se iba a estrenar en Rosario. Liniers es un tipo muy leído en todas partes, no sólo en Argentina, y si sólo se estrenaba en Buenos Aires me hubiese dado mucha pena. Había mucha gente de Rosario que estaba pidiendo verla. Es una película que realmente quiero mucho y que me llevó tres años hacerla”, comenta a Rosario/12 la directora.

-¿Cómo surge el interés cinematográfico por Liniers?

-Surge de un modo casi azaroso, porque a fines de 2006 Liniers y yo ganamos una beca para ir a vivir casi tres meses a la ciudad de Montreal. Fue una beca que daba el Concejo de Artes y Letras de Quebec y la Secretaría de Cultura de la Nación para dos artistas de distintas disciplinas, cada uno con su proyecto particular. Con Liniers nos conocimos en la casa de Montreal; una de las condiciones de la beca, justamente, era la de vivir juntos. Así que llegamos en marzo de 2007 con un frío tremendo. Si bien pensé que la primavera haría las cosas más sencillas, los 25 o 30 grados bajo cero eran bastante dramáticos, por lo menos para mí que tenía que salir a filmar con cámara, micrófono, trípode, etc. Era extremadamente duro, mientras que Liniers, viste, estaba ahí, calentito, al lado de la ventana, viendo cómo nevaba y haciendo dibujitos desde muy temprano (risas). Él se levantaba alrededor de las siete y media de la mañana, y en esa especie de burbuja se la pasaba todo el tiempo creando e inventando cosas. Te diría que los primeros días de la beca me generaron una especie de pequeña angustia, porque para mi todo era muy difícil. Hasta que en un momento pensé en lo excepcional que era disponer de la posibilidad de tener al protagonista de un posible documental -si bien todavía no lo pensaba como tal- conviviendo con uno mismo. En un documental el tema de la intimidad es algo bastante difícil de conseguir, y lo que comenzó como un juego terminó como una propuesta de filmar esa misma vida cotidiana, donde cada uno hacía lo que le gustaba. Cuando terminó la beca, Liniers y su mujer se quedaron seis o siete meses más en Montreal, mientras que yo volví a Buenos Aires. Ahí fue donde realmente empecé a empaparme mucho más de sus trabajos, de su obra, y se me ocurrió hacer una especie de contracara respecto de Montreal. La pregunta era: ¿qué iba a pasar al regreso, luego de que dos personas que por una cuestión externa tuvieron que vivir juntas y habían llegado a ser amigos? Había que ver qué sucedía en Buenos Aires, donde Liniers es un tipo conocido, con una perspectiva de vida absolutamente distinta de la que yo le había conocido. Él volvió sabiendo que iba a ser papá en unos meses, así que la idea fue justamente plantearle a su retorno la realización del documental con todo este material. Lo más trágico de todo fue que el señor dijo que no, que no quería, que no le interesaba, que no le gustaba mostrar nada de su vida privada, ni de cómo hacía su trabajo, ni que tampoco la gente lo conociera ni siquiera a nivel físico. Así que el documental parte de ese fracaso inicial, para luego ver de qué manera poder hacer una película sobre él pero sin él, o utilizando otros métodos de producción para que lo terminara aceptando. Fue un proceso larguísimo. De algún modo, la película es un retrato subjetivo, pero atravesado por este vínculo que nace de un modo bastante extraño.

-¿Y cómo es el personaje Liniers, el que tu propia película dibuja?

-Creo que es un personaje que transmite, sobre todas las cosas, su alma. Es más fácil asirlo a Liniers a través de su obra que cuando hace de sí mismo, que a través de su representación de sí. Creo que, además de ser una persona absolutamente talentosa y creativa en lo suyo, es muy inteligente. Esa posibilidad que tiene, tan maravillosa, de poner en dibujitos la vida cotidiana. Yo, a su vez, terminé siendo también personaje en una de sus historietas; fue un juego de retroalimentación muy interesante. Por ejemplo en Canadá, sin saberlo, a veces las cosas que nos impactaban del mundo exterior eran las mismas, y cada cual lo traducía a su lenguaje, a su modo. Creo que esas miradas cruzadas son las que quedan también en la película.

-¿En qué consiste Inviernos, tu próximo film?

-Estoy en la etapa de investigación. El título es en plural porque remite a la búsqueda de personajes que sobreviven al invierno, pero en dos pueblitos extremos del continente americano. Uno bien en el norte de Quebec y otro en el sur de Argentina, en el corazón de Tierra del fuego, el pueblo se llama Alrededores de Tolhuin. Es una correalización con una directora de cine documental canadiense, Carole Laganière. Vamos a tratar de cruzar las miradas de los personajes y sus vínculos con el lugar donde les toca vivir. En el norte de Quebec la gente tiene una cultura del invierno con una identidad muy propia. Hay gente con doscientos o trescientos años de vida en ese lugar, que saben cómo sobrellevar. En el caso de Tierra del Fuego la mayor parte de la gente que está ahí vino de afuera, sea por una necesidad económica o por un cambio de vida profundo; tienen que apropiarse de un territorio diferente y no saben demasiado bien cómo enfrentarlo. Es muy interesante observar que tenemos tantas cosas en común; es sorprendente cómo, sin querer, te encontrás con identidades y culturas que se tocan por tantas partes.

Publicado en Rosario/12 (10/07/2010)

domingo, 4 de julio de 2010

Inés de Oliveira Cézar: El recuento de los daños (2009) + entrevista


“La visión griega surgió como algo inevitable”


Filmada en Rosario, El recuento de los daños permite un acercamiento diferente, de marcas trágicas, sobre las consecuencias de la última dictadura militar.

Por Leandro Arteaga

El recuento de los daños es el cuarto film de la realizadora argentina Inés de Oliveira Cézar. También el tercero que conoce exhibición en el Festival de Cine de Berlín, en la sección Forum del Cine Joven. De manera acorde con su cinematografía, El recuento de los daños –que se proyecta en la sala de cine El Cairo- discurre desde el extrañamiento temporal, desde la provocación de una sensación rara, que desajusta, y que retoma al Edipo Rey de Sófocles en diálogo directo con nuestra historia más reciente.
“No pretendimos realizar una adaptación ni una versión libre de Edipo, sino que planteamos al film como una historia muy nuestra”, explica a Rosario/12 la realizadora. “Hay muchos actos previos que fueron generando que las cosas estén hoy como están, partimos de ahí. Y, la verdad, surgió todo de una manera bastante intuitiva. Por un lado, apareció la necesidad de hablar de un mundo laboral, que es el que tenemos ahora, y que también viene con su recuento de daños. Inmediatamente, surgió como boomerang el tema de la dictadura militar y de todo lo que eso nos dejó. La visión griega nos surge, a mí y a la guionista (Ana Inés Berard), como algo casi inevitable. No se trató de una especulación intelectual, sino que el tema convocó naturalmente la aparición de la tragedia.”

-Rosario aparece desde el extrañamiento, como si fuese un no-lugar.

-Sí, pero sin embargo no podía ser cualquier lugar. En la película puede ser cualquiera, pero para el rodaje tenía que ser Rosario. Porque era el único lugar que tenía esta cosa súper bucólica, con una costanera que por un lado te hiere con la belleza que tiene y a la vez también cuando ves esas fábricas flotando, con los barcos que cruzan. Hay belleza y a su vez presencia de lo fabril, de lo industrial. No había muchos lugares en la Argentina que nos ofrecieran esa posibilidad. Por otro lado, la presencia de un río que está muy bien mantenido, que no está venido abajo, que es bello, y que también tiene el contraste de ver lo industrial inserto allí, en un diálogo muy directo. Si bien la película no quiere citar un lugar particular, si no hubiera estado Rosario no sé dónde lo podríamos haber filmado. Nos tendríamos que haber ido a Montevideo y ni siquiera, porque tampoco tiene la cosa bucólica de Rosario.

-¿Qué miradas posibilitó la película desde un contexto diferente como el que supone el Festival de Berlín?

-Se armó un intercambio muy lindo con el público de allá, que es más numeroso. Por ejemplo, tenés salas de 600 personas que se llenan y la mitad del público se queda al debate. Es muy rico todo lo que sucede porque escuchás lo que a la gente le pasa, con cosas muy lúcidas. Lo que les divertía mucho era ver el distanciamiento de las actuaciones, decían que les parecía muy raro porque, si bien las entendían como muy fuertes, no dejaban de ser distantes. Me preguntaban cómo se me había ocurrido generar ese tipo de actuación, y yo les decía “Brecht”. Es decir, y de acuerdo con la propuesta brechtiana, que no es que no tengas que emocionarte con lo que ves, sino que lo que no querés es hacerle creer al público que eso es verdad. Partiendo de la idea de que es una ficción, te tomás toda la libertad como para poder abrir nuevas hipótesis a partir de un hecho que puede serlo –y en el caso de nuestra película lo es-. Pero sin pretender bajar una línea, sino abriendo la posibilidad de nuevos pensamientos respecto de lo que pasó. Eso sólo es posible si hacés algún procedimiento que te permita distanciar las cosas, porque si no estás opinando de una forma directa, con bajada de línea, y eso es algo que no permite una reflexión y una mirada crítica por parte del público.

-¿Qué te parece la sala de cine El Cairo?

-Estoy maravillada con el cine El Cairo y con todas las gestiones y cosas que se hacen en Rosario. En Buenos Aires no existe ningún lugar para cine independiente como el que existe en Rosario con El Cairo. Es un lujo, el cine es precioso. Es absolutamente increíble que te puedan dar películas sin la presión de que sean industriales, en un espacio tan bien preparado, donde te reciben con una proyección excelente, donde el cine es un lugar súper confortable y estéticamente increíble. En Buenos Aires, salvo el Malba, no tenemos una alternativa tan buena. En este momento, donde no hay dónde exhibir, que exista esto es un oasis. Realmente ya no me sorprende que Rosario me sorprenda con sus gestiones.

Kick-Ass (2009, Matthew Vaughn)


Patear culos y solucionar el mundo



Kick-Ass
EE.UU./Inglaterra, 2009
Dirección: Matthew Vaughn. Guión: Jane Goldman, Matthew Vaughn, a partir del cómic de Mark Milla y John Romita Jr. Fotografía: Ben Davis. Montaje: Eddie Hamilton, Jon Harris, Pietro Scalia.Intérpretes: Aaron Johnson, Nicolas Cage, Chloe Moretz, Mark Strong, Christopher Mintz-Plasse.
Duración: 117 minutos.



En un primer momento, bien podría pensarse en Kick-Ass como en un film atrevido, dispuesto a indagar en el propio concepto denominado “superhéroe”. En este sentido, el alter-ego “Kick-Ass” sería expresión delirada de un adolescente problematizado y enfermizo, cuya falta de límite entre sus lecturas y la vida diaria lo lleva a adoptar el desafío de vestir un disfraz para salir a la calle a, literalmente, patear culos.
Pero, en verdad, Kick-Ass –otro tanto ocurre con el cómic origen- no deja de ser una vana glorificación de la violencia, desde su costado más efectista, superficial y reaccionario. Uno de sus momentos, sin embargo, sabe cómo llamar la atención. Ocurre cuando es el propio padre (Nicolas Cage) el que dispara sobre su hija pequeña. Sólo se trata de un entrenamiento, pero esto es algo que se revela después. La imagen es muy fuerte y rememora –si se trata de pensar nexos fílmicos- la de aquella niña que moría en Asalto al precinto 13 (1976), de John Carpenter. Pero lo que en Carpenter es artesanía –y promesa moral de no volver a filmar nunca algo igual-, en Kick-Ass es efectismo y puerta que se abre para, ahora sí, cualquier cosa.
A partir de allí: angulaciones forzadas, disparos letales, una asesina infantil, golpes en primeros planos, mucha muerte coreografiada, rallentis con música para el soundtrack, y el hálito inicial de una revisión superheroica finalmente mentida, que sigue ratificando a Watchmen (la historieta de Alan Moore, nunca la película) como obra maldita, como un gran éxito a pesar suyo.
Mejor, entonces, pensar otro ejemplo. Y remitirse a una de las últimas historietas que Página/12 ha publicado a través de la revista Fierro (nros. 29-35). Se trata de Fly Blues, de Carlos Sampayo y Oscar Zárate. Desde la caricia del jazz y sus notas de pentagrama vueltas moscas -que miran y opinan y accionan-, los cuadritos de Zárate tiñen de acuarela la melancolía de Sampayo, interrumpida por la plasmación brutal de la violencia callejera. Un grotesco absurdo, que anida en el regodeo imbécil, en las patadas y muertes filmadas con celulares. Un voyeurismo psicópata que en Kick-Ass se celebra. Las Fierro se consiguen. Y esta historieta es una obra maestra.
Si bien no deja de ser otro elemento pastiche, no es por ello menos divertida la caracterización que, cifrada en el Batman de Adam West, Cage propone para su “Big Daddy”. No deja, también, de ser un aspecto menos oscuro. Aquella serie televisiva, camp y pop, es un referente de la parodia tonta, mentirosamente ingenua, hoy todavía intacta. Mientras que, por su parte, Kick-Ass celebra un descerebramiento explícito, con garrotes a los que recurrir para hacerse respetar, y la promesa de una chica que conseguir por el solo hecho de vestir un disfraz, golpear y ser golpeado. Lejos ha quedado la ironía del encapotado panzón de West. Es tiempo, ahora, del que sabe patear culos. Así de simple. Así de pobre.