Sobre la
persistencia de un recuerdo
Por
Leandro Arteaga
Hay obsesiones o aguijones que persisten. Es lo que
deja entrever José Luis García al desempolvar imágenes en vhs, de un fortuito
viaje a Corea del Norte en 1989. La casualidad quiso que él estuviese allí, sin
ser periodista ni militante, en el estertor que significara uno de los últimos
festejos megalómanos del comunismo; y para ser testigo de la presencia
impactante de Im Su-kyong, la joven estudiante surcoreana que desafiara la tan
temida frontera, al decidir cruzarla a pie para volver a su hogar. El hecho fue
noticia internacional, y los videos –refiere el realizador- le acompañaron a pesar
de divorcio, mudanzas, y viajes por varios países.
De esta manera, La
chica del sur es película sobre la activista coreana, pero también historia
particular de José Luis García. Para recordarla a ella tiene el director que
recordarse primero. La textura del vhs ya tiene impronta ganada en cuanto a
paso del tiempo, y éste es rasgo semántico que García aprovecha. Su voz en off
es otro dato, fundamental, puesto que señala desde el ahora. El montaje
permite, así, una puesta en escena que contextualiza, presenta personajes, abre
incógnitas, y se resuelve narrativamente. Lo que equivale a distinguir un
ejercicio de cine admirable.
Hay capacidad para la síntesis –la exposición
conflictiva de Corea, el papel que hubo de jugar Im Su-kyong-, y para la puesta
en juego de una complejidad necesaria, con interrogantes hacia el espectador.
Porque bien podría pensarse en ¿qué es lo que lleva a un realizador argentino a
interesarse por un personaje coreano? Quizás la película sea lo que anida en
esta pregunta, además de todo lo que concierne a la mujer en cuestión,
personaje fascinante.
Décadas después, investigación virtual mediante,
García logra contactar a Im Su-kyong y establece agenda para una entrevista
personal. El derrotero en Corea del Sur es toda una película dentro de la
película. Con la incógnita que supone el paso del tiempo en la estudiante que
supo ser bautizada como “la flor de la reunificación”. Primero, a destacar, la
sorpresa que en ella provoca el conocimiento sobre su persona; segundo, la
develación –nunca completa, allí lo mejor- que de ella se provoca: inasible,
seductora, odiosa, amable, iracunda. Todo un desconcierto.
Junto a los testimonios recopilados apenas entre
transeúntes, que parecen esquivar sus propias ideas sobre la otrora “flor”, por
temor –parece- a despertar fantasmas viejos. Lo que surge es un sabor a
desazón, a oportunidad histórica perdida, a resabio agridulce, con el tiempo
como anestesia bienvenida.
El anterior largometraje de José Luis García fue el
notable Cándido López. Los campos de batalla
(2005); éste es el segundo, y obtuvo premios en Torino y en Bafici 2012
(Premio del Público y Mención Especial del Jurado). En algún momento, entre las
frases que el montaje permite escuchar, es él quien dice de sí ser un director
“absolutamente independiente”. Algo similar se deduce de la conflictiva Im
Su-kyong.
La
chica del sur
Argentina,
2012. Dirección:
José Luis García. Guión:
José Luis García, Jorge Goldenberg. Fotografía:
José Luis García. Música:
Axel Krygier. Montaje:
Alejandra Almirón, Alejandro Carrillo Penovi y José Luis García. Intérpretes:
Im Su-kyong, Alejandro Kim, José Luis García. Duración:
94 minutos.
Salas:
El Cairo Cine Público.
8
(ocho) puntos
No hay comentarios:
Publicar un comentario