Sobre los
pobres éxitos de taquilla
El Hobbit promete alcanzar o
superar el éxito de El Señor de los Anillos. Demasiado dinero, muchos
espectadores, y un mismo cine cada vez más lejano.
Por
Leandro Arteaga
¿Por qué otra trilogía sobre El Señor de los Anillos? O también, con otros ejemplos: Dustin
Hoffman elije producir una serie propia (Luck,
ya cancelada) ante la pobreza cinematográfica, el zapping del domingo deja entrever al actor Peter Coyote (notable en
Perversa luna de hiel, de Polanski)
como partenaire en una secuela execrable de Dr.
Dolittle y sus animales parlantes, Tim Robbins acusa al cine norteamericano
de adolescente y falto de propuestas, el realizador australiano John Hillcoat
no puede creer que el Batman de Nolan
sea la maravilla que la crítica pretende (y rememora, para ello, la propia
historia magnífica del cine de EE.UU.) a la par de sus complicaciones para
realizar Los ilegales (pendiente de
estreno en Rosario), las series televisivas hace bastante que han ganado la
partida desde una articulación y reformulación inagotable de los géneros (antes)
cinematográficos...
Lo último es curioso. El teórico Ángel Faretta
señala que la televisión fue creada para enfrentar al cine. Hoy podría decirse
que el cine ha perdido la batalla y que la televisión, para ganarla, hubo de
deglutir lo mejor de Hollywood. De todas maneras, sea buena o mala, la
televisión es siempre televisión, nunca cine. Al cine se lo ve en el cine, sin
pausas, rebobinados, espacios publicitarios, ni teléfonos hogareños (aún cuando
muchos prefieran entorpecer el disfrute al contestar su celular). ¿Qué es lo
que hoy en el cine se ve? En términos de propuestas de Hollywood, poco, nada, o
más de lo mismo. Vale decir, películas pensadas para, justamente, personas que
gustan de atender su teléfono celular. (A propósito, se habla de cifra histórica
en la cantidad de espectadores rosarinos; pero lo que no se dice es cuánto dinero
hay que pagar por una entrada. Es decir, ¿quiénes son los que hoy pueden ir al
cine? Respuesta: los que gustan de ir con sus telefonitos celulares. Ellos son
la cifra histórica).
Todo esto como corolario, o reacción apenas, de lo
que significa este Señor de los Anillos remozado.
Otra trilogía más. ¿Qué necesidad? ¿Monetaria? Pero Hollywood siempre fue
comercial, de manera tal que no sería explicación suficiente. ¿Incapacidad
cinéfila/cinematográfica? Tal vez, si es que se puntualiza en la figura que ha
hecho a Hollywood posible: el productor. Según Godard, los productores siempre
fueron rufianes, pero sabían de cine. Hoy, devenidos empresarios, sólo
persiguen números. Además, la incapacidad fílmica no sería tal si se vuelve
sobre el talento admirable que despliegan series televisivas como Boardwalk Empire, The Walking Dead, Mad Men,
Fringe, entre otras. Pero, se decía,
esto es televisión, aún cuando varias de estas series estén hábilmente atravesadas
por gente de cine. Lo que equivale a señalar que el cine ha sido y seguirá
siendo matriz para el despliegue audiovisual actual y potencial.
De lo que aquí se habla, eso sí, es de Hollywood. O
también: de la muerte de Hollywood. Porque Hollywood y su cine han sido. Ya no
más, sino sólo estertores que rubrican su muerte. Cuando aparece algún film
digno de atención –Drive, de Winding
Refn; Los ilegales, de Hillcoat- lo
es por rememorar aquello que Hollywood fue y, justamente, ya no es. Si antes
era tiempo de héroes y antihéroes, ahora lo es de superhéroes. No habrá de
quedar historieta ni poder mágico que filmar y explotar. Aunque no desde la
mixtura de lenguajes o la reflexión de un medio sobre otro, sino desde la
apabullante pantalla 3D, los efectos digitales, las explosiones sonoras, el
entretenimiento interminable y, las más de las veces, desde una lectura
reaccionaria y repudiable.
Nada de lo dicho es novedoso, demasiado fue
filosóficamente alertado así como ahora corroborado. ¿Pero qué tiene que ver
esto con El Hobbit? Todo. Es decir,
Peter Jackson fue, alguna vez, un gran director de cine. De películas modestas,
independientes, irreverentes, y también desagradables. El gusto por el gore, por la violencia y la diversión,
terminaron por llevarle a un primer idilio de gran producción contenido en dos
películas: una muy buena, Muertos de
miedo; la otra excelente, Criaturas
celestiales. Hasta que llegó la posibilidad de filmar a Tolkien y allí
cambió todo. Oscars, montajes distintos para la exhibición comercial y el dvd,
niño mimado de la industria, etc. King
Kong no tuvo la misma repercusión y Desde
mi cielo fue, por lo menos, pudorosa en grado extremo, a la vez que
constataba un cine personal ya irrecuperable.
Que Jackson deba filmar otra vez a Tolkien conduce
al inicio de esta nota. ¿Qué necesidad? ¿Monetaria? ¿Incapacidad fílmica? ¿Otra
vez tres películas de tres horas? ¿Concebidas desde un librito para niños legible
en apenas media tarde? En todo caso, basta con situar esta nueva trilogía
dentro de lo que cinematográficamente Hollywood hoy es (porque, como se señaló,
ya no es): una nueva trilogía de La
guerra de las galaxias en camino, secuelas para todas las películas con
superhéroes, vampiros eunucos y seriados (Amanecer,
Crepúsculo…), remakes de películas no-norteamericanas de éxito probado, catarata
de películas de animación digital, y una adoración por la tecnología y sus
avances que ya es defunción para el viejo celuloide.
Este último aspecto supo ser referido por Martin Scorsese
en su recorrido centenario sobre el cine norteamericano: A Personal Journey Throug American Movies (1995). Allí el gran
realizador auguraba un camino de desarrollo fílmico/tecnológico imprevisto, con
la referencia puesta en el cine de Kubrick. Pero la fórmula se ha dado vuelta y
es hoy la tecnología la que dicta sentencia. El cine ha sido supeditado, y por
eso también fulminado. Nada de apocalipsis en esto, sino sólo una lectura
inmediata, con excepciones varias, pero con la certeza de que La invención de Hugo Cabret no deja de
ser testimonio melancólico de lo que Hollywood ya no es.
Seguramente se seguirán haciendo películas muy
buenas pero nunca más -¿quizás sí?- desde Hollywood porque Hollywood,
simplemente, ha dejado de ser. El ser es esencia y es ella la que cambió. Como
un corazón que sabe cómo latir al compás del vaivén económico, “Hollywood” hoy
privilegia a ese espectador que gusta de atender su teléfono celular. El mismo
que se jacta de un récord histórico.
El
Hobbit: Un viaje inesperado
(The Hobbit: An Unexpected Journey) EE.UU.,
2012. Dirección:
Peter Jackson. Guión:
Guillermo del Toro, Peter Jackson, Fran Walsh, Philippa Boyens. Fotografía:
Andrew Lesnie. Música:
Howard Shore. Montaje:
Jabez Olssen. Intérpretes: Ian McKellen, Martin Freeman, Richard
Armitage, Ken Stott, Graham McTavish, Hugo Weaving, Cate Blanchett. Duración:
169 minutos. Salas:
Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
5
(cinco) puntos
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