Adolescentes
de problemas bonitos
Por Leandro Arteaga
Ventajas de ser invisible o adolescente o casi
adulto o casi niño o de vivir en una película norteamericana. La cual, a su
vez, es traslación del libro best-seller
del propio realizador, publicado unos diez años atrás. Entonces, retrato ahora
cinematográfico de lo que la adolescencia es o pareciera ser desde el prisma
supuesto por la american high-school.
No en vano, habrá de recordarse, tantas películas de terror eligen allí uno de
sus escenarios predilectos. A lo que cabe agregar la sentencia y desconfianza
de Stephen King hacia todo aquél que diga haber disfrutado de su paso por el
secundario. Y si no, a recordar Carrie.
Época retraída, de turbaciones, etc., etc., con la
figura de literato en ciernes que significa Charlie (Logan Lerman), en la
compañía feliz de los dos hermanastros que personifican Ezra Miller y Emma
Watson: ella de “pasado” a superar, él con su homosexualidad apenas encubierta.
Charlie encuentra en ellos el reparo impensado, el despertar sexual, las
primeras fiestas, la marihuana, David Bowie, y los compilados en cassettes. Más
una escenificación de The Rocky Horror
Picture Show como expresión justa de la edad acuciante y de la década en la
que se imprime.
De allí a ponderar que la película de Stephen
Chbosky sea un retrato generacional… hay un hiato enorme, abismal, porque nada
supone que lo allí expuesto sea trasladable a otras realidades. Así como
tampoco se distingue una mirada que se arriesgue de manera profunda, que
desmenuce lo que anida allí, por turbulento, para hacer de la adolescencia
norteamericana un peaje insoportable (algo que sí, justamente, realizan King
y/o De Palma con Carrie). Antes bien,
Las ventajas de ser invisible trata
de una historia singular, centrada en alguien disfuncional; es decir, el
individuo que carece de tacto social porque hay algo que provoca su malestar.
En Una nación
bajo las armas, a Michael Moore le basta un paneo de cámara para decir
mucho más. “La culpa es de él” dice el gesto del adolescente, la cámara sigue
el dedo acusador y descubre al marginado, gordito y solo en la high school. Todo lo que cifran estos
segundos de toma ininterrumpida arrojan estupor, mientras Las ventajas de ser invisible no hace más que pintar una acuarela
de niños bonitos, ya crecidos como para seguir en sus roles de Percy Jackson (Logan Lerman) o de amiga
de Harry Potter (Emma Watson), con
tribulaciones de dinero asegurado y de medicina pre-paga.
Está bien, no se trata de desmerecer ni de menospreciar
el momento crítico que el bueno de Charlie reprime para, así, continuar su
vida. Sino de juzgar una película en tanto película, de manera tal que una vez
resuelto el dilema personal, todo habrá de cristalizar hacia una resolución
formal, límpida, que dé por superado el peaje aludido. En otras palabras,
problemas singulares, pero nunca sociales.
Las
ventajas de ser invisible
(The Perks of Being a Wallflower) EE.UU.,
2012. Dirección: Stephen Chbosky. Guión:
Stephen Chbosky, a partir de su novela. Fotografía:
Andrew Dunn. Montaje:
Mary Jo Markey. Música:
Michael Brook. Intérpretes: Logan Lerman, Emma Watson, Ezra Miller,
Dylan McDermott, Paul Rudd, Tom Savini. Duración:
102 minutos
5
(cinco) puntos
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