Un mejor
destino para todo rodaje
En la ciudad se
percibe un ritmo de producción creciente. Hay subsidios y realizaciones
notables. La difusión sigue siendo el problema mayor. Desafíos y contenidos de
autor.
Por
Leandro Arteaga
El desglose de la actividad audiovisual se ha vuelto
benéficamente complejo. Hay proyectos siempre, hay rodajes siempre, hay
estrenos siempre, hay matrícula sostenida en los ámbitos de enseñanza. No era
éste un rasgo habitual.
Lo predicho se sabe que no es suficiente. Que los
canales de difusión no alcanzan o siguen herméticos. Que la Ley de Medios continúa semi-virtual.
Que hay expectativas en torno al canal televisivo de la provincia. Que Señal
Santa Fe sigue siendo, injustamente, una franja horaria (de calidad notable). Y
tantas cuestiones más que cualquier entendido completará.
Ahora bien, entre los “entendidos” deben incluirse
pronto a los espectadores, sostén del asunto. Ya que, desde el criterio de quien
firma, seguramente muchos de ellos estén preguntándose de qué se está hablando
en esta nota, cuando su mundo audiovisual sucede desde la inmediatez de la caja
chica o la cartelera comercial. Responsabilidad que habrán de repartirse
–alguna vez, ojalá, es el deseo ferviente- los medios de comunicación locales y
el denominado “periodismo cultural” (categoría todavía en construcción, en la
que elige inscribirse este cronista, conciente del asedio organizado por comentaristas
de espectáculos, tras-bambalinas y chimentos).
Ante las muchas posibilidades de abordaje, se
elegirá un ejemplo que crece y crece; se trata de la película Bronce, de Claudio Perrin: un ejercicio
de cine minimalista, con dos protagonistas insustituibles (Claudia Schujman y Miguel Bosco) y una miríada de
reconocimientos y galardones que se reparten entre México, California, Grecia,
Perú. El film fue múltiple ganador en la 10ª edición de Cine con Vecinos
(Saladillo), con estreno repetido en Sala El Cairo. El hacer de Perrin es ya
autoral, con una obra que juega una puesta en escena distinguible, rasgo que se
celebra a la vez que enhebra con otras miradas de realizadores también personales.
En este sentido, Arturo Marinho tuvo dos estrenos –en
El Cairo- con El amansador y Los degolladores. Ambas instancias –de
argumentos no necesariamente lejanos, con la sensibilidad genealógica como
trama histórica- desde una misma preocupación estética: cómo narrar, cómo
mostrar, cómo seducir al espectador. Otro nombre de referencia es el de Pablo
Romano, su admirable Alexander Panizza, solo piano –también en El Cairo- significa un recorrido
de mirada encontrada entre cine y música. Si bien todavía con estreno pendiente,
su último trabajo, Anhelo de rebelión,
tuvo exhibición en el Festival Latinoamericano de Video.
La mención reiterada de El
Cairo es la de una pantalla atenta a la producción local. Entre muchos títulos
–que aquí no se podrán mensurar- se destacarán Muñecas, ensayo sobre la memoria fragmentada, de Nicolás Font; y las
series documentales Juventudes exquisitas
de Andrés Nicolás, Un aire a vos de
Florencia Castagnani, y Nosotros detrás
del muro de
Lucrecia Mastrángelo, donde la realizadora mixtura ficción y documental sin
olvidar el acento veraz: el penal de mujeres de Rosario. La misma sala permitió
acceso al último de los trabajos de Héctor Molina: la serie televisiva El hechicero; más la piedra de toque que
significa el mediometraje Tras los pasos
de El Hombre Bestia, de Fernando Irigaray, parte de un proyecto interactivo
que encuentra eje en la película pionera de Camilo Zaccaría Soprani.
Aún cuando la difusión local sea intrincada, siempre
hay resquicios. Por canal 3: Ciencia Cruzada: Micros Audiovisuales que
hacen bailar a la ciencia (Dirección
de Comunicación de la Ciencia
de la UNR y
Centro de Producción de la
Facultad de Ciencia Política); El folclore de las cosas,
de Daniel Soso; Paranada, un viaje por ahí..., de Maia Krajcirik; Otros sentidos, de Mariana Wenger. Por
canal 5: Los días del juicio, de
Pablo Romano; Parte del plato. Una excursión a las cocinas santafesinas (Señal Santa Fe); Territorios (CAR).
Otra veta valiosa la presenta la web, a través de
plataformas como Youtube o Vimeo. El cine debiera ser para todos, así lo
entiende Gustavo Galuppo, y gracias a la posibilidad digital cualquiera puede
acceder a gran parte de su obra: la de alguien capaz de tramar un mundo propio,
de retazos fílmicos exhumados, recreados, vueltos del revés; por otro lado, su Qué sois ahora?/Un documental sobre Pequeña
Orquesta Reincidentes (junto a Mariano Goldgrob), fue parte del ciclo Rockumentales (Encuentro).
La vía
virtual permite también el reencuentro con ese fresco de encanto raído que
Mónica Discépola descubre en Las tres
islas, filmada en la Ciudad Electronuclear de Cuba. Como así también
la revisión de gran parte de las últimas producciones de Gustavo Postiglione,
cuyo último film –Lejos de París- se
preestrenó en el FLVR. Internet es también el medio para acercarse al
documental Glances, de Alfonso
Gastiaburo, incluido en la serie Viewfinder Latinoamerica, de la
cadena televisiva Al Jazeera English.
Vaya un reconocimiento
para José Galvano y su Dách: Mejor
Video Rosarino del FLVR y Primer Premio del Festival Visión Ribereña. Para Elena Guillén y su Cuatromil: mención especial dentro del Festival Internacional FIC de Bella Vista;
mientras se espera –con encanto- su próximo trabajo: Camino al Aeropuerto.
Para Carlos López: invitado a Barcelona a proyectar El rosariazo, y a participar como jurado del 20º Festival Internacional de Cine de Medio
Ambiente. Para Rubén Plataneo: Mejor Documental para El gran río en el Festival de Cine Latinoamericano de Flandes,
Bélgica. Para Judith Battaglia y María Langhi, por sus proyectos en curso: Mary
Terán, la tenista del pueblo y Grito
sagrado. Para Nicolás Valentini: partícipe, con Besocaracola, de Festival El Cruce; productor del documental Pañuelos para la historia, donde el
realizador Alejandro Haddad acompaña a Nora Cortiñas (Madre de Plaza de Mayo)
en su visita a las Madres de la
Paz del Kurdistán turco; director de Más tiempo que vida –actualmente, work in progress- donde tematiza, desde el viaje, la relación con
su padre.
Decir que el dilatadísimo estreno de Las mariposas de Sadourní, de Darío
Nardi, continúa acumulando menciones y premios a nivel internacional, más la distinción
excelsa que significa la recomendación de los hermanos Kaurismäki para su
inclusión en el Midnight Sun Film
Festival de Sodankylä (Laponia).
Felicitaciones de trabajo y por muchas ediciones más
para los veinte años del Festival Latinoamericano de Video y Artes
Audiovisuales (CAR) –con las presencias destacadas de Paz Alicia Garciadiego,
Juan Carlos Rulfo, Néstor García Canclini-; y para el Festival Transterritorial de Cine Under, Conecta 0.2, Bafici (Rosario),
Pizza, birra y cortos. Así como al
Profesor Distinguido por el Concejo Deliberante, Emilio Bellon, quien ha hecho
del cine elección de vida docente, lugar de encuentro académico.
Muchos escenarios por donde continuar un recorrido
que prospera, con el deseo puesto en su mejor destino: circulación y exhibición,
de lo mucho que se hace, entre lo poco que se ve.
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