Ajendra o la
sonoridad de la palabra
Ajendra es una película y es un experimento artístico, donde la música es el
lugar de encuentro. La dirección es de Niño envuelto, el dúo de Franco
Fontanarrosa y Alexis Perepelycia. Se proyecta hoy en el CEC.
Por
Leandro Arteaga
En el marco del Festival Latinoamericano de Video y
Artes Audiovisuales Rosario, Ajendra
se presenta esta noche a las 23.30 en el CEC (Sargento Cabral y el río); pero
¿qué es Ajendra? Ante todo, es una
película dirigida por Franco Fontanarrosa y Alexis Perepelycia. Por eso, es
también una variación artística en el devenir musical del dúo Niño envuelto.
La invitación al mundo que Ajendra propone se articula desde un tramado de disciplinas
artísticas, con el sonido como lugar de encuentro. Instancia de diálogo que ha
sumado para su realización los talentos compartidos de Gustavo Galuppo,
Federico Actis, Alejandro Hillier, Agustín Mosso, Santiago Cicotti, Juan
Barbieratti, Gabriel Cejas, entre otros.
El término “Ajendra” no significa necesariamente
nada, “es una palabra inventada por nosotros, quizás signifique algo parecido a
un lenguaje único o personal, pero como muchos artistas que manejan cierto
grado de abstracción nos gusta que el concepto quede dando vueltas, sin ser
absolutamente explicado”, comenta Franco Fontanarrosa a Rosario/12. Y agrega: “Nos gusta la sonoridad de la palabra”.
-¿Dónde
aparece la inquietud por hacer una película?
-Tanto Alexis (Perepelycia) como yo empezamos a relacionarnos
con lo artístico a través de la música, pero a medida que fue pasando el tiempo
comenzamos a interesarnos en cosas extramusicales. A mí me gusta dibujar, hacer
animación; Alexis pinta, diseña, hace esculturas. Los dos nos consideramos
músicos con inquietudes en otros ámbitos. Niño
envuelto comenzó como un dúo de bajo y batería en el sentido más
tradicional de la palabra, por así decirlo (risas);
poco a poco le agregamos otras cosas, a la manera de performances; nos disfrazábamos, hablábamos y nos metíamos entre la
gente. Creo que eso fue ocupando un espacio cada vez más importante. Cuando
llegó la iniciativa de querer plasmarlo en algún trabajo, en una obra concreta,
pensamos que lo más lógico era hacer algo que tuviera imagen, además de música.
A partir de ahí fue una bola de nieve. Primero pensamos en grabar una cosa
cortita, después obtuvimos un subsidio del Fondo Nacional de las Artes, luego un
subsidio del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe. Se sumó un grupo
de gente amiga muy comprometida y talentosa, que se ofreció a ayudarnos. Conseguimos
como locación una casa de campo de familiares de Alexis, que queda cerca de San
Nicolás, que es increíble, de 1800. Filmamos durante un fin de semana entero, y
cuando nos quisimos dar cuenta había material para hacer algo mucho más
extenso, que durase una hora.
-¿De acuerdo
con el concepto que caracteriza a Niño
envuelto, cómo manejaron la improvisación dentro de la película?
-Es difícil que todo lo improvisado tenga que ser en
algún momento detenido, controlado, para que fuese organizado dentro de una
película. Lo que teníamos claro era qué era lo que queríamos que se filme. La
película se divide en tres escenarios: dentro de la casa, un sendero de
árboles, un granero. En cada uno de esos lugares hay un set armado para que
nosotros toquemos. Le dimos directivas a quienes filmaban acerca de por dónde
queríamos que fuera más o menos la cosa. Después se hizo un registro de lo que
cada uno filmó, se fue editando, y se logró tener una continuidad. Pero es
cierto que algunas cosas las planeamos y otras fueron producto del azar. Por
otra parte, también había poco tiempo como para premeditar ciertas cosas.
-¿Hubo una
premisa de la que partir? En tal caso, ¿cuál era?
-Quizás sí, en el sentido de que creo que el mensaje
final que tiene la película es el de la búsqueda de construir un lenguaje
único, por así decirlo. Fue siempre una de nuestras premisas, aún cuando pueda
sonar como algo “creído” de nuestra parte. Aunque sea algo obviamente
imposible, pensar que podemos crear un lenguaje único fue lo que movió todo. Pensar
en hacer una película desde el sonido y no desde la imagen. Es algo que nos fue
cerrando cada vez más como una idea que defiende lo que estamos queriendo decir
y mostrar. Ese concepto fue poniendo en órbita un montón de cosas que se fueron
acomodando hasta llegar a la película.
-¿Cómo fue la
relación con los integrantes del rodaje?
-Fue muy emocionante y gratificante poder trabajar con
gente tan comprometida, con tanta buena onda; todos trabajaron con cariño hacia
lo que queríamos hacer. Casi todos son personas de Rosario, muchos vienen del
lado de Alexis, que es quien viene trabajando con gente vinculada al video-arte
y las performances. En esos ámbitos
medio multidisciplinarios conoció a muchas personas que estaban en este plan de
mezclar formas de arte. Yo soy el que caigo más de visitante, en el sentido de
que hay varios a quienes conocí por primera vez. Funcionó muy bien, cada uno
hizo su aporte y todos nos pudimos divertir. Queríamos que cada uno pudiera
agregar su visión, y no que fuera una cosa sólo de nosotros dos. Tuvimos que
pensar bastantes cosas, nos encontramos con algunos problemas, pero la verdad
es que estamos muy contentos.
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