Un western de
sequedad emocional
Por
Leandro Arteaga
Un clima árido, de sequedad emocional, transcurre
desde los primeros minutos de El cazador,
nuevo film del australiano David Michôd (Reino
animal). La parquedad de gestos de su protagonista (Guy Pearce), la tierra
y arena calientes de los parajes, la poca presencia humana: apenas algunos
rasgos que permiten entrever lo que a la humanidad le ha sucedido diez años
después del denominado “Colapso”.
Eric (Pearce) persigue con esmero, sin grieta sensible,
a los ladrones de su automóvil. Un empecinamiento que hace de El cazador una road movie con rumbo hacia ningún lado. Durante este devenir, que
parece trazado desde algún pulso secreto, el vínculo aparece con Rey (Robert
Pattinson), hermano malherido de uno de los maleantes. Lo del pulso secreto
viene a cuento porque nada sucede sin el reverso que le justifique, pero para
ello habrá que ver qué es lo que el destino depara a la pareja forzada.
De esta manera, El
cazador es tanto una buddy movie
como también un western. Es decir, un
cruce de géneros conciente, que tiñe su habilidad de relato apocalíptico,
situado en un futuro o pasado cercanos. Lindante con el cine de otros
australianos como John Hillcoat (Propuesta
de muerte, La carretera) y George
Miller (Mad Max), a la vez que de
espíritu afín a Un muchacho y su perro,
la nouvelle de Harlan Ellison con
notables versiones al cine y el cómic (Richard Corben).
En verdad, la calificación de “maleantes” no guarda
justicia necesaria con los personajes del film, ya que no hay una oposición clara,
que permita distinguirles de tal manera. Ni siquiera cuando durante la travesía
desfilen agentes policíacos, mercenarios de un orden por el que matan sin
disimulo. Este mundo caído ya no guarda para sí nada que le conmueva, hasta tal
punto que mejor será al espectador olvidar rápido que el bueno de Eric no es
nada bueno, sino alguien tan desalmado como cualquiera de los demás dementes.
La alteración, igualmente, sobrevendrá. Con ella
tendrá que ver Rey, el compañero deshilachado, de equilibrio precario, herido
en su sensibilidad, capaz de permitir a su angustia visibilidad. Sus
movimientos en vaivén, el hablar entrecortado, las decisiones sorpresivas,
hacen de él –en tanto gran personaje– el contrapunto de Eric. Por otra parte,
asevera también el devenir del intérprete Robert Pattinson de modo relevante,
ya alejado del vampiro eunuco de la saga Crepúsculo.
Hay, sí, personas de buena intención. Atentas en su relación
con los demás, confiadas en la responsabilidad de su trabajo. Pero nada de ello
les garantiza salir ilesos. Todo está podrido y, a no olvidar, de lo que se
trata es de recuperar el auto. ¿Por qué? Porque es el último soporte que a Eric
parece sostenerlo. Aunque quizá ya tampoco.
El
cazador
(The
Rover)
Australia/EE.UU., 2014. Dirección: David Michôd. Guión: Joel Edgerton, David Michôd. Música: Antony Partos. Montaje:
Peter Sciberras. Reparto: Guy Pearce, Robert Pattinson, Scoot
McNairy. Duración: 103 minutos.
8
(ocho) puntos
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