El grito del
hombre mono continúa
De edición
impecable, premiada en Comicópolis, Johnny Jungle se suma al catálogo de
historietas del sello municipal. Un abordaje francés sobre el mito de Tarzán y
Johnny Weissmüller. Leyenda y verdad como dos caras de un mismo personaje.
Por
Leandro Arteaga
Qué difícil es sustraerse al influjo de Tarzán. Ahora
bien, ¿por qué resistirse? Desde su primera aparición en 1912, cortesía del
maestro narrador Edgar Rice Burroughs, el hombre mono no dejó terreno sin
pisar. Maestros del cómic, como Hal Foster y Burne Hogarth, lo delinearon para
el regocijo de tantas aventuras. La radio le tuvo como partícipe privilegiado;
sin excepción en Argentina, donde César Llanos y Oscar Rovito le caracterizaran
durante las tardes de Radio Splendid, entre el Toddy y los libritos editados
por Tor.
En el cine, actores tuvo muchos, pero nadie como el
nadador olímpico Johnny Weissmüller. A él corresponde la estampa, la efigie,
tan noble como el trazo gráfico del gran Russ Manning. Vale decir, Weissmüller
y Tarzán son un mismo grito de selva, historietas y películas.
Por este carril de mito y melancolía transita el
espléndido álbum Johnny Jungle, de la
dupla francesa Jean-Christophe Deveney (guión) y Jérôme Jouvray (dibujos). Y atención,
los premios para esta bande dessinée ya no son sólo internacionales –Premio Especial del Jurado en
el Festival de Lyon 2013–, sino que la impecable edición local, a cargo de la Editorial Municipal
de Rosario, ha resultado galardonada como “Mejor Edición Argentina de Historieta
Extranjera” en la reciente Comicópolis, de Buenos Aires. Méritos bienvenidos
para este libro, que continúa la línea de historietas que el sello municipal
comenzara junto a las ediciones de Crack
Bang Boom.
Johhny Jungle está dotado de una simpatía
implícita, por el personaje que retrata y por el aporte de su dibujante, de una
línea precisa, símil caricatura, inevitable en su invitación hacia la historia
revisitada del astro fílmico, mono blanco, leyenda y verdad, que ha sido Johnny Jungle. A la manera de King Kong,
con un enjambre de cine que revolotea curioso entre la selva, no es la cámara
la que afecta a este hombre criado entre simios, sino el amor de la inefable
Jane. A partir de ella, el devenir hacia la ciudad, y un recuerdo en forma de
separatas con los viejos afiches de los films del astro olvidado.
De esta manera, Johnny
Jungle conjuga su drama mientras dispara asociaciones con el lector. El
diseño de los carteles de cine, los nombres, las anécdotas, no hacen más que
confundir lo verídico con lo supuesto, en virtud de ese mito que Tarzán es
porque Weissmüller también. Johnny Jungle
es todo esto pero también no. Porque su caracterización no hace más que rozar
lo que significa lo predicho para ahondar en un personaje distinto, de vida
selvática a la manera de un niño grande, sin preocupaciones, resguardado por la
mamá mono, de parranda continua y diálogos cómplices con el sacerdote
misionero.
El tránsito entre la selva y la ciudad será móvil
para también hundir las garras en el oportunismo del mundo del cine. Desde la
referencia literaria, la novela de Edgar Rice Burroughs que mejor comulga con el
espíritu de Johnny Jungle es Tarzán y el hombre león. Allí es donde
con sorna manifiesta, Burroughs se burla del modelo Hollywood y de la
banalización que sobre su héroe, con mayor o menor razón, el cine alimentara. A
propósito, la película que mejor destila el humor en tanto contrapunto
–selva/ciudad- sigue siendo Tarzán contra
el mundo (Tarzan's New York Adventure, 1942), con el
rey de los monos saltando entre los rascacielos, sin terminar de comprender
cómo es que puede vivirse de modo hacinado.
De esta manera, Johhny Jungle es lectura de ese mito que
significa el nombre Tarzán. No se lo dice pero está implícito. Como la palabra
clave que cifra el encanto. Por eso, es un álbum bello, una nota de cariño con el foco puesto en ese
personaje que se sabe ya sin lianas, hundido en el alcohol de un hotel. ¿Qué
pasó con Johnny Jungle? Respuestas
hay varias. Repartidas entre las páginas del libro como si de inserts
documentales se tratara. Entre medio, se teje la leyenda del más grande, en la
cual todos quieren su lugar. Eso sí, vale la aclaración. Se trata de Johnny Jungle, Primera Parte. El segundo
álbum ha visto la luz reciente en Francia. De lo que se desprende, con el
continuará como esencia e impaciencia de historieta, ¿para cuándo la edición
local?
Hundido en el alchohol, Johnny Jungle medita su vida |
Alguna vez, ese gran artista que ha sido Carlos
Meglia soñó con volver a dibujar Tarzán. Algo parecido llegó a realizar, se
trató de un cruce curioso entre el hombre mono y el hombre de acero, Superman. Pero el deseo mayor quedó
inconcluso. No así su percepción del personaje como uno de los más fecundos mitos
del siglo pasado. Por las dudas, Ray Bradbury siempre señaló a Edgar Burroughs
como uno de sus pilares literarios. También recordó cómo atesoraba las páginas
dominicales de Foster en un armario de su niñez. En ese arcón de aventuras, ha
venido a revolver Johnny Jungle.
Salud, Tarzán.