Espacio para
la autoayuda
Por Leandro Arteaga
El acento desmedido –como siempre, publicitario- que
sobre Gravedad, película del a veces
notable Alfonso Cuarón (Y tu mamá también,
Niños del hombre), se hace, es un
grito de coyuntura, que hace del film algo a distinguir entre lo mucho –más
bien, poco- que el mainstream ofrece.
Un film desarrollado entre dos personajes con el
espacio como telón de fondo no es asombroso, sino elección dramática que bien
podría cubrirse de cualquier otra investidura escénica. Aquí se elige el
espacio. El asombro, en todo caso, vendrá dado por la extraordinaria gracia
técnica que Cuarón exhibe. Algo de suyo propio, que ya se sabe y que aquí
explota de forma todavía más coreográfica, con planos-secuencia interminables,
sujetos a una previsión calculada. Es decir, nada está fuera de lugar en
ninguno de los planos o movimientos de cámara de Gravedad.
Por ejemplo, una lapicera danza reiteradamente ante
la cámara. La cita es hacia 2001: Odisea
del espacio, de Kubrick. Pero nada más que eso, una artimaña superficial,
de rasgo apenas metatextual, junto con otras de índole religiosa, idiomática o
“pop” (véase Marvin el Marciano). Si nada está fuera de lugar, si todo está
premeditado, el impacto también: atención al después de, justamente, Marvin el
Marciano; o al lugar que ocupa el matafuegos.
Vale decir, hay una construcción formal que lejos
está del intimismo de 2001 o de Solaris, sino más cerca de una carrera a
contratiempo. Cómo llegar al desenlace antes de que, por ejemplo, se termine el
oxígeno. No es que a Gravedad se le
pida algo distinto; es parte de un cine de géneros que, eso sí y hace tiempo,
tuvo en Hollywood momentos de gloria. Encallado ahora en la espectacularidad de
lo que se ve, en la banalidad de lo que se propone. En un 3D de autoayuda.
Por ejemplo: hay una escena crucial, de diálogo, que
no es lo que parece pero sí. Es decir, si lo visto en esta escena hubiese sido
cierto, Gravedad sería una cursilería.
Como la develación lo desdice, parece un giro acertado. Por eso mismo, Gravedad es cursi.
Como corolario, el film arriba a una síntesis evidente,
que remite a los cuatro elementos. No se trata de que el cine de géneros no
pueda plantearse algo semejante, sino cómo se lo plantea. El increíble hombre menguante (1957), de Jack Arnold, es uno de los
mejores ejemplos. Nada de ridículo hay en un gato que persigue a un hombre
diminuto. Mucho menos en su desenlace. Mientras que sí en las palabrerías de ciertos
manuales de instrucción, preocupados por enseñar acerca de cómo vivir mejor.
Gravedad
(Gravity)
EE.UU., 2013. Dirección: Alfonso Cuarón. Guión: Alfonso Cuarón, Jonás Cuarón. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Música: Steven Prince. Montaje: Alfonso Cuarón, Mark Sanger. Reparto: Sandra Bullock, George Clooney, Ed
Harris (voz). Duración: 90 minutos.
Salas:
Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
5
(cinco) puntos
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