De las calles
de Victoria a Berlín
La localidad
entrerriana fue escenario para El gurí, seleccionada para el Festival de
Berlín. La historia de un niño solo, con raíces emocionales en la vida del
director. Federico Luppi y Daniel Aráoz componen parte del reparto.
Por
Leandro Arteaga
“No se trata de una comedia familiar ni de una
película para niños, es sobre un pibe al que se le está muriendo la madre y
tiene que resolver por él y por su hermana cómo seguir con su vida. Es un nene
que se está cargando una temática dura sobre su espalda”, aclara Sergio Mazza
sobre El gurí, largometraje rodado en
la localidad de Victoria, con la noticia feliz de ser seleccionado en la
sección "Generation+14" de la Berlinale, a celebrarse entre el 5 y el 17 de
febrero próximo.
“Mis películas son un vergel de razas”, dice entre risas
el director de El Amarillo y Gallero, “viene gente de Catamarca, La Plata, Buenos Aires, Entre
Ríos, y ésta particularmente tuvo a muchos rosarinos. Todos ponen mucho
esfuerzo en hacer la película, y cuando se va terminando uno se pregunta qué se
hizo con tanto sacrificio. Poder decirles que entramos en Berlín, es una cosa
que te devuelve el alma al cuerpo”.
Sobre la noticia –que suma a la creciente
participación internacional de su cine, con presencia en los festivales de
Venecia, Locarno, Karlovy Vary, Toulouse, Bafici, Mar del Plata, entre otros–
Mazza prefiere manifestarse cauto, y señalar que “es lindo que la película
guste y se vea en un mercado tan grande, obviamente no pasa siempre, y a veces
te ponés más contento de lo que debés. También hice películas que me parecieron
increíbles y después no funcionaron. Claro que uno está siempre buscando el
reconocimiento, que la película funcione. Lo que te podría decir es algo de
Spinetta: decía que intentaba no ponerse demasiado contento cuando le iba
demasiado bien ya que, por consecuencia, tendría que ponerse demasiado triste
cuando le iba mal. Hay que surfear todas esas emociones y estar en el medio de
ellas. Obviamente, cuando no te pasa esto intentás no ponerte muy triste, pero
cuando pasa tampoco te querés sobredimensionar de alegría y festejo.”
El gurí cuenta con las
participaciones de Federico Luppi, Daniel Aráoz, Sofía Gala y Maximiliano
García, oriundo de Victoria, en el papel del chico protagonista. La elección de
Victoria como locación va acompañada de la decisión del director bonaerense de
establecer su productora en esta ciudad. Por un lado las razones del guión,
pero “también por los hijos”, subraya. “Vivíamos en Buenos Aires, la productora
estaba en una casa que alquilábamos en un barrio, el departamento en otro
barrio, los tiempos de distancia eran enormes. Pensaba en la calidad del tiempo
de mis hijos, en ese departamento mirando tele. Entre Ríos es para mí un lugar
de pertenencia que tengo desde siempre, así que un día me subí al auto y me
fui. También elegí Victoria porque necesitaba poder ir y volver en el día del
Incaa, me quedaba cerca”. Y agrega: “Es muy difícil llegar a los cuarenta años
filmando. Entre que empecé a hacer cine tuve dos hijos, mantengo a mi abuela,
hay todo un cúmulo de sentimientos, pasan un montón de cosas en ese riesgo de
que la obra deje de ser reconocida, que no funcione, y que deje de ser
financiable.”
Mazza es alguien que ha filmado en muchos lugares.
Él mismo lo expone: “Catamarca, Córdoba, el gran Buenos Aires, en Entre Ríos
dos veces, y en París”. Hay también anécdotas que, por sí solas, imponen
diferencias. En relación con El gurí,
comenta: “Filmar en localidades del interior es muy particular, con posibilidades
artísticas específicas. En un momento no sabíamos dónde habíamos dejado la
cámara, y había quedado en un trípode puesto en la plaza. Eso te grafica la
energía, porque acá realmente te ponés a atender a la película, estábamos muy
concentrados.
-En entrevistas
señalaste el vínculo entre el argumento de El
gurí y tu vida personal. ¿Cómo viviste este proceso?
-Con mucha memoria emotiva. Tuve la enfermedad de
cáncer de mi viejo cuando yo era muy chico. Cuando entró en el hospital ya no
lo pude ver más, si bien sabía que estaba vivo en algún lugar. Hasta que me
enteré de que murió. En el medio de eso tuve una cantidad de sensaciones y
reflexiones que me fueron atravesando, que me permitieran entender y conocer el
mundo adulto. Son esas sensaciones las que busqué en la película. Los adultos
hablan de cosas sobre las que vos no sabés si las sabés, sino que vas tomando
conciencia de a poco. La puesta de cámara que hice en el caso de los adultos es
de 1,70 metros, y para el nene de 1,10 metros. Trabajamos la información de
esta manera, en un caso había un entendimiento y en el otro había otro, que es
un poco lo que yo sentía sobre mi viejo, cuando giraba la cabeza para ver si
escuchaba algo pero no terminaba de entender todo. Uno piensa en los viejos
todos los días de su vida, es increíble, es algo que te queda marcado en la
piel siempre, para toda la vida. Sigo pensando en mi viejo y por eso hice esta
película. Ahora que tengo hijos estoy completamente convencido de que van a
pensar en mí durante toda su vida.
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