A los saltos por
el tiempo
Rosario/12, 26/05/2014
Si hay que encontrar alguna virtud a la nueva X-Men es la de hacer partícipe de su desbarajuste
temporal a los espectadores. Seguramente, nadie debió pensar, pocos años atrás,
siquiera “filmable” un argumento en donde convivieran distintas versiones
–pasadas/futuras- de superhéroes prácticamente desconocidos para el gran
público. Ejercicio empresarial que Marvel/Disney supo cómo implementar para,
así, entrometer en la cabeza de espectadores desprevenidos nombres como
Wolverine, Xavier, Jean Grey, Magneto, Cíclope, entre otros.
Quedan a salvo las magníficas historietas fuente,
las de los ‘70/’80, donde moran todas y cada una de las vueltas argumentales que
incorpora la serie cinematográfica. Ésta es la aventura más famosa de los X-Men
del cómic, también la más triste, ya que el futuro no les depara nada mejor, y
aún cuando los vericuetos de guión les permitan salir airosos, lo cierto es que
la persecución al diferente continuará peor.
Todo esto más o menos presente en el film de Bryan
Singer, el encargado “oficial” de X-Men. Allí cuando la serie parecía tocar
cierto límite con su tercera entrega, la renovada X-Men: Primera generación (2011) devolvió bríos y encontró relevos
perfectos en James McAvoy y el gran Michael Fassbender. Con Días del futuro pasado se encuentra un
enlace generacional justo, capaz de despegar hacia una renovación de casting definitiva,
que unos cansinos Ian McKellen y Patrick Stewart ya no pueden sostener. Pero
sólo eso.
Tampoco es que haya que pedir tanto, sólo se trata
de otra película de superhéroes, con su fórmula ya trillada por tantos títulos
fugaces. Lo que llama la atención es cómo ciertos directores no pueden desplegar
otros rumbos. Que Bryan Singer deba seguir en lo mismo de siempre (nombre ya
previsto para otra secuela) y no retome propuestas cercanas al espíritu de sus
tempranas Los sospechosos de siempre
y El aprendiz (según novela de
Stephen King) da cuenta de ciert corsé (auto)impuesto.
Lo que queda, entonces, es un ejercicio narrativo
destinado hasta al espectador más distraído. Con el eje puesto en quien sigue
como estrella del reparto: Hugh Jackman, obligado acá a hacer lo habitual, si
bien presa de muchos diálogos explicativos, pero con las garras feroces de
siempre.
Algunas pequeñas notas agregan valía: la
caracterización irónica de Peter Dinklage (el Tyrion Lannister de Game of Thrones), la interacción entre
Jackman y Fassbender, la desnudez azul de Jennifer Lawrence (cuando Mystique,
su personaje, no es un dibujito digital), la adicción alcohólica y de LSD
disimulado de Xavier (McAvoy), y los registros en súper-8: cuya textura y
colores saturados recuerdan el offset de los cómics de origen.
Hay momentos fugaces donde el viaje a los ’70 tiene
cierto encanto, pero enseguida perdido. Lo digital irrumpe rápido. Y estos
personajes, antes que hijos del átomo, lo son de los cálculos por ordenador.
Allí es donde todo este cine termina. En los números.
X-Men:
Días del futuro pasado
(X-Men: Days of Future Past)
EE.UU.,
2014. Director: Bryan Singer. Guión: Jane Goldman, Simon Kinberg, Matthew Vaughn. Música y montaje: John Ottman. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Reparto: Hugh
Jackman, Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, James McAvoy, Halle Berry,
Jason Flemyng, Ian McKellen, Patrick Stewart, Ellen Page, Peter Dinklage. Duración: 131 minutos.
Salas:
Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
6 (seis)
puntos
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