El rostro
detrás del antifaz
Por
Leandro Arteaga
Una de las preguntas es: ¿se escuchará la obertura
de Guillermo Tell? La respuesta es sí y por partida doble. Sobre el inicio y
sobre el desenlace. En cada una de las oportunidades desde un lugar narrativo, para
nada gratuito, que permite desandar para desarmar el personaje y, justamente,
devolverlo como mito. Por eso, y por varios aspectos más, este Llanero
Solitario es digno y mejor que muchas películas actuales de empeño solemne,
personajes de cómic, y prédica reaccionaria.
Algo tendrá que ver el rol determinante de Johnny
Depp, empeñado como estuvo en ser el indio Toro (Tonto, su nombre original), con
el fin de desarticular la mirada de desdén que sobre el indígena la narrativa
norteamericana, si bien con excepciones, construyó. Entre tantos ejemplos que
citar, con el western como género predilecto, El Llanero Solitario es una de
sus expresiones: primero como programa radial, luego como protagonista de
cómics, films, animaciones.
Así las cosas, el título del film debió haber sido
el del indio comanche, vector verdadero que habrá de lidiar con las torpezas de
este hombre blanco, Ranger de Texas y lector de John Locke (Armie Hammer), con
el fin de cumplir una redención que es historia personal y síntesis de un
cambio de época. Porque en Toro se sintetiza el camino que el progreso señala,
con las vías ferroviarias como sinónimo de expansión. En este sentido, si Toro
devela de a poco sus propósitos, el Ranger texano habrá de descubrir
gradualmente también los suyos propios.
De esta manera, la desconfianza entre los personajes
es mutua, hasta que confluyan de modo equivalente y, por fin, la obertura de
Rossini se escuche otra vez. Será allí cuando los móviles de cada quien queden
expuestos, a la luz de los acontecimientos, para dar razón de ser a la
existencia de, justamente, El Llanero Solitario.
No está demás decir que una vez sucede esto, el
espectador podrá entonces disfrutar como si se tratase de cualquiera de las
mejores películas que vio de niño, en el cine o durante los sábados de súper
acción. Lo que dignifica todavía más a este Llanero prófugo. Desde un equilibrio
con la aventura que permite lugar a la reflexión sobre los estereotipos, las
masacres de la Caballería,
la complicidad con el poder económico, sin desteñirse nunca en mensaje serio, de
intenciones aleccionadoras.
Es decir, si El
Llanero Solitario es, en esencia, acción con clima de historieta, la
película de Gore Verbinski (La llamada,
Piratas del Caribe, Rango) también. Allí lo mejor. Con la
suficiente nostalgia como para permitir al indio evocar la película a la manera
de una aventura melancólica, desde el lugar que le asigna el naciente s.XX (el
del “noble salvaje”): una figura de cera que, ojo, puede cobrar vida. Sólo hace
falta ponerse el antifaz.
El
Llanero Solitario
(The
Lone Ranger)
EE.UU., 2013. Dirección: Gore Verbinski. Guión: Justin Haythe, Ted Elliott, Terry Rossio. Montaje:
James Haygood, Craig Wood. Música: Hans Zimmer. Intérpretes: Johnny Depp, Armie Hammer, William
Fichtner, Tom Wilkinson, Ruth Wilson, Helena Bonham Carter, James Badge Dale,
Bryant Prince, Barry Pepper, Mason Cook.
Salas:
Monumental, Showcase, Village.
7
(siete) puntos
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