miércoles, 29 de mayo de 2013

Hemingway & Gellhorn (2012, Philip Kaufman)


El huracán Hemingway & Gellhorn


Por Leandro Arteaga

Uno de los últimos films de HBO –estreno reciente en DVD- implica consideraciones varias, bienvenidas. Por un lado, porque es vuelta al ruedo del estimable realizador Philip Kaufman, nombre integrante de aquella generación de impacto para el Hollywood de antaño, responsable de la versión de 1978 de Los usurpadores de cuerpos así como de la no muy lejana Letras prohibidas –con Geoffrey Rush en el papel de Sade-, también guionista de Eastwood en El fugitivo Josey Wales y de Spielberg en Los cazadores del arca perdida. Por el otro, porque el título del film es preciso respecto de la significancia de sus personajes y del recorte de época que implican.
Hemingway & Gellhorn es suficientemente elocuente como para nombrar la Guerra Civil española, la China comunista, el carácter tempestuoso de Ernest, el carácter tempestuoso de Martha, el cine de Joris Ivens, las fotos de Robert Capa, el clima político mundial, o el arte en tanto parte íntegra vital. Sin literatura, no hay vida. Sin cine, fotografía y política, tampoco. En medio de todo ello, la irascible relación pasional de dos amantes.
El film de Kaufman atraviesa su periplo a partir del rostro y voz de Gellhorn (Kidman), que recuerdan a la cámara, y desde un leit-motiv: el ojo que refracta lo que mira (el de una persona, el de un cuervo, el ojo de buey del barco). Allí se contiene el escenario vivido, pero por analogía será también símil del cuadro fílmico. En este sentido: literatura o cine como maneras de mirar el mundo y, a su vez, la propia película de Kaufman. Capa, Ivens, Dos Passos, Gellhorn y Hemingway como testigos presenciales, capaces de mirar –de animarse a hacerlo, de ofrecer su vida- para decir, mostrar, replicar. Por eso la grandiosidad del arte, en cuyos testimonios pervivirá la memoria crítica sobre el fascismo, las hambrunas, las guerras, los intereses políticos: norteamericanos o soviéticos, intereses económicos al fin, y la película así los explicita.
El eje narrativo acciona y reacciona desde los avatares provocados entre Hemingway (Clive Owen) y Gellhorn, atracción y repulsión, tan fuertes como para probarse a ellos mismos desde el manto que ofrece el peligro bélico, con el fin de saber si el otro se encuentra a la misma altura. Alcanzada la cúspide, en la calma del paraíso aparente, la caída será inevitable, sea por hartazgo, sea por continuar la competencia, o por no existir nunca otra alternativa.
El montaje –obra del gran Walter Murch- enhebra imágenes que van del blanco y negro documental de The Spanish Earth (de Ivens, con Hemingway como voz narradora, luego de un altercado personal con, ni más ni menos, Orson Welles) al rayado simulado de tiempos del celuloide, a un color de cine digital, donde hacer convivir tiempos alternos, en tanto continuidad del relato, como prisma de memoria: pasional, histórica, artística. El arribo al desenlace, en tanto, develará a la película que, dentro de la película, hubo todo el tiempo de suceder.

Hemingway & Gellhorn
EE.UU., 2012. Dirección: Philip Kaufman. Guión: Jerry Stahl, Barbara Turner. Música: Javier Navarrete. Fotografía: Rogier Stoffers. Montaje: Walter Murch. Intérpretes: Nicole Kidman, Clive Owen, David Strathairn, Rodrigo Santoro, Santiago Cabrera, Molly Parker. Duración: 155 minutos.
Sólo disponible en DVD
8 (ocho) puntos

No hay comentarios: