“Parecían gente buena y muy dulce”
Desde el
registro documental, Parapolicial
negro se adentra en los años definitorios
de la Triple A.
La función inaugural, en Cine El Cairo, contará con la presencia de su
realizador.
Por
Leandro Arteaga
El vínculo con los géneros cinematográficos de
Valentín Javier Diment ya queda referido desde una mirada rápida sobre su
trayectoria, a partir del doble rol de guionista (Aballay, de Fernando Spiner) y/o director (La memoria del muerto, exhibida en Bafici 2012). A partir de hoy,
en el horario de las 20 y con presencia del realizador, El Cairo Cine Público
permitirá conocer su anterior trabajo, Parapolicial
Negro: Apuntes para una prehistoria de la Triple A, documental recientemente estrenado
en Buenos Aires, cuyo título sabe cómo aludir a las grietas, morales y
sociales, con las que la literatura y el cine negro supieran caracterizarse.
“La película surge a partir de la investigación
realizada por Ricardo Ragendorfer, que refiere a cuando en el año 2006 detienen
y extraditan de España al policía Eduardo Almirón Sena, acusado de ser partícipe
y, casi, cabeza operativa de la
Triple A”, refiere Valentín Diment a Rosario/12. “Ahora bien, cuando se comienza a investigar acerca de
las actividades criminales de Almirón Sena, se descubre que además de haber
participado en la Triple A,
durante los años ‘60 y ‘70 trabajaba para un departamento de robos y hurtos de la Policía Federal, donde formaba
parte de una banda mixta compuesta, digamos, de policías y delincuentes civiles.
Esta banda se ocupaba, básicamente, de un gran negocio institucionalizado en
aquella época que se llamaba el “mejicaneo”, donde robaban a contrabandistas
que, por motivos obvios, no podían hacer la denuncia. De modo tal que nos
pareció algo muy rico como para poder acercarnos a ese mundo, a esa gente.
Almirón Sena y Juan Ramón Morales, un superior suyo, eran los líderes y fueron
echados de la Policía Federal
en el año 1969. En 1973, con decreto del entonces presidente (Raúl) Lastiri y a
pedido de (José) López Rega, fueron no solamente reincorporados a la fuerza
sino también ascendidos, un escalafón cada uno, para ser también designados como
guardaespaldas de López Rega y como custodios del Ministerio de Bienestar
Social, donde funcionó la sede de la Triple
A.”
-De por sí, el
relato es terriblemente atrapante. Pero, ¿de dónde parte tu interés inicial por
investigar y hacer la película?
-En un principio, la idea fue la hacer una historia
de ficción inspirada en las andanzas de esta gente durante los años 60 y 70. Tanto
Ragendorfer como yo somos bastante fanáticos del policial negro, tanto en el
cine como en la literatura. Cuando él me trae esta investigación, yo justo
estaba leyendo la trilogía de América de James Ellroy, en donde se tratan de un
modo ficcional a situaciones de la realidad norteamericana, durante la época en
la que asesinan a Kennedy. Yo estaba entusiasmado con una manera de tratamiento
novelado, ficcionado, pero que nos permitiera dar una nueva lectura sobre
aquellas épocas, así que decidimos meternos por ese lado. Pero, como no teníamos
plata para hacer la ficción nos presentamos a pedir financiación para un
documental que nos permitiera una investigación periodística. Ahora bien, junto
con esto comenzamos a ver, a descubrir –y yo no soy ningún historiador ni nada
por el estilo, sino sólo un tipo corriente al que le interesa la situación
política-, que aquello que teníamos como base de la Triple A -que López Rega
era un señor muy malo, que estaba loco, y que mandó a matar a gente que era muy
buena-, era en realidad una lectura interesada, por decirlo de algún modo, que
estaba obviando una realidad mucho más compleja, en la cual hay casi una guerra
intestina en el peronismo, con militantes de derecha matando a militantes de
izquierda, y todo esto con la anuencia y colaboración de fuerzas estatales. A
partir de esto, la historia de la
Triple A fue cobrando un vuelo que en un principio no tenía,
y fue ahí donde se empezó a armar la historia entre el relato policial y la
inquietud sobre una época tan apasionante de la historia argentina como es la del
intervalo entre 1973 y 1976, una época de mucho entusiasmo y de mucho fracaso
para un sector de la sociedad, porque era un momento donde parecía que las utopías
estaban cerca de la mano. Todo esto nos fue exigiendo de tal manera que
terminamos cada vez más involucrados en el tema.
-Por lo que
referís, pareciera que la realidad termina por transgredir a la ficción, como
si los hechos y personas se impusieran por sí solos.
-Exactamente, cuando empezás a profundizar en la
parte más personal de estos personajes es cuando dejan de serlo y pasan a ser
personas. Es allí donde aparece aquella famosa cuestión de la banalidad del
mal. A lo que me refiero es a lo siguiente: una de las entrevistadas
principales del documental es la mujer del gordo Almirón Sena, a quien conocimos
en España, cuando Almirón Sena todavía estaba vivo; ella da su versión y es de
una absoluta intimidad: López Rega fue el padrino de su boda con Almirón Sena,
fue quien pagó toda la fiesta con plata de la presidencia. Ella estuvo un
tiempo viviendo en Puerta de Hierro, junto a su marido y López Rega, y lo que
cuenta es que se trataba de gente buena, dulce, ¡casi como si fuera la “Familia
Ingalls” nos llega a decir! Allí es donde aparece una nueva dimensión, que permite
otra lectura, en donde se aúna al personaje con la persona, a partir de la que
se intenta contar –y este es uno de los propósitos del documental- acerca de
gente como nosotros haciendo cosas extremas, teniendo en cuenta que todo lo que
hacían es algo que también está en nosotros.
Además de la función de hoy, Parapolicial negro podrá verse en Cine El Cairo el día viernes a
las 23, y los días sábado, domingo y lunes en el horario de las 20.10.
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