lunes, 13 de julio de 2009

Osamu Tezuka: Astro Boy #1 (Deux Studio, 2008)


La melancolía del niño-robot


Astro Boy #1
Osamu Tezuka
Deux Manga
B/N

$19,90




"Dios, parece un palacio de hielo. Como en el cuento de Hans Christian Andersen que leí el otro día…"
Astro Boy


Es, creo no equivocar ni exagerar, una ocasión celebratoria la de poder encontrar una traducción al español de la obra más famosa de Osamu Tezuka (1928-1989): Astro Boy (Tetsuwam Atom, 1951). La edita Deux Studio, cuya responsabilidad incluye títulos cuyo rescate es, en muchos casos, de relieve: Historias tristes (Gabriel y Francisco Solano López), Los mitos de Chtulhu (Alberto Breccia), Tango en Florencia (Oswal), entre otros.
El caso de Astro Boy es, por lo menos, excepcional. Sin dudas, mucho tiene que ver el inminente estreno de su puesta al día cinematográfica, pero lo que aquí nos importa es poder –al fin, para muchos- acceder a los cuadritos originales, para leerlos y disfrutar de aquella manera de contar referencial, ya que Tezuka es, literalmente, el mangaka más famoso y padre auténtico del animé, a partir de la traslación al mundo animado de su manga más famoso, Astro Boy, entre 1963 y 1966.
De modo tal que, cuando uno se adentra en las páginas de Astro Boy, hay mucha nostalgia y recuerdos que aparecen. Porque de una manera u otra, uno pudo compartir días de infancia con capítulos animados de Astro, y si bien los argumentos podían estar algo alejados de la memoria, la melancolía que supo contagiarnos el robot-niño sigue intacta. Es decir, es éste el elemento fundamental de Astro Boy. Su génesis es, por lo menos, traumática. Hijo de un padre dolido por la pérdida de su hijo, víctima de un accidente automovilístico, se empecinará en invertir todo su dinero y afecto en la construcción de un símil mecánico. Las máquinas quitan la vida de su hijo, las máquinas se lo devuelven. Hay algo que aporta brillo de vida a este pequeño robot, pero es en vano, no puede crecer. Es esto lo que desquicia al padre creador. Y Astro será víctima de golpizas y de orfandad obligada, para luego trabajar como fenómeno de feria en un circo de robots. Sólo esto es más que suficiente para querer al protagonista. Y las aventuras, todavía, no comenzaron.
Llama la atención, sin dudas, la crueldad y verismo de prólogo semejante. Situación que a uno le permitirá pensar en el contexto de origen, la Japón post-Hiroshima, las familias destruidas y, desde el género, a la ciencia-ficción. Seguramente exista algo de todo ello en este manga. Historieta que puede entenderse, tal vez, como si fuese una aventura triste.
Acompañan a las diferentes historias (dos, más el prólogo citado) introducciones en comic del propio Tezuka. Una pena que la edición local no complete los espacios en blanco para el lector, ya que, por lo que uno puede suponer, lo que Deux traduce es una edición norteamericana no cronológica, supervisada en su momento por el mismo autor. En qué fecha fue originalmente publicada, no es un dato que se contemple. Tampoco si es la misma, o vaya uno a saber cuál, que ha editado Dark Horse. A ello se suman dos elementos que, editorialmente, debieran atenderse: la falta de numeración de las páginas y, más grave, la traducción “chabacana” y tontamente “argentina”, que rompe con el verosímil acostumbrado, aquél que supimos creer desde las queridas animaciones. Vale decir, esto no es Dragon Ball (y que no se confunda con una ofensa a este manga –que es muy bueno-, de lo que se habla es del criterio de traducción similar).
De todas maneras, el librito primero es una maravilla. Porque los dibujos de Tezuka compensan todo. Podemos descubrir, por fin, dónde están las referencias “disneyanas” desde el trazo del autor, desde la vertebración de sus historias: surreales y, para siempre, melancólicas.

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