La sonrisa del primer plano
Nada peor que Tom Cruise clonado. Pero si bien esta
sola pesadilla sería motivo suficiente, mejor explicar más. A ver cómo. Oblivion aparece como la nueva incursión
del actor en otra vez lo mismo de siempre. Porque poco es lo que pueda decirse
de Cruise por fuera de su estampita de gelatina dura, con sonrisa de soldadito
feliz. Quizás algunas excepciones, pero que lejos están de alterar su lugar en
tanto emblema de actorcito pedante, repleto de dinero, capaz de expulsar
directores de sus películas, así como
de decidir el corte final de montaje.
Ello no significa negar su carisma, acorde con lo
que una estrella de Hollywood, más o menos, debiera ser. Potencial descubierto
tempranamente, y que fuera también señalado por el propio Billy Wilder a
Cameron Crowe, en el magnífico libro Conversaciones
con Billy Wilder. Pero de allí a justificar sus films, hay una distancia de
abismo. Al menos en lo que respecta a la mayoría, encargada de acentuar su
sonrisa de primer plano, así como de respaldar –aquí lo verdaderamente molesto-
una misma concepción de mundo.
Esta mirada, este lugar que organiza semánticamente
e ideológicamente, se traduce en la figura de un héroe que, al menos, la serie Misión imposible tuvo el buen gusto de
parodiar. O, por lo menos, la primera de ellas, capaz de desarticular lo que
tan ordenado parecía para descubrir su cara oculta. Pero ese es cine de Brian
De Palma. Mientras que Oblivion es un
refrito, pobre, de ciencia-ficción.
En este sentido, agregar todas las películas que se
recuerden y mezclar bien. Entre ellas, por ejemplo, citar Blade Runner, Mad Max, El planeta de los simios. Pero no desde
la coincidencia temática o el espíritu afín, sino desde la cita hueca, en tanto
rasgo de superficie, que adorna a una historia que es contada con todos los
vicios aburridos del cine de acción contemporáneo, para el lucimiento físico de
su actor, desde la réplica pobre hacia el mundo paranoico de Philip K. Dick.
Tanta y tan buena supo ser la ciencia ficción norteamericana, pareciera decir Oblivion con sus ecos de lo que alguna
vez fue un gran cine.
Todo esto porque, entre otras cosas, si algo hizo
tanta narrativa brillante como la que el género tuvo, fue denunciar, criticar,
alertar, filosofar, acerca de la relación entre ser humano-máquina-naturaleza.
Todo un abanico de autores se abre desde este vínculo. Mirada de desencanto –James
Ballard mediante- que Oblivion atrae
hacia sí para vaciar de contenido, llenar de “vueltas de tuerca” argumentales,
y culminar con la reinstauración de la familia feliz.
Algo de develación argumental esta nota contiene,
pero, la verdad, ¿qué película de Tom Cruise podría terminar sin él? ¿Y encima estando
clonado? Lo que significa, ¿de qué buena ciencia ficción se podría hablar en
estos términos?
Oblivion,
el tiempo del olvido
(Oblivion) Estados Unidos/2013
Dirección: Joseph Kosinski. Guión: Joseph Kosinski, Karl Gajdusek, Michael Arndt. Fotografía: Claudio Miranda. Música: Anthony Gonzalez, M.8.3. Montaje: Richard Francis-Bruce. Reparto: Tom Cruise, Morgan Freeman, Olga Kurylenko,
Andrea Riseborough, Nikolaj Coster-Waldau. Duración:
126 minutos.
Salas:
Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
3 (tres)
puntos
1 comentario:
Yo sigo queriendo ser John Malcovich.
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