De la relación
entre hombre y animal
En Arrufó vive
y trabaja Oscar Piumatti, amansador de caballos que protagoniza el nuevo
trabajo de Arturo Marinho. El amansador, de estreno
en El Cairo, ha ganado en la convocatoria de la Televisión Digital
Abierta.
Por
Leandro Arteaga
El amansador es el título del último
trabajo de Arturo Marinho, al que se añade en su cartel gráfico la frase “Una
historia de transformaciones”. Cambiar o, mejor dicho, transgredir la manera
acostumbrada del entender, para participar de una mirada distinta, superadora.
El tema viene dado por la relación entre humanos y animales, puntualmente entre
un amansador y los caballos, y a través de la película como tentativa que
invita a los espectadores. La función especial del próximo viernes 12, a las
20.30, en El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120), será propuesta consumada.
También señalar que El amansador es parte de un recorrido que el cineasta desarrolla
desde formatos distintos –cine, televisión-, con experiencias de vida que le
conectan de manera personal. El caso anterior vino dado por Detrás de la línea amarilla (2011),
notable ir y venir entre Barcelona y Rosario, que va y viene a su vez desde la
vida del protagonista, entre datos sabidos, intuidos, como también en cuanto al
trazo difuso que se enhebra entre los registros de tipo documental y ficción.
Ahora, mismas búsquedas pero bien lejos de la urbe, en el seno de un pueblito
del norte de Santa Fe. “Los rubros y rótulos son un problema que tiene que ver
con las convenciones, pero en algún lugar hay que situar a los trabajos, sobre
todo cuando se aplica a determinados espacios de concursos o de programaciones.
A mí siempre me parece muy fina la distinción entre documental y ficción, por
lo menos desde donde me siento a trabajar. Nunca pienso puntualmente en uno u
otro registro, si bien siempre parto de situaciones fuertemente documentales,
en el sentido de que existen, pero en verdad existe todo, también la ficción.
En un punto, la ficción también es un juego de verosímil con el espectador. En
el caso de El amansador, sería un
juego de inverosímil” dice Marinho a Rosario/12.
-¿De dónde
viene el interés por este proyecto?
-El amansador es
un proyecto de hace un par de años, y que me llega de una manera relativamente
casual. Mi trabajo anterior estuvo delimitado por recorridos en las ciudades de
Barcelona y Rosario, y me interesaba salir de lo urbano, quería cambiar. Había
visto unas protohistorias con posibilidades de ser narradas, y las encontré en
Arrufó, un pueblo muy cercano a Ceres, bastante lejos de los centros
grandemente poblados. Mi aproximación se dio desde el lugar del asombro, de la
curiosidad. No se trata de un documental de observación, tampoco de un documental
estricto, ya que hay situaciones que fueron ficcionalizadas, en el sentido de
que tienen una métrica, una duración, un tiempo y espacio determinados, y eso
es un poco diferente a lo que es en realidad el día a día de estos personajes.
-¿Por qué la
distinción entre domar y amansar?
-Porque hay una diferencia sutil y tajante, y tiene
que ver con la propuesta de este hombre (Oscar Piumatti), alguien que no hacía
esta tarea habitualmente. Oscar fue despedido de la EPE, atravesó una profunda
depresión durante tres años, y cuando emergió de su pozo comenzó a hablar con
los caballos, lo que ya permitía toda una serie de líneas narrativas. La idea fue
la de contraponer su tarea a lo que es el trato violento con los animales. En
ese sentido, la pieza tiene un fuerte anclaje. Este hombre retoma muchas de las
tradiciones y formas de tratar a los animales de los indígenas de la zona, y no
de los conquistadores, quienes en general pasaron a los gauchos y a los
criollos la lógica del sometimiento, a través del castigo y el maltrato para
lograr someter la voluntad del animal. Oscar y sus ayudantes, en cambio, tratan
de hacerse amigos, de construir una relación. En ese punto, me pareció
interesantísimo porque daba vuelta la lógica de lo que uno piensa es un caballo
salvaje a diferencia de uno manso. No hay necesariamente un camino atravesado
por el dolor o el castigo, sino por un hablarle, acariciarlo, y por un paso del
tiempo completamente distinto. Narrativamente, la película hace suceder todo en
un día, pero el tiempo real de amansar a un caballo con este método lleva mucho
más tiempo. Lo que se logra es un compromiso y una relación muy fuerte entre
hombre y animal, para mí eso era muy sorprendente y me pareció que había que
contarlo.
-Llama la
atención cómo el amansador está atento a los pequeños gestos del caballo, a sus
reacciones. Es muy intenso el momento donde camina hacia el animal, pero de
espaldas.
-Hay todo un juego de ir venciendo la resistencia. El
caballo, como todo animal que tiene una visión lateral, identifica a los demás
animales que tienen los ojos al frente como depredadores, como un peligro
inminente; por eso este juego de acercarse de espaldas, para que el animal vaya
bajando la guardia y no sienta en peligro su vida. Hay toda una coreografía
también, un proceso de acercamientos y de alejamientos, de rituales, pero que
son espontáneos; de hecho, con cada caballo se establece una relación
diferente, no hay una lógica predeterminada. Esto fue complejo porque durante
el rodaje sucedieron todo el tiempo cuestiones previstas e imprevistas, que
obligaban a que la cuestión técnica estuviese bien afinada.
-Seguramente,
habrán resuelto situaciones en el momento, mientras sucedían.
-Sí, todo el trabajo interno, dentro de lo que fue
el corral, fue complejísimo desde el punto de vista de la seguridad del equipo
técnico y del propio caballo, porque tuvimos varios días encerrados en un
espacio bastante reducido. Pero finalmente el caballo se acercó a la cámara, y al
tercer o cuarto día estuvo a cinco centímetros del lente, cerca de nosotros,
que no habíamos establecido proximidad. El caballo nos reconoció como parte del
escenario del corral, y eso fue un momento mágico. Fue el caballo mismo quien
nos habilitó a la proximidad.
-¿Y el vínculo
con Oscar, el amansador, cómo sucedió?
-La propuesta resultó ganadora de la convocatoria
del Sistema de Televisión Digital Abierta, y es el trabajo representante de la
provincia de Santa Fe en el género unitario documental. El proyecto estaba un
poco hablado con Oscar, pero cuando queda elegido fue consensuado con ellos,
que lo recibieron muy bien; toda la comunidad se prestó de muy buena gana.
Siento que es lo que habitualmente pasa cuando uno llega a lugares lejanos, hay
un gran sentido de agradecimiento y una relación de compromiso muy importante
porque el propósito de la Televisión Abierta
es el de dar visibilidad a historias no tan tradicionales, televisivamente
hablando. Esta historia encajaba en esos parámetros, en el hecho de que un
protagonista de un pueblo muy pequeño de la provincia de Santa Fe pudiese
mostrarnos y contarnos lo que hace en su día a día. Fue un consenso así como un
gran trabajo de equipo. Mi equipo de rodaje, como acostumbro, fue muy pequeño,
también porque se trataba de una situación apropiada.
Foto: Mario Laus
Foto: Mario Laus
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