Flechas, dinero,
silla de ruedas
Por Leandro Arteaga
Rosario/12 (18/02/2013)
“Érase una vez…” dice la pantalla, pero el cuento de
hadas ya no es lo que era. Aún cuando la imagen devuelva un primer trazo
infantil, idílico, de familia. Rápidamente el viraje. Y la acción desplazada al
arenero de plaza, con una mujer –otra madre- en vínculo telefónico, con órdenes
precisas, para dejar el paquete con dinero, y formalizar el trato con la
misteriosa Rosario.
Rosario mata hombres que maltratan mujeres. Algo que
no se sabrá formalmente hasta dejar que la película avance. Porque, nada mejor,
dejar que el personaje se construya de a poco, en interacción con lo que
ocurre, desde la participación del espectador. Lo mismo, en este sentido, ante
la pluralidad femenina de Rosario; a saber: Florencia Raggi, Brenda Gandini,
María Dupláa, Liz Solari. Cuatro intérpretes para un mismo personaje, pero no
para un mismo rol. Cada una, en este sentido, desde un aparecer puntual, que
antes que sugerir un fácil “trastorno de identidad” es espejo deforme con el
cual interactúan los demás. Así, Rosario será una u otra en función de quién la
mire.
El abanico de la situación se despliega,
argumentalmente, desde María (Ana Celentano), mujer de dinero y en silla de
ruedas, que paga la fianza de Rosario para cumplir a través de ella su
cometido: matar de a poco a su ex-marido (Rafael Ferro). Rosario se inmiscuye,
a partir de allí, en la vida de Rodrigo, de su nueva esposa (Juana Viale), en
su amor por los caballos, y el secreto de un Torino bañado de tierra. Como
siempre, nada es lo que parece y nada mejor que dejar que el juego de espejos
refracte de maneras imprevistas. En este sentido, como esencia del film, hay un
objeto con el que María chantajea las emociones de Rosario. Que guarda en un
sagrario, que contiene mucho más que lo simplemente parece. Más una capilla –o
guarida aristócrata- que también encierra secretos, así como el emblema de un
Cristo clavado en flechas de ballesta.
El delineado del mundo femenino que Mala propone es duro, inasible,
fluctuante; cercano casi al que solía proponer Daniel Tinayre, con la cita que
parece significar la María
de Ana Celentano respecto de Tita Merello en Deshonra (1952). Son mujeres calcinadas de dolor, imparables, con
ánimo sanguinario, pasión sexual perversa. Algunas sugerencias: cuando
Celentano acaricia las piernas de Raggi; la hipnosis seductora de alcohol en
María Dupláa; la masturbación múltiple/espejada de Raggi; Gandini bañada en
sangre, lluvia, y orgasmos.
Entre ellas, el contraste de la madre en ciernes que
significa Angélica (Juana Viale). Un desfile de nombres, notará el lector, de
reminiscencia religiosa, de pecados compartidos, de crímenes por muertes, de
amores caídos, de rezos malditos. Pero, como melodrama histérico, de cadencia noir, en Mala nadie es tan cristalino, nada es tan fácil de suponer, y
ninguna familia o sus partes integrantes significan promesa de bienaventuranza.
Todo ángel está, por eso, siempre a punto de caer.
Mala
Argentina/México/Francia,
2013. Dirección:
Israel Adrián Caetano. Guión:
Israel Caetano, Bruno Hernández, Luciana Piantadina. Música:
Sebastián Escofet. Fotografía:
Diego Poleri. Montaje:
Israel Caetano. Intérpretes:
Florencia Raggi, Rafael Ferro, Ana Celentano, Juana Viale, Brenda Gandini,
María Dupláa, Liz Solari. Duración:
93 minutos.
Salas:
Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
8
(ocho) puntos
3 comentarios:
Me picaron muchas ganas de verla- gracias por tu comentario
LOKACOMOTUMADRE
Gracias por leer. La verdad es que me molestó muchísimo el maltrato que la crítica tuvo con Mala. Pareciera que hay muchos que hacen del arte de escribir algo altanero. Porque creo en la interacción entre ambas situaciones, es que no entiendo que una de las dos se sobreponga. Según tantos, habría de entenderse que Caetano ya no sabe filmar. No es un disparate?
En cuanto a las dos situaciones me refiero a escribir y filmar, crítica y práctica. Un poquito de cine (práctico) vendría bien a varios escribas.
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