Historias que esconden los barcos
Luego de ser presentada en el Bafici, la última producción de Rubén Plataneo traza su derrotero entre Rosario y Guinea. Una travesía de reencuentro entre madre e hijo.
Por
Leandro Arteaga
Stevenson, Melville, Conrad, Pratt… Rubén Plataneo
enumera lecturas que le apasionan y que este cronista entiende como responsables
primeras del trabajo que mañana se estrena en Rosario. El gran río es el océano y su voz (así como La balada del mar Salado lo era para el romance entre el Pacífico y
Corto Maltés), pero desde vínculos que hilvanan un derrotero particular, que
culmina con el encuentro por parte del cineasta de un pibe de 19 años, africano
y polizón, que le dice: yo soy cantante de hip hop, hace tres años que llegué y
hace tres años que mi madre no sabe si yo estoy vivo o muerto. “Ahí fue cuando
dije: bueno, acá empezó la película” refiere Plataneo a Rosario/12.
Precedida de un recibimiento caluroso en público y
crítica en el último Bafici, así como de su estreno en ciudad de Santa Fe, El
gran río podrá verse hoy en El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120). Viernes
(a las 20.30) y sábado (a las 18 y 22) contará también con la presencia del
director así como de Black Doh, nombre artístico de David, músico y
protagonista de esta historia que le ve nacer desde el vientre de un barco, al
pisar tierra en Rosario.
“El gran río empezó
como un proyecto de investigación junto a Virginia Giacosa. Ella desde el
periodismo y yo desde el cine. Le propuse que nos complementáramos para
estudiar este fenómeno incipiente en Rosario y en el país, donde el río Paraná comenzaba
a poblarse no sólo de veleritos y botes de pescadores, sino de ultramarinos
viniendo a buscar la soja y los minerales. Un fenómeno que implicó un cambio
geográfico importante respecto de la imagen de la ciudad y su río” comenta
Plataneo.
“A mi me encantan los barcos, me gusta verlos como
esa gran masa metálica, silenciosa y sórdida. Cuando uno ve un barco, por lo
general no ve a las personas. Con esa lentitud exasperante con la que cruzan
continentes, siempre trayendo historias ocultas. Ahora bien, el colmo era traer
pibes africanos, a los que se cruzaba por la ruta de los esclavos, y desde un nuevo
tipo de comercio internacional. Fue así que inicié el trabajo pero desde una
hipótesis más básica, que remitía a los chicos africanos que llegan al país.”
-Y allí es
cuando aparece David.
-Con él aparece la película porque en él tenía a un
verdadero personaje, con características excepcionales, a un narrador de su
propia historia y de la de otros. Todas sus canciones son relatos de
experiencias o de vivencias. A la vez, reaparecía constantemente la relación
con su madre, como si se tratara del personaje fantasmático de esta historia. Él
quería llegar de algún modo a ella, así como lograr su obsesión de grabar un
disco. Es más, vino en el barco cantando constantemente las canciones que iba
componiendo para memorizarlas. Estos pibes viajaban en un hueco del barco, como
si fuese una especie de nido que está en la popa, sobre la hélice, al que sólo
se accede desde el agua, y al que hay que subir cuando el motor está detenido.
Ellos esperaban que el barco llegara a Europa, pero llegó acá. Es decir, era
una historia llena de paradojas.
-¿Y qué te
contó él al darse cuenta de esto?
-Que se pusieron a bailar y a cantar porque habían
llegado a las tierras de Maradona, estaban contentísimos. Decían que si
llegaban al país donde había nacido Maradona, no les podía ir mal.
-Conseguiste
que grabara el disco.
-En este sentido, la película tiene surcos paralelos
de relato, uno de ellos es la grabación del disco, que se hizo acá, en forma
alternativa; por otro lado, estaba su obstinación por adaptarse aquí, con sus
problemas de trabajo y alojamiento. Pero se mantenía la referencia constante a
la madre. Rodeado de toda esa complejidad contextual, voy comprobando que éste
era el verdadero hilo rojo del relato, él quería que ese disco viajara a Guinea
y que lo escuchara su madre.
-Fue así que
decidiste viajar allí. ¿Cómo reaccionaron ambos al verse en imágenes?
-Un ejemplo, que puede verse en la película, tiene
que ver con una carta escrita por él para su madre, que yo había llevado y que
no sabía qué decía. Mientras ella la iba leyendo, yo la filmaba. David quedó
muy impresionado, las imágenes de África le afectaron mucho, no quiso terminar
de ver todo. Él no viajó, al ser refugiado político. De hecho, quiere vivir acá
y traer a su familia, le parece terrible lo que pasa en África. A partir de la película,
podríamos también decir que lo que se reestableció es un vínculo.
El gran río contempla también una
función el domingo próximo en el horario de las 20.30.
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