domingo, 4 de julio de 2010

Kick-Ass (2009, Matthew Vaughn)


Patear culos y solucionar el mundo



Kick-Ass
EE.UU./Inglaterra, 2009
Dirección: Matthew Vaughn. Guión: Jane Goldman, Matthew Vaughn, a partir del cómic de Mark Milla y John Romita Jr. Fotografía: Ben Davis. Montaje: Eddie Hamilton, Jon Harris, Pietro Scalia.Intérpretes: Aaron Johnson, Nicolas Cage, Chloe Moretz, Mark Strong, Christopher Mintz-Plasse.
Duración: 117 minutos.



En un primer momento, bien podría pensarse en Kick-Ass como en un film atrevido, dispuesto a indagar en el propio concepto denominado “superhéroe”. En este sentido, el alter-ego “Kick-Ass” sería expresión delirada de un adolescente problematizado y enfermizo, cuya falta de límite entre sus lecturas y la vida diaria lo lleva a adoptar el desafío de vestir un disfraz para salir a la calle a, literalmente, patear culos.
Pero, en verdad, Kick-Ass –otro tanto ocurre con el cómic origen- no deja de ser una vana glorificación de la violencia, desde su costado más efectista, superficial y reaccionario. Uno de sus momentos, sin embargo, sabe cómo llamar la atención. Ocurre cuando es el propio padre (Nicolas Cage) el que dispara sobre su hija pequeña. Sólo se trata de un entrenamiento, pero esto es algo que se revela después. La imagen es muy fuerte y rememora –si se trata de pensar nexos fílmicos- la de aquella niña que moría en Asalto al precinto 13 (1976), de John Carpenter. Pero lo que en Carpenter es artesanía –y promesa moral de no volver a filmar nunca algo igual-, en Kick-Ass es efectismo y puerta que se abre para, ahora sí, cualquier cosa.
A partir de allí: angulaciones forzadas, disparos letales, una asesina infantil, golpes en primeros planos, mucha muerte coreografiada, rallentis con música para el soundtrack, y el hálito inicial de una revisión superheroica finalmente mentida, que sigue ratificando a Watchmen (la historieta de Alan Moore, nunca la película) como obra maldita, como un gran éxito a pesar suyo.
Mejor, entonces, pensar otro ejemplo. Y remitirse a una de las últimas historietas que Página/12 ha publicado a través de la revista Fierro (nros. 29-35). Se trata de Fly Blues, de Carlos Sampayo y Oscar Zárate. Desde la caricia del jazz y sus notas de pentagrama vueltas moscas -que miran y opinan y accionan-, los cuadritos de Zárate tiñen de acuarela la melancolía de Sampayo, interrumpida por la plasmación brutal de la violencia callejera. Un grotesco absurdo, que anida en el regodeo imbécil, en las patadas y muertes filmadas con celulares. Un voyeurismo psicópata que en Kick-Ass se celebra. Las Fierro se consiguen. Y esta historieta es una obra maestra.
Si bien no deja de ser otro elemento pastiche, no es por ello menos divertida la caracterización que, cifrada en el Batman de Adam West, Cage propone para su “Big Daddy”. No deja, también, de ser un aspecto menos oscuro. Aquella serie televisiva, camp y pop, es un referente de la parodia tonta, mentirosamente ingenua, hoy todavía intacta. Mientras que, por su parte, Kick-Ass celebra un descerebramiento explícito, con garrotes a los que recurrir para hacerse respetar, y la promesa de una chica que conseguir por el solo hecho de vestir un disfraz, golpear y ser golpeado. Lejos ha quedado la ironía del encapotado panzón de West. Es tiempo, ahora, del que sabe patear culos. Así de simple. Así de pobre.

1 comentario:

Ariel Martinez De Luca dijo...

Coincido bastante con vos.
Creo que la pelicula arranca bien, pero al correr de los minutos se termina transformando en lo que al principio parodiaba.
Saludos!