Las huellas de
un pudor compartido
La
construcción formal de El origen del pudor hace
de ella una de las mejores películas de Diego Fidalgo. Rosario, la pornografía
y el erotismo, cuyos ecos censores todavía persisten. La figura polémica de
Alberto Chaume, pornógrafo y abogado.
Por
Leandro Arteaga
Las fotos se le cruzaron y porque el cine está en la
cabeza y las historias siempre acechan, no pudo menos que ir tras ellas. Algo
de esto hay en El origen del pudor,
la nueva película de Diego Fidalgo (Trescientoscincuenta,
Hombres de ideas avanzadas), cuyo
preestreno será mañana, a las 20.30, en Cine El Cairo (Santa Fe 1120) con
entrada libre y gratuita. El proyecto resultó ganador de la Convocatoria Espacio
Santafesino 2012, en la categoría Desarrollo de Proyectos de Largometrajes.
La investigación de Fidalgo termina por ofrecer
todavía más, tanto como para desocultar relatos que se anudan y guardan en la
figura de Alberto Chaume, abogado de la ciudad, de vocación pornógrafo, un
lugar de encuentro. Fotos, en suma, como caleidoscopio de otras. Todas hilvanadas
desde un pudor bordado.
“Todo empieza con un hallazgo fortuito, de un
material fotográfico, hace seis años más o menos. Una serie de fotografías
antiguas de los años ‘50, ‘60, de mujeres en pose sensual. Encontré dos o tres
en la calle, seguí el rastro, y había todo un contenedor de basura con negativos,
papeles, cartas, un análisis grafológico, todas cosas que me llamaron la
atención. Pero lo más notorio era que las fotos tenían en el dorso un sello
judicial, un número de serie y una firma de un oficial de Justicia. Acá hay
algo, una historia, me dije, pero no sabía cuál, sólo tenía una parte del
rompecabezas”, narra el realizador a Rosario/12.
Y agrega: “Pasaron tres o cuatro años con el
material dentro de una caja, cada tanto las miraba, las mostraba a amigos,
tirábamos hipótesis. Otro encuentro casual con un compañero de trabajo, que
vivía en el edificio frente a donde había encontrado las fotos, fue un poco el que
abrió la llave del misterio. Averiguando, este amigo descubrió que en el
edificio había un tipo que durante cuarenta o cincuenta años se había dedicado
a hacer fotografías eróticas y pornográficas. A partir de ese hallazgo se pone
en marcha una especie de relato detectivesco por saber la verdad de este caso.”
-Ir tras las
historias que las fotos guardaban.
-Fotos que no decían o sugerían nada, pero de pronto
comenzaron a contar un montón de cosas. Ellas son el hilo narrativo. Porque no
se trata de un tema sobre el que haya querido trabajar, es decir, el sexo o la
pornografía en Rosario, las imágenes eróticas en los ’50, no estaban dentro de
mis intereses. Pero de alguna manera la historia me vino a buscar, así que la
tomé y fui hasta las últimas consecuencias.
-Hablemos de
la figura de Alberto Chaume.
-Chaume era un abogado, oriundo de Santa Fe, donde había
sido Director General de Rentas. Se viene para Rosario –quizás porque sus
andanzas ya eran conocidas por allá–, pensando en que tal vez se trataba de una
ciudad más abierta, por toda su carga prostibularia. Acá armó una red de gente
y complicidades y silencios. Durante cuarenta años se dedicó a hacer esto en
fiestas. Y en el ‘82 lo detienen por corrupción de menores, a quienes
fotografiaba en esas fiestas. Tenía un intercambio de fotografías con revistas
de todo el mundo, lo que le daba una especie de circuito internacional, en una
época donde esto era mucho más difícil. Mucha gente de distintos sectores se
involucraba, algo que está puesto en juego en el documental: el tema de la
doble moral, de los actos privados y públicos, lo que se decía y mostraba y lo
que no.
-Chaume como
un fusible, en una sociedad nunca ingenua. Lo digo por uno de los ejemplos que
incluís, el de la Liga
de la Decencia.
-Acá tuvimos a la Liga de la Decencia, con su apogeo durante la última
dictadura, marcando un poco la moral y las buenas costumbres. No es que grupos
conservadores como éste desaparezcan, sino que se diluyen en otros organismos,
operando desde las sombras tal vez. Me interesaba esa vinculación. Yo no hago
una valoración moral del pornógrafo, pero sí cuando el tipo transgrede esa
línea de corruptor de menores. Ahora bien, a los dos días de detenerlo, aparece
un artículo de la Liga
de la Decencia
en La Capital,
así que buscamos esa vinculación, a ver si ellos estaban detrás de esta caída.
-Es impactante el relato final
de la agente policial, Mariana Pussafiume, al recrear
la captura.
-Encontrarla fue un hallazgo. Aportó un plus a la
narrativa, al romper un poco con el resto de los testimonios. Ella le da una
cuestión vivencial.
-Otro
personaje excepcional es el experto en pornografía.
-Un tal Edmundo, todo un conocedor. Es que la
fotografía tiene valor desde el punto de vista de quien la mire. Si uno mira
objetivamente mucho no dice, pero si alguien sabe, esa fotografía se empieza a
corporizar, a cobrar densidad.
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