jueves, 21 de agosto de 2014

Somos ríos (2014, Azotea Producciones/Señal Santa Fe)


Por el río hacia la noche única


Somos ríos, documental que narra la presentación de Santa Fe en el último Cosquín, se proyecta mañana. Testimonios emotivos y una sensibilidad artística compartida. Sin el arte, no hay vida posible.

Por Leandro Arteaga

 Como este cronista tuvo la oportunidad de acompañar a la delegación de Santa Fe durante el último Festival de Cosquín, sabe de la emoción compartida entre sus integrantes. Hubo partícipes provenientes de numerosos pueblos y ciudades, representando regiones repartidas por todo el inmenso terruño que es la provincia. Un intercambio de afecto artístico como tal vez nunca se produjo de igual manera. Consecuencia mayúscula del programa “Querer, Creer, Crear”, impulsado por el Ministerio de Innovación y Cultura, preocupado por relevar el quehacer artístico de Santa Fe.
De esta manera, la delegación se conformó a partir de una selección rigurosa, que incluyó bailarines, cantores y músicos, a través de la tarea desempeñada por Eduardo Spinassi (Dirección Musical), Claudio Bolzani (Director Adjunto) y Diego García (Dirección del Ballet y Coreografía). Ahora bien, el relevo más importante, el que transcurre de manera sensible, encarnado en la experiencia de todos y cada uno de los artistas convocados, es el relato verdadero. Entre esta instancia escurridiza y el relevo documental, transcurren los sesenta minutos de Somos ríos, el trabajo audiovisual que presentará mañana a las 20.30, con entrada libre y gratuita, El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120).
Somos ríos es una producción de Señal Santa Fe, y cuenta con realización integral del grupo Azotea Productora Audiovisual (Cuatro Calles; Rosario, Ciudad de los Payasos; Portaestudio), conformado por Francisco Zini, Pablo Zini y Hernán Roperto. Abocados al acompañamiento, cámara en mano, de la tarea íntegra que supuso la presentación en Cosquín, Somos ríos permite adentrarse en los instancias primeras, los ensayos, los testimonios, las ansiedades.
Ésta es una de las posibilidades mágicas que el cine supone: volver sobre lo hecho, y en este caso con el saldo feliz del desafío consumado. En este sentido, observar y escuchar los gestos y palabras de quienes se saben parte de una experiencia única, de un sueño que les cuesta todavía asumir, da cuenta de una expectativa que no tiene manera posible de ser cabalmente dicha. Por eso, hay momentos donde la imagen del entrevistado es suficiente, sus palabras entrecortadas también.
Cuando Somos ríos indaga en la vida cotidiana de cada uno de ellos, entre la panadería, el taller mecánico o la jardinería, como contraparte justa –nunca tan precisa, cercana, cierta- del momento cúlmine supuesto por el escenario Atahualpa Yupanqui, se alcanza ese momento misterioso que se disfruta todavía más. De esta manera, la película va y viene entre las imágenes que la Televisión Pública difundiera, durante la extraordinaria noche del 31 de enero, y la intimidad de apenas algunas de las sesenta personas que estuvieron en escena.
Fue una noche extraordinaria porque significó de manera profunda. La presentación duró como síntesis de los muchos días que entre sus integrantes se sucedieron. Así lo comentan mientras la cámara los registra, apegados entre sí por una sensibilidad compartida, por el goce estético producido. Reiteradamente se les escucha que sin el baile, sin el canto, vivir es imposible.
El río, contenido en el título del trabajo, aparece como el núcleo, es el nudo que sostiene, presente en las vidas de todos los integrantes de esta delegación; río hecho de canciones y bailes en aquella noche única, así como durante todas las noches vividas y todavía por delante.
 

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