Aventuras en
el espacio multióptico
Por
Leandro Arteaga
Visto el paisaje crítico, hay varios periodistas que
disfrutan al revelar detalles fundamentales, que provocaron resentimiento entre
lectores/espectadores. ¡Pero es que tienen razón! ¿Dónde radica la sapiencia
del que refiere si se detiene en la develación de misterios? En fin, una pena.
Salvado un primer párrafo de discordia, sí coincidir
en que En la oscuridad: Star Trek
está muy bien. Porque asume el carácter de nuevo capítulo fílmico y porque
remite al vínculo televisivo de origen. Televisión que es también lugar
relacional con el hacer del realizador J.J. Abrams: Lost, Fringe, Person of Interest, Alcatraz, entre otras series. En ellas, el quiebre o la duplicación
temporal como lugar coincidente, si no desde la ciencia ficción y los mundos
paralelos, sí desde la paranoia espía o los flashbacks
vueltos flashforwards y viceversa.
En esta manera identitaria se inscribe también el
nuevo universo Star Trek, ya plasmado
de manera genética en el episodio primero y su replicación espacio-temporal,
ahora con una profundidad mayor, que remite aún más a la serie de origen, como
espejo sobre el que se mira, se reconoce y se distancia. En este sentido,
Abrams produce un prisma multióptico, que va y viene entre los capítulos de los
años ‘60, las películas previas y el desarrollo actual. Entre los límites que
los distinguirían es donde se tejen miradas cómplices, guiños, transgresiones,
trucos dramáticos.
En este sentido, cualquiera de los personajes de Star Trek puede ser remitido a lo que
era, a lo que es, a lo que podrá ser. Puesto que entre versión y versión algo
se pierde, algo se gana, será posible entonces ver a Spock actuar como nunca
antes –es él la imagen-espejo mayor, capaz de verse a sí mismo, viejo o joven,
todo depende desde dónde-, o ver a Kirk más desaforado que de costumbre. El
inicio es nodal: con la ley como lugar de encuentro y desencuentro, de
obediencia y desobediencia; los personajes se cuestionan y desgarran, de cara a
un planteo que tendrá ramificaciones mayores.
Dentro y fuera de la ley, explorador o soldado,
patriota o terrorista. Todo esto está dando vueltas en la nueva Star Trek, con un ingenio lo
suficientemente hábil como para lograr dislocar los lugares acostumbrados y
alterar el tablero de juego. Capaz, por eso, de lograr una de las recreaciones
más directas del 11-S pero sin la cursilería discursiva habitual. El
terrorista, claro, es peligroso. Y necesario. Allí la dualidad. Y allí otra vez
la puesta en escena de imágenes espejadas, con las que Abrams gusta pensar sus
tramas.
Si Spock puede mirarse a sí mismo (Zachary
Quinto/Leonard Nimoy), Kirk y el misterioso John Harrison (Chris Pine/Benedict
Cumberbatch), así como los mandos superiores que encarnan Bruce Greenwood y el
gran Peter Weller, son otras de las variaciones de anverso/reverso con las que
se construye el film.
En
la oscuridad: Star Trek
(Star Trek Into Darkness)
EE.UU, 2013. Dirección: J.J. Abrams. Guión: Roberto Orci, Alex Kurtzman, Damon Lindelof. Fotografía: Dan Mindel. Música: Michael Giacchino. Montaje: Maryann Brandon, Mary Jo Markey. Reparto:
Chris Pine, Zachary Quinto, Zoe Saldana, Benedict Cumberbatch, Karl Urban,
Simon Pegg, John Cho, Anton Yelchin. Duración: 132 minutos.
7
(siete) puntos
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