martes, 20 de agosto de 2013

Star Trek Into Darkness (2013, J.J. Abrams)


Aventuras en el espacio multióptico


Por Leandro Arteaga

Visto el paisaje crítico, hay varios periodistas que disfrutan al revelar detalles fundamentales, que provocaron resentimiento entre lectores/espectadores. ¡Pero es que tienen razón! ¿Dónde radica la sapiencia del que refiere si se detiene en la develación de misterios? En fin, una pena.
Salvado un primer párrafo de discordia, sí coincidir en que En la oscuridad: Star Trek está muy bien. Porque asume el carácter de nuevo capítulo fílmico y porque remite al vínculo televisivo de origen. Televisión que es también lugar relacional con el hacer del realizador J.J. Abrams: Lost, Fringe, Person of Interest, Alcatraz, entre otras series. En ellas, el quiebre o la duplicación temporal como lugar coincidente, si no desde la ciencia ficción y los mundos paralelos, sí desde la paranoia espía o los flashbacks vueltos flashforwards y viceversa.
En esta manera identitaria se inscribe también el nuevo universo Star Trek, ya plasmado de manera genética en el episodio primero y su replicación espacio-temporal, ahora con una profundidad mayor, que remite aún más a la serie de origen, como espejo sobre el que se mira, se reconoce y se distancia. En este sentido, Abrams produce un prisma multióptico, que va y viene entre los capítulos de los años ‘60, las películas previas y el desarrollo actual. Entre los límites que los distinguirían es donde se tejen miradas cómplices, guiños, transgresiones, trucos dramáticos.
En este sentido, cualquiera de los personajes de Star Trek puede ser remitido a lo que era, a lo que es, a lo que podrá ser. Puesto que entre versión y versión algo se pierde, algo se gana, será posible entonces ver a Spock actuar como nunca antes –es él la imagen-espejo mayor, capaz de verse a sí mismo, viejo o joven, todo depende desde dónde-, o ver a Kirk más desaforado que de costumbre. El inicio es nodal: con la ley como lugar de encuentro y desencuentro, de obediencia y desobediencia; los personajes se cuestionan y desgarran, de cara a un planteo que tendrá ramificaciones mayores.
Dentro y fuera de la ley, explorador o soldado, patriota o terrorista. Todo esto está dando vueltas en la nueva Star Trek, con un ingenio lo suficientemente hábil como para lograr dislocar los lugares acostumbrados y alterar el tablero de juego. Capaz, por eso, de lograr una de las recreaciones más directas del 11-S pero sin la cursilería discursiva habitual. El terrorista, claro, es peligroso. Y necesario. Allí la dualidad. Y allí otra vez la puesta en escena de imágenes espejadas, con las que Abrams gusta pensar sus tramas.
Si Spock puede mirarse a sí mismo (Zachary Quinto/Leonard Nimoy), Kirk y el misterioso John Harrison (Chris Pine/Benedict Cumberbatch), así como los mandos superiores que encarnan Bruce Greenwood y el gran Peter Weller, son otras de las variaciones de anverso/reverso con las que se construye el film.

En la oscuridad: Star Trek
(Star Trek Into Darkness)
EE.UU, 2013. Dirección: J.J. Abrams. Guión: Roberto Orci, Alex Kurtzman, Damon Lindelof. Fotografía: Dan Mindel. Música: Michael Giacchino. Montaje: Maryann Brandon, Mary Jo Markey. Reparto: Chris Pine, Zachary Quinto, Zoe Saldana, Benedict Cumberbatch, Karl Urban, Simon Pegg, John Cho, Anton Yelchin. Duración: 132 minutos.
7 (siete) puntos

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