martes, 13 de agosto de 2013

Comme un chef (2012, Daniel Cohen)


La aburrida gastronomía


Por Leandro Arteaga
Rosario/12 (05/08/2013)

La premisa es tentadora. Jean Reno como cocinero de fama en peligro, presionado por su restaurante –por su empresario- para no perder el pulso gastronómico con los nuevos tiempos. La fama de Alexandre (Reno) oscila entre lo que logró y el gusto relamido de una mesa de críticos. A la par, es Jacky (Michël Youn) quien no logra encontrar el restaurante que le aprecie, apasionado por la alta cocina, es capaz de recitar libros de recetas de memoria, sapiencia que sin embargo no le servirá para tener lo que precisa: dinero.
A todo ello se suma la presión femenina: en el primero, desde la tesis universitaria de la hija, quien le solicita al padre presencia y atención; en el segundo, desde la maternidad de la pareja, quien exige un trabajo rentable, sustentable. Los dos, Alexandre y Jacky, procurarán un equilibrio que, invariablemente, habrá de írseles de las manos.
Lo que necesariamente sucederá es la conexión entre ambas historias, estructuradas de manera simétrica. En este sentido, chef y asistente unirán fuerzas para lograr sus cometidos. Para ello, por ejemplo, tendrán que participar de una lección de comida molecular, el futuro aparente de la gastronomía. Situación justa para la aparición demente de Santiago Segura, quien no hace en verdad más que desarrollar un cameo que aporta nada, pero seguramente sí valida para esta producción francesa la participación de capitales españoles.
En una misma línea incongruente, también se señala la visita furtiva del dúo a un restaurante para el conocimiento de sus secretos, pero disfrazados de pareja japonesa (¡!), sin ningún rasgo de verosimilitud que les acompañe en tal decisión, quizás sólo amparados por la supuesta gracia que debieran despertar entre el público espectador.
Pero aún cuando esta y muchas situaciones más no aporten nada significativo, lo que en todo caso hace de El chef una película mediocre son los lineamientos que la promueven. En este sentido, Jacky debe lograr un trabajo remunerado para ser padre de familia, es por eso que, después de obtenerlo, podrá entonces proponer casamiento a su pareja. Luego, como se debe, el hijo. Por parte del solitario chef, no sólo habrá atención paterna suficiente, a tiempo y con mucha comida, sino también oportunidad que le redima para ser devuelto al redil de la pareja. Entre uno y otro se resuelve, finalmente y felizmente, la pasión por la elección de vida y los deberes sociales respetables.
Es increíble, pero este tipo de miradas, tan conservadoras, tan transitadas por cierto tipo de cine pero sobre todo por la totalidad del mundo publicitario, continúan funcionando de un modo fácil, evidente, sin necesidad de segundas o terceras lecturas, sino tan sólo desde una exposición burda. Señalar a El chef como una comedia “liviana” no es justicia, sino sólo una manera amable de decir que se trata de una película reaccionaria, en donde el arte de la cocina, en todo caso, se sitúa muy lejos de lo que puede significar en tanto instancia para el encanto, la seducción o la transgresión, transmutada en herramienta destinada a mantener una segregación ordenada y social de los comensales, divididos como se presentan entre los diferentes restaurantes. Allí es donde quieren insertarse, o de donde no quieren ser rechazados, los mismos protagonistas.

El chef
(Comme un chef)
Francia/España, 2012. Dirección y guion: Daniel Cohen. Fotografía: Robert Fraisse. Música: Nicola Piovani. Montaje: Géraldine Rétif. Reparto: Jean Reno, Michaël Youn, Raphaëlle Agogué, Julien Boisselier, Salomé Stévenin. Duración: 84 minutos.
4 (cuatro) puntos

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