jueves, 8 de septiembre de 2011

Reus: entrevista con Pablo Fernández


El policial invade las calles de Uruguay



Récord de público en su país y estreno del Festival de Video de Rosario, Reus propone la vieja y mejor manera de hacer cine: contar una historia. Público, tiros, premios, y la pronta distribución en Argentina.

Por Leandro Arteaga

Uno de los puntos álgidos del Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales, que continúa su programación hasta el domingo próximo, ya lo constituye la proyección de la película uruguaya Reus. Policías, tiroteos y delitos, abrieron el Festival desde el marco barrial de una Uruguay del margen, allí donde la periferia encuentra su sitio, y cuando el mejor cine de acción sabe suceder. Algo que el mismo público uruguayo supo compartir, convirtiendo a Reus en una de las películas de mayor éxito de su país, con más de cincuenta mil entradas vendidas.
Reus es ópera prima del trío Eduardo Piñero, Pablo Fernández, Alejandro Pi. Guionistas y directores. Apasionados por el cine de género, por su restitución en las pantallas latinoamericanas, más una sensibilidad social que, nada casual, supo encontrar un primer punto de contacto con el realizador Israel Adrián Caetano más la respuesta de un público espectador que, sin ser necesariamente frecuentador de salas de cine, ha pagado su entrada para ver qué es lo que sucedía entre las calles y las veredas de la película Reus, barrio judío de Montevideo.
“Estoy realmente emocionado, el Festival me ha provocado excitación y adrenalina, algo que tiene que ver con la fantasía cumplida de que la gente llegue a ver la película. Reus fue un proyecto ambicioso, riesgoso, por animarnos a meternos con una película de género, oscura, policial; no es cine negro, pero sí es una película de barrio, parecida a las americanas, en donde el sentido de la trama se entreteje entre las familias, como lo que sucede entre la banda del “Tano” y los comerciantes” comenta sin pausa Pablo Fernández, invitado por el Centro Audiovisual Rosario a participar del Festival.
“Acabo de vivir una experiencia genial, con mucha gente, pero si bien vi a un público común a los festivales, también se acercaron a la proyección alrededor de quince chicos de gorrita y capucha, que entraron a ver la película, les gustó, aplaudieron, y nos pidieron un póster. Ése es un público que realmente no es habitué de festivales o de salas de cine comercial. Y creo que ése fue el secreto del éxito de Reus, algo que hace años no se lograba. Veo que lo mismo me acaba de suceder aquí, en Rosario, lo que me deja emocionado; los chicos causaron una impresión llamativa cuando entraron, el público se los quedó mirando…”, dice Fernández y este cronista lo confirma.

-Tres guionistas-directores para una misma película, ¿cómo coordinaron el trabajo?

-El cine es un ejército militar, y si bien yo soy también realizador oficié de productor; cada uno tenía su departamento y su rol de “comandante”, digamos. Yo era el productor ejecutivo, Eduardo (Piñero) -autor de la idea original, él fue quien pasó su infancia en el barrio- fue el director de actores, y Alejandro fue el director de cámara. El casting fue algo que sí hicimos juntos. Pero cada uno tenía su sección, no era libre albedrío. Creo que fue una virtud ya que se trató de un proyecto grande, ambicioso, donde hubo producción de tomas aéreas muy complejas, de travellings, con tres mil personas que trabajaron de extras. Fueron decisiones bastante difíciles a las que enfrentarse, pero al ser tres se pudieron resolver de una manera diferente de lo que significa estar solo.

-Se nota un registro muy creíble desde las actuaciones, lo que lleva a que uno se pregunte si se trata necesariamente de actores y actrices profesionales.

-Intentamos transmitir una realidad que fuera verosímil -palabra que me encanta- porque jugás con un imaginario colectivo impresionante. Fue algo que buscamos mucho desde el casting, con pegatinas en los barrios. Intentamos hacer un trabajo al que me gusta llamar “empatar”, y que consistió en hacer participar a actores profesionales, que llevan muchos años de teatro, con chicos que no lo eran, a quienes nunca se les había pasado por la cabeza participar en una película. Fue un ejercicio, por un lado, para los actores, para que entendieran la verosimilitud del barrio, para que gesticularan y hablaran con ese lenguaje; por otro lado, el actor profesional se encargaba de explicar a quienes no lo eran en qué consistían los ejercicios de ensayo donde, por ejemplo, tenían que jugar con un globo, algo que después quizás se transformaba en piñas que había que dar en la película. Las escenas de combate, en ese sentido, fueron todo un problema, había que explicar que se trataba de un juego, donde uno pegaba y el otro se dejaba pegar. Ésos son los ejemplos a los que les llamo “empatar”.

-Israel Caetano participó de Reus a la manera de un “ángel de la guarda”.

-Él fue quien nos permitió una repercusión muy importante, porque estamos hablando de dinero, y en este juego todos sabemos que el cine es una máquina de dinero. Nosotros nos presentamos a un Fondo de Guión Cinematográfico organizado por los canales privados en Montevideo. Ellos eligieron como jurado de ese Fondo a Adrián Caetano, y él nos otorgó el primer premio, destacando la ambición y el riesgo del proyecto. Esto fue en el año 2007, constituyó un primer envión y cien mil dólares. Caetano nos dijo: “chicos, este guión me hizo acordar a Pizza, birra, faso”. Me acuerdo de que cuando me enteré que en el jurado estaba Caetano le dije a mi socio: “si no ganamos en éste no ganamos más”, porque también la veníamos remando desde hacía mucho. Hoy día tenemos una relación increíble con Caetano, está encantado con nosotros.

-A pesar de los quebraderos de cabeza que les debe haber significado el rodaje –quizás por la misma dinámica del relato- se nota que han disfrutado de la realización.

-Le decía a Eduardo que el secreto ya estaba en el rodaje. Fueron siete semanas, agotadoras, pero terminábamos el día y sabíamos que había una magia presente, que estaba saliendo lindo. Me hacía pensar que no podíamos perder.

-¿Cómo se entendieron con el montaje?

-Tuvimos ocho meses de montaje, pero estuvimos todos muy alineados con Eduardo, que era el director de actores. Decidimos priorizar las tomas en función del buen acting antes que por buena cámara, porque la raíz del proyecto era que fuera verosímil. Los tres teníamos muy claro que teníamos que encontrar eso en la película. Fue toda una discusión, pero me parece que fuimos por buen camino.

-¿Hay en el grupo proyectos a futuro?

-Por ahora –como me gusta decir- mejor hacer “foco”. Estoy con la distribución de Reus y vamos a seguir en ello. Recién comenzamos con la gira de festivales. Eso sí, vamos a seguir con el cine de género, con la intención de llegar al público, sea con mis dos socios o solo. Y en cuanto a un género a abordar, preferiría el terror. A (John) Carpenter lo amo, ¡qué genio! Soy cinéfilo de toda la vida y En la boca del miedo la vi ¡quince veces! Me cuesta en el ambiente, sobre todo desde la producción, donde me hablan de dinero, de fondos y qué sé yo, poder hablar de cine, algo que me encanta. Creo que hay toda una movida en la región que me parece muy interesante. Con Caetano hablé ayer y está incursionando en el cine de género de vuelta, “me dejé de boludeces, volví al cine de género” me decía. Creo que se viene algo. El cine de terror y el policial tienen sus referentes en el marco del Río de la Plata.

-¿Vamos a tener estreno comercial de Reus en Argentina?

-Te doy la primicia, acabo de cerrar con un distribuidor de Argentina, Juan Crespo, de 3C Films Group. Él pagó la entrada en Montevideo, la fue a ver, le encantó, se vino a Rosario y ya cerramos. Vamos a arrancar por Buenos Aires, buscando salas alternativas.

En Rosario/12 (05/09/2011)

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