domingo, 19 de junio de 2011

Hanna (2011, Joe Wright)


Manual de instrucción para joven asesina


Hanna
(Hanna)
EE.UU., 2011. Dirección: Joe Wright. Guión: Seth Lochhead, David Farr. Montaje: Paul Tothill. Fotografía: Alwin Kuchler. Música: The Chemical Brothers. Intépretes: Saoirse Ronan, Eric Bana, Cate Blanchett, Tom Hollander, Paris Arrowsmith, Olivia Williams. Duración: 111 minutos.


Por Leandro Arteaga

No debiera ser parámetro equivalente a juicio fílmico, pero el bostezo que se escuchó en la sala durante la proyección de Hanna, promediando noventa minutos, daba cuenta cabal del parecer de este cronista respecto del film.
Aburrimiento sí, indiferencia no. Es por ello que la utilización usual de la violencia, el glamour de los organismos de inteligencia, sus entrenamientos militares y torturas institucionalizadas, no por rasgos vistos una y otra vez dejan de molestar poderosamente la atención. Más aún cuando, con el precedente de Kick-Ass (2010), pasan a tener en los niños a sus protagonistas y depositarios predilectos.
La apenas adolescente Hanna es entrenada por su padre en medio del frío más gélido: cabaña, fuego, leña, caza de presas. El momento, sabe su padre (Eric Bana), está por llegar, allí cuando Hanna decida asumir la pulsión del detector que hará de ella motivo de persecución y desate una búsqueda asesina imparable sobre su persona, amén de evocar –tanta es la pobreza argumental en Hollywood- la partida del hogar, el vínculo roto con la figura paterna. (Nada diferente, si se lo piensa un poco, respecto de la historia de Nikita, el film de Luc Besson, pero aquí en versión infante.)
Allí, entonces (¿y por qué? ¿qué necesidad hay, querida Blanchett?), la dama desalmada y de la CIA (sí, Cate Blanchett) para dar con la niña fugitiva, con el padre de pasado misterioso. La develación de los motivos se emparentarán, eso sí, con tantas historietas leídas como películas malas, tal es –de nuevo-, la pobreza argumental de Hollywood.
La violencia, se decía, aparece como rasgo mayor, a través de esta pequeña niña que parece salida de un video-game bestial, capaz de disparar un arma de fuego así como de romper el cuello de su víctima sin la menor dilación. Lo mismo, se apuntaba, ocurría en Kick-Ass. En beneficio de los films, puede decirse, aparece la ironía burlona de esta última, así como los planes secretos de los servicios de inteligencia (responsables verdaderos) en Hanna; pero, eso sí, la violencia no deja de plasmarse desde la fascinación, el montaje intrépido, o la música electrónica (cortesía, aquí, de The Chemical Brothers).
Las alegorías que Hanna intenta suenan forzadas por evidentes, con el nombre Grimm como señuelo de las hadas, o el parque de atracciones como castillo encantado y casa de la bruja. Una gran boca de lobo guarda en sus fauces a la abuelita escondida. Así de obvia, así de pésimamente fácil, es la lectura que propone –otra vez- el cine de Hollywood por estos días.
Y si de ser más elocuente se trata, las peleas son pésimas, de coreografías duras y mucho montaje. Es entonces cuando aparecen las ganas de recurrir al cine oriental y sus géneros revueltos y buenísimos, con la artesanía necesaria como para sentir cada patada como un delirio surreal. ¿Por qué no son éstas las películas que llegan a la cartelera comercial? (¡y que saquen a patadas a estos malos recuerdos de lo que fuera, alguna vez, un gran cine!).

4 comentarios:

Fernando dijo...

Leandro, no discuto casi nada de lo que escribiste, salvo dos cosas: la idea de aprovechar la reacción del público para sostener tu opinión (yo he visto a espectadores bostezando con "Le quattro volte", por ejemplo, y eso no la convierte en una mala película) y tu molestia con la violencia del film. "Hanna" es bastante menos cruel y explícita que "Machete", por ejemplo, pero pareciera que lo que acá es condenable en Robert Rodriguez es festejable, no entiendo bien por qué (me pregunto si un homenaje al cine clase b justifica lo que sea). Por último, le veo a "Hanna" una calidad formal poco común e este tipo de productos.
En fin, comparto con vos mis opiniones simplemente para discutir un poco sobre cine, que siempre está bueno.
Un abrazo.
Fernando Varea

Leandro Arteaga dijo...

Hola Fernando, gracias por el comentario. La diferencia principal -desde mi entender- entre films como Hanna y Machete es que, en el caso de esta última, hay un trabajo desde la ironía -con recursos del cine B- del que la primera adolece. Más aún tratándose de: un superhéroe mexicano (subversión de un concepto sólo estadounidense y -dixit Alan Moore- fascista) y un político de derecha y asesino de inmigrantes. En cuanto a los bostezos, tenés razón, no oficia en el comentario más que desde un lugar retórico, efectista; trataré de tenerlo presente en otras críticas para evitarlo. Respecto a la calidad formal en Hanna, no la niego, sólo me aburre. El caso de Machete es distinto: se asume desde una forma absurda y la ratifica: allí su disfrute (al menos para mí) y su diferencia. En cuanto a Hanna, sólo se me ocurrió pensarla como parte de un dispositivo social, donde la violencia está despolitizada. Machete -más allá de si se lo propone o no- la politiza, por eso me gusta.
Bueno, más o menos eso.
Abrazo.

Fernando dijo...

Entiendo y comparto lo de la ironía y el superhéroe mexicano defensor de inmigrantes en "Machete", aunque en ese festín de violencia veo algo medio fascistoide e irresponsable que, personalmente, no disfruto. Coincido también con la despolitización de la violencia en "Hanna" (puse algo de eso cuando escribí sobre la película). Me suena un poco excesivo eso de "sacar a las patadas" a la película, aunque no porque me interese defenderla demasiado. Siempre leo y me interesan tus opiniones, gracias por responderme.

Leandro Arteaga dijo...

Ok, lo de "sacar a las patadas" no es más que otro artilugio retórico (que debiera, evidentemente, comenzar a dejar de usar, ya que me encuentro explicándolo), que analoga las "patadas" dadas en Hanna con las que suponen los films orientales, con artes marciales de verdad. No es más que una referencia a la situación de cartelera, mi queja apunta a la ausencia de títulos de tantas cinematografías como la oriental. Mientras Hanna tiene estreno asegurado -bien por el film, ningún problema- tanto otro cine no -aquí el problema-. Si la memoria no me falla, se estrenó sólamente junto con Kung Fu Panda 2, otra de "patadas". Con una cartelera así...