Héroe de la clase trabajadora
Lula, el hijo de Brasil
(Lula, o Filho do Brasil)
Brasil/Argentina, 2010
Dirección: Fábio Barreto, Marcelo Santiago.
Guión: Fernando Bonassi, Denise Paraná, Daniel Tendler.
Fotografía: Gustavo Hadba.
Música: Antonio Pinto.
Montaje: Leticia Giffoni.
Intérpretes: Rui Ricardo Díaz, Glória Pires, Juliana Baroni, Cléo Pires, Lucélia Santos, Marcos Cesana.
Duración: 130 minutos.
Será redundante señalar el carácter oportunista, coyuntural, del film Lula, o Filho do Brasil. Pero, para justificar lo que se escribe, es ésta la valoración inmediata a la que la película obliga. Algunas palabras obvias, de aquí en más, entonces.
Lula es un film que ficciona la historia de vida del actual presidente constitucional de Brasil, de mirada consecuentemente correcta. Lula es herramienta de política partidaria, las elecciones presidenciales inminentes en Brasil así lo corroboran. Lula es la imagen de Brasil hacia el mundo, primer mundo, su selección para competir por el próximo premio Oscar lo asevera. De todo ello, luego, la mirada de corrección política que agradará a públicos de latitudes distintas.
A la manera de héroe dickensiano, Lula personaje afrontará las vicisitudes de la miseria, la familia pobre, el padre golpeador, y los golpes de la vida. No se trata en esta reseña de negar los hechos y las situaciones reales en la historia de vida de Luis Inacio Lula da Silva –o de las simpatías o contradicciones que puedan compartirse respecto de su gestión política-, sino de entenderlas dramáticamente, como parte de la película que Lula, o Filho do Brasil es. En este sentido, el personaje Lula se desarrolla de cara al espectador de una forma modélica.
Modelo de una manera de entender el Brasil. Mirada explicativa, que traza su recorrido desde la periferia hacia la ciudad, desde el puesto de trabajo hacia el sindicato, desde allí a la presidencia. Con la madre como aura protectora infatigable, de palabras justas y guías. Lula –bajo la interpretación, por momentos mimética, de Rui Ricardo Díaz- sabe cómo enfrentar con sentencias valientes a la mirada militar, y también cómo desmarcarse de la peligrosa identificación comunista. Ni la izquierda ni la derecha, sólo un trabajador. Porque, al fin y al cabo, es el patrón quien nos da el dinero a fin de mes. Palabra del film.
Habrá que pensar esto, también, desde las figuras productoras que acompañan los credits iniciales. Lula, o Filho do Brasil no cuenta con ninguna subvención estatal, sino con el apoyo –y dinero- de un desfile interminable de empresas. Que la marca de la cerveza, entonces, se muestre ante cámara así como en cualquiera de los capítulos de las telenovelas de las tardes.
Lula personaje es un dechado de virtudes y sinceridades. Las contradicciones son apenas escollos que lo ratifican en los aciertos posteriores. Lula es el niño de mirada pícara, lustrabotas y vendedor de naranjas, nunca mentiroso, de escucha atenta a la madre. Estudiante, trabajador, huelguista aplicado. Sindicalista ejemplar. Rasgos, muchos de ellos, seguramente veraces. Mientras que en el film son acordes a una narrativa de heroicidad populista, de equilibrio social sistémico, donde Lula funciona como el engranaje más aceitado, como lugar de equilibrio para tantas iniquidades. Como carta de apuesta segura. El film, así, se asume como herramienta de difusión y propaganda. Nada más.
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