El género: lugar para pensar el cine
Los géneros
cinematográficos
Rick Altman
Paidós, Barcelona, 2000
Traducción: Carles Roche Suárez
336 págs.
24,00 €
El “género” es –y será- un lugar nodal para el pensar cinematográfico. Qué mejor instancia de abordaje que la de pensarlo como problemática, como ámbito nunca cerrado sino proclive a reformulaciones. En este sentido, el libro de Rick Altman es sabedor de los muchos recorridos ya realizados, lugar desde el cual se atreve a desestructurar y reelaborar.
Lo que significa que, a lo largo del desarrollo preliminar de Los géneros cinematográficos, asistiremos al repaso obligado por las diferentes maneras de entender al concepto “género”, más el reconocimiento de la influencia -y la decisiva diferenciación- de las teorías de tipo literario. En Altman, el género cinematográfico es reconocido por derecho propio, desde un lugar que le es específico y diferente.
Esto no impedirá al autor –Profesor de la Universidad de Iowa y también autor de The American Film Musical (Indiana University Press, 1987) y Silent Film Sound (New York: Columbia University Press, 2004)- encontrar similitudes de tipo genealógico en cuanto a las distintas expresiones artísticas. El teatro y la literatura aparecen cuando el análisis lo requiere, pero siempre desde el prisma del cine (el accionar inverso ha permitido, justamente, el desmedro del cine como arte por derecho propio).
Cabe señalar, aunque resulte una alerta esperable, que el análisis que se propone Altman se enmarca sólo desde el cine estadounidense. Serán Hollywood, el proceder industrial y la astucia del productor, el mundo desde el cual el género cinematográfico es pensado y cuestionado. El saber vulgar, que inmediatamente propone definiciones en torno al género, será aquí reconcebido desde otras ópticas. Uno de los primeros puntos de vista que el autor desacralizará es, justamente, el de la lógica retroactiva del propio crítico de cine. A partir de ello, Altman contrapondrá la figura proyectiva del productor. En otras palabras, de lo que se trata es de pensar el género proyectivamente, desde un lugar inconsciente respecto de la conciencia que significa actualmente un término tal como, por ejemplo, el “western”. Es decir, el western nunca fue western hasta que se lo catalogó como tal. Ésta es función de la tarea crítica, aquella que se aboca a distinguir un cúmulo de films que merecen distinguirse desde una categoria determinada. Sin embargo, lo que el libro de Altman expone es la discordancia entre este parecer y el momento desde el cual el film fuera pensado.
Es así que mientras la convención indica que Asalto y robo a un tren (1903, Edwin Porter) es el film génesis del género western, su momento de producción lejos estuvo de entenderlo como tal, ni siquiera su mismo realizador, que consideraba su posterior Life of a Cowboy (1906) su primer western. Es más, Asalto y robo… supo emparentarse con géneros tales como el de los viajes o el subgénero denominado ferroviario. El término western, todavía, era sólo un adjetivo que adornaba otros sustantivos. Western melodramas, Western comedies, Western epics, eran algunas de las maneras que la incipiente industria encontraba como maneras válidas de nominar sus films.
Aquí se juega un aspecto nodal en el libro de Rick Altman, porque la comprensión que atraviesa sus páginas es la del género como un lugar que se recrea siempre, que se encuentra en continuo diálogo con, además, otras expresiones (los espectáculos de circo de y alla Buffalo Bill de la época son un claro exponente del western). Vale decir, una adjetivación que, fundada en el éxito o su aceptación gradual, culmina por sustantivarse para, nuevamente, dejarse adjetivar. (La misma mecánica de los estudios, proclives a “copiar” fórmulas de éxito ajenas, provoca la necesariedad de esta recreación.) Sólo a fines de la década del ’10 el western pudo comenzar a pensarse por sí mismo, sin depender de la instancia superior sustantiva. Decidir que Asalto y robo a un tren es el film génesis del género western sólo responde a un punto de vista a posteriori, que se corresponde con el del crítico.
El ejemplo expuesto es, quizá, uno de los más fáciles respecto de lo que significan las convenciones que normalizan a dos de los géneros más claros, según Altman, dentro del ámbito cinematográfico (el otro es el "musical"). El problema se acentúa ante otras caracterizaciones. Es así que Altman se detiene con detalle esmerado en la biopic, las women’s films, o los buddy films, términos nunca pensados para películas hoy caracterizadas como tales. Lo que surge como corroboración es el análisis admirable de las publicidades y recortes de la época. Lo que permite encontrarnos con terminologías que, desde la lógica de los estudios, buscaban acaparar al más amplio número posible de espectadores desde comprensiones genéricas diversas. Sobresale, justamente y desde un lugar más contemporáneo, el análisis pormenorizado, con acceso a expedientes de producción, que Altman desarrolla sobre el film Cocktail (1988, Roger Donaldson).
En este aspecto –puede agregarse desde aquí-, un buen lugar de aprendizaje lo constituye la visión y lectura de los slogans de los trailers de films hoy considerados clásicos o genéricamente “inamovibles”. (A propósito, también vale la pregunta siguiente: ¿cuándo se caracteriza a un film como “clásico”? ¿No es ésta otra manera de encontrar un vínculo genérico?)
El género es, entonces, un lugar desde el cual pensar aristas múltiples. Y el nudo teórico que complejiza el asunto es el que remite a la experiencia del espectador, capaz de reformular nociones que se pretenden, a veces, inamovibles. Hay un cúmulo enorme de factores que estabilizan y desestabilizan a lo largo de este proceso: la publicidad, los video-clubes (los Blockbuster contienen una góndola con títulos bajo el rótulo “Familia”), los cambios culturales (un film como El salvaje ha sido adoptado, hoy día, por la comunidad gay), la injerencia del Estado, la censura, la presión religiosa, la clasificación por edades, etc.
En suma, la lectura de Los géneros cinematográficos posibilita y acentúa el mismo pensar crítico y cinematográfico. Por proponer el abandono de las categorías habituales, el libro de Altman fortalece a la misma teoría crítica. Lo que es decir, también, al mismo arte cinematográfico.
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