La línea difusa entre la realidad y el ensueño
El sueño del perro es el primer largometraje del premiado realizador argentino Paulo Pécora: “Lo que la película propone es el juego entre la realidad y los recuerdos”, señala.
Paulo Pécora (Buenos Aires, 1970) es, además de periodista, autor de una obra cinematográfica que, desde la elección del cortometraje, ha sido premiada y elogiada en festivales internacionales de ciudades como Montevideo, Toulouse, y en el mismo Bafici.
Por estos días, la sala Arteón Rosario nos permite acercarnos a su primer largometraje, El sueño del perro, también premiado y merecedor de elogios sobresalientes en festivales internacionales. El film nos sumerge en una historia de ensueño redentor, donde la historia se desdibuja para conformar otras posibles. “La idea que tenía –comenta a Rosario/12 el realizador- era tratar de indagar en el drama y la tragedia familiar del protagonista pero buscando una forma que no fuera, por un lado, convencional y que, por otra parte, permitiera explorar la mente y los sueños del protagonista. A partir de esa idea que, de alguna manera, venía trabajando en cortometrajes anteriores a la película, encaré este relato, que si bien narra una historia entendible acerca de una persona que pierde su familia y que trata de buscar motivos para rehacerse y salir adelante, traté de encararlo de un modo diferente, diverso, distinto. Elegí su universo onírico y, a partir de eso, el desafío fue tratar de encontrar un relato que a través de imágenes y sonidos me permitiera invitar al espectador a que explorara este universo.”
El corrimiento y la sensación difusa entre verdad e ilusión corroe al film de Pécora. “Ésa era, justamente, una de las elecciones. Yo podía volcarme por completo a la fantasía o volcarme por completo a la realidad, pero lo que quise hacer fue dejar en un lugar de indiscernimiento al espectador, donde no supiera muy bien si se encontraba en un sueño, en una ficción, si se encontraba en la realidad o en una narración que el protagonista, a su vez, está escribiendo. Había varias posibilidades, y la película lo que propone es justamente ese juego, el de recorrer una línea difusa entre todas esas cosas: el sueño, la realidad, los recuerdos y la ficción.”
-La inclusión del niño salvaje me remite a un elemento primario, instintivo.
-La elección del niño no sabría muy bien a qué responde. Cuando escribí la película me dejé llevar por lo irracional, traté de dejarme arrastrar por lo que iba surgiendo a medida que iba tomando contacto con ese mundo que es el delta del río Paraná. A medida que me iba internando en la escritura del guión también me internaba en ese territorio, y ahí fueron surgiendo un poco los personajes y las ideas. Lo que quería, básicamente, era que el protagonista se encontrara con una naturaleza que, si bien bella y atrapante y admirable, también fuera bastante inhóspita y hostil; que se encontrara también con personajes que fueran tan sufridos como él, tan solitarios y tan necesitados de afecto como él. A partir de todo esto aparece la idea del niño huérfano que cuida a su abuelo moribundo, y que al morir su abuelo queda al cuidado, de alguna manera, de este hombre. Con él y con este perro, con el que también se encuentra, forma de algún modo una nueva familia.
Ver nota en Rosario/12 (04/12/2009)
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