lunes, 17 de agosto de 2009

Guillermo del Toro/Chuck Hogan: Nocturna (Suma de Letras, 2009)



Morder para infectar
-de miedo- el mundo



¿Qué es lo que te da miedo?

Guillermo Del Toro: La política, la ley, los policías, el ejército, los bancos, la religión institucionalizada. Esas cosas que son como montoneros legislados, que pueden violar tu privacidad porque tienen de su lado la ley escrita por ellos, me dan mucho miedo. Los bancos me parecen un robo organizado.
(entrevistado por Alberto Armendáriz en ADN Cultura, 17/08/2009)


Nocturna
(The Strain)
Guillermo del Toro y Chuck Hogan
Suma de Letras, México DF, 2009
550 páginas
Precio: 22 € / $65

“El capitán Navarro se preguntó si realmente habría alguien a bordo. ¿Acaso en la serie televisiva La dimensión desconocida no aparecía un avión que aterrizaba vacío?”
(p.45)

“La noche es real. La noche no es una ausencia de luz; realmente, el día es una tregua de la oscuridad imponente…”
(p.363)

Primer y fundamental rasgo: Guillermo del Toro (1964). Porque está claro que, aún cuando el libro esté co-escrito con Chuck Hogan (The Standoff, El príncipe de los ladrones), es el nombre del realizador mexicano el que nos convoca. Porque si han visto –y sobre todo gustado de- sus películas, no habrá demasiado que decir. Hay algo de seducción inevitable ante la posibilidad de leer un libro suyo.
¡Y de vampiros! Segundo rasgo.
Más la presentación misma desde la que el libro nos provoca. 500 páginas. Tapa negra, letras doradas y plateadas, y solapa desgarrada como cuello de víctima. Por detrás de la incisión, roja y pronta a ser invadida: Manhattan. Rasgo tres.
Y la promesa de dos libros más, complementos para la denominada Trilogía de la Oscuridad. Rasgo cuatro.
O en otras palabras: tener estos libros leídos y dispuestos en el estante de la biblioteca: portentosos y vistosos. Junto a otros muchos de temáticas similares y géneros coincidentes. Qué gusto.(1)


Entonces, aclaremos y convengamos, no estamos en presencia de una revisión, por decirlo de alguna manera, cuasi paradigmática en el tema de los vampiros. Y si bien Nocturna es parte, claro, del inmenso arenal narrativo que, por estos días, renueva a los portadores de colmillos, tiene la dignidad de destacarse por sobre muchos intentos pero, sobre todo, respecto de Stephenie Meyer y su conservadurismo sanguíneo y mal escrito.
El puntapié de Nocturna nos remite, desde ya, al mundo de cine-fábula de Del Toro. El primer episodio, mezcla de cuento de hadas y rememoración histórica, será el nexo que junte las piezas –entre el ayer y el hoy-, a los personajes, y nos dispare hacia las aventuras que vendrán. Como relato fantástico, el prólogo pequeño funciona de modo estupendo. Mundo de encantamientos y de gigante melancólico que la abuela cuenta a la imaginación del niño: relato que le ayudará a soportar el pronto hacinamiento en el campo de exterminio de Treblinka, y que lo predispone para la lucha a lo largo del tiempo y su nudo argumental en éste tiempo, presente del relato. La fantasía, así como en el cine del realizador, como arma de vida.
Luego tendremos que intuir, de a poco y para discernir el porqué, acerca del vuelo oscuro, detenido en el tiempo, que arriba al aeropuerto JFK. Ya señaló Rodrigo Fresán (Radar Libros, 09/08/2009) la analogía entre este aterrizaje y el desembarco de la peste en Drácula. Y mientras todo ello ocurre comenzamos a tomar contacto con los personajes hasta, finalmente, la conformación del grupo heroico. En el medio, algunos pequeños plots más que auguran explicaciones venideras: tal es el caso del comando anti-vampiros compuesto de, justamente, vampiros. Hay mucho, de hecho, de historia vampira no resuelta, del desequilibrio en la convivencia entre ellos, así como de la decisión de ruptura entre mito y verdad. Puntas de iceberg que asoman como argumento de libros por venir.
Uno bien podría, con justeza, analogar la herida de la solapa del libro con la que corresponde al cráter del World Trade Center. Aún cuando ésta cicatrice desde la superficie, también arriesgar a decir que el daño sigue latente. Aún cuando la incisión en los cuellos mordidos sea mínima, es ella la que alberga una posesión cada vez mayor. El cuerpo humano como huésped inconsciente. Un grupo social presa del miedo y, ahora sí, del contagio. O del contagio del miedo.
Algo de esto hay, sin dudas, en la dinámica de Nocturna. Debajo de las entrañas del World Trade Center las ratas salen y desaparecen. Como si se dedicaran, como la peste citada, a inundar la ciudad. (Allí hay, convengamos, otro elemento de equilibrio/desequilibrio delicado: ratas y humanos, fuente explícita de referencia para el libro). Ahora, en lugar de ellas, hay algo maligno que anida y que espera y que, tal como nos lo anuncia la misma lectura de contracubierta, invadirá e infectará.
Finalmente, mención aparte –por buena aunque símil Alien- al aguijón de muerte que dispara sobre las víctimas su picadura fatal. Más la sangre blanca que destila podredumbre a diestra y siniestra, espejos que delatan si la posesión es cierta, la imbatibilidad del ajo, y la superchería inútil de cruces o aguas benditas. Todo mezclado y listo para ser digerido de un buen trago. Con la resaca necesaria como para querer otro más.


(1) No olvidemos que el libro surge como negativa de los estudios FOX a una serie televisiva escrita por Del Toro. El verismo que el realizador quiso para sus vampiros no interesó a la FOX, predispuesta a financiar temáticas de comedia.

2 comentarios:

GRACIANA PETRONE dijo...

La verdad que alguna vez quisiera llegar a realizar al menos una reseña como corresponde de algún film. Tus escritos son excelentes y se aprende mucho leyéndolos.
(Ja ja, no creo, pro valdrá el intento)

Leandro Arteaga dijo...

Gracias por los comentarios, pero dejá la modestia, che, que escribís muy bien y, si no me creen los que aquí leen, consulten por favor el blog de Graciana!!!:http://gracianapetrone.blogspot.com/