sábado, 27 de junio de 2020

Algo con una mujer (2020, Luján Loioco y Mariano Turek): entrevista

  Una época de perfumes persistentes

 

La película que dirigen Luján Loioco y Mariano Turek se ambienta en los años 50 a partir de la obra La Rosa, del santafesino Julio Beltzer.

Leandro Arteaga

“Lo que siempre me impresionó de La Rosa fue su perfume, su intenso perfume de Santa Fe”, escribe Ricardo Monti en su prólogo a la obra teatral de Julio César Beltzer. Ahora, la película Algo con una mujer, de estreno en Cine.Ar, va en procura de ese mismo perfume. El de una época pero también, como Monti destaca, el de “nuestra patria interior, profunda, Sudamérica”.

Rosa (María Soldi) es testigo de un crimen. Es el año 1955 y la violencia late fuerte. Está casada pero pasa la mayor parte del día sola. De casa a la iglesia, a lo de alguna amiga o al cine. Cuando elige mirar películas, son norteamericanas. Sin embargo, no fue ésta la elección primera: “Iba a ser alguna de Carlos Hugo Christensen o de Kurt Land. Teníamos una lista bastante importante de títulos posibles, que jugaran con el espíritu de la película. Estuvimos meses buscando copias de calidad y consultando por los derechos. Los archivos que quedan son privados, y algunos de los estatales directamente no nos dieron bolilla. Se nos hizo imposible por una u otra cuestión. Eso fue una herida muy grande que tuve que aceptar, y explica qué poco cuidado tenemos por nuestra propia historia”, explica Mariano Turek. “Los yanquis tienen todo muy organizado, hasta la cantidad de minutos de dominio público. Es un retrato claro de un montón de cosas, así como respecto a nuestra cultura y al valor que se le da en los lugares donde tienen que cuidarla”, completa Luján Loioco.

Algo con una mujer, co-dirigida por Loioco y Turek, no sólo se ambienta en la década de 1950, sino que apropia la narrativa de esa época. “Hicimos un trabajo exhaustivo de investigación y después en la construcción de ese imaginario visual, como para poder dotar a la imagen de ese mosaico de época y espíritu. La película dialoga con el cine policial y con el melodrama de los años 50, tanto el nacional con el que me siento identificado, como también el extranjero. A la vez, necesitábamos generar un registro actual en la puesta en escena y en los personajes, para generar identificación en el espectador de hoy”, refiere Turek.

-Y desde un personaje femenino, que abre un diálogo con las maneras a través de las cuales la mujer ha sido representada.

Luján Loioco: -Cuando empezamos con este proceso y se decidió anclar el punto de vista en Rosa y quedarnos en el 55, al empezar a construir a esta mujer quisimos olvidarnos un poco del imaginario que podía llegar a desprender la casa de mi abuela, al pensar en el aburrimiento de estar metidas todo el día adentro, porque esa mirada también es mentirosa. Lo que hicimos con María (Soldi) fue proyectarnos nosotras en la película, y buscar una empatía, una humanidad. Ese personaje tiene 33 o 34 años, así que pensamos en el universo de su casa y en cómo pasaba sus días. Desde luego que ella tiene la mirada impostada de la cultura cuando camina por la calle o cuando está en la tienda, ahí es donde se para como las divas del cine o desde el imaginario de la femineidad y la ropa delicada, pero en el hogar, si bien es difícil perder las formas por completo, Rosa tiene determinadas licencias: está leyendo una revista en la cama, despatarrada; o cuando está con la amiga, tomando un whisky. Obviamente, en este universo hay un sometimiento y una subestimación, pero éstas son palabras de ahora. Ella está viendo cómo volcar su deseo, cómo pasar sus días.

Turek: -Es un personaje construido con muchos matices, que se va transformando. Entre las cosas que nos interesan de los personajes nos gusta que sean impuros, que en un entorno como éste, viciado, violento y agresivo, los personajes tengan la posibilidad de decidir qué quieren hacer y se hagan cargo de sus decisiones. Nosotros no los juzgamos, los ponemos frente a situaciones y ellos deciden qué hacer. Que el público tenga su juicio de valor para con ellos.
Hay un dato sustancial a la película. Si bien basada en la obra de Beltzer, otra historia opera como lazo invisible. “El hecho criminal que cuenta la película ocurrió realmente en Santa Fe, en esa época. Una mujer llamada Rosa es testigo de un crimen que siempre quedó sin resolver. Ella nunca denunció al asesino, se sumió en el silencio. Esa mujer es la madre del dramaturgo, de Julio Beltzer, y es la historia que él escucha toda su vida. Cuando llega a la edad adulta, adapta el relato oral de su madre y lo lleva al teatro. En esa obra, Rosa tampoco denuncia pero al menos se le da entidad a ese secreto. Treinta años después venimos nosotros y hacemos una versión intermedial. Nuestra Rosa es diferente, porque la época lo es. Si bien esa Rosa sigue viviendo en la década del 50, se maneja frente a los mandatos sociales y las imposiciones de otra manera. Ese juego de relaciones, anclado en el personaje de María Soldi, es muy interesante para revisar y poder hablar de otra época del país y de la sociedad”, comenta Turek.

Loioco: -Charlando un poco entre nosotros, hablábamos de los silencios y de la mujer sometida a la mirada del marido. Fantaseando, pensábamos en esta mujer, a quien realmente le sucedió este acontecimiento, y cómo es de fuerte este relato que lo traspasa a su hijo, quien construye una dramaturgia. Nosotros lo retomamos después, y ahora esta mujer termina denunciando en el cine. Cada cosa tiene su correlato en la época que lo habita, pero nada muere ahí, esto es la resultante de espacios intermedios.

El género narrativo es el policial, de tintes noir, y Algo con una mujer lo asume y genera intersticios no necesariamente resueltos. De acuerdo con Turek, “vimos esos elementos en la obra de teatro, la ciudad como personaje importante, la mujer sola, el secreto, la connivencia entre el poder y el crimen, no se sabe si los policías son peores que los criminales, el tema del poder y el peligro inminente, el dinero, todo esos elementos enmarcados en un año bisagra, caracterizado entre otras cosas por la violencia sufrida por la gente de a pie, que derivó en un golpe de Estado y una época sangrienta. Elementos muy fuertes que se podían combinar claramente con el género. No es una película panfletaria, no baja línea, pero ese telón de fondo claramente repercute en la vida de los personajes y eso nos interesaba mucho”.

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