Esas novedades que son historietas
Dos nuevos
números para las revistas Términus y Quimera. Variedad de estilos, dibujantes
consagrados, otros en ascenso. Las historietas buscan de a poco su lugar dentro
del panorama de la producción local.
Por
Leandro Arteag
Dos revistas de historietas y todavía más por venir.
En todo caso, la consolidación progresiva de Quimera con su segundo número y el pulso certero de Términus con el ¡número 7! De a poco,
más cuadritos se suman a bateas donde encontrar, de a poco, contacto con el
lector. Por eso, los emprendimientos editoriales, respectivamente, de César
Libardi (Rabdomantes Ediciones) y la dupla Bruno Chiroleu/Gastón Flores, con la
consecución de dos publicaciones de producción local –junto a invitados
nacionales y extranjeros, tal la costumbre de Términus- en donde la presencia de aventuras se perfila con la
puesta a punto de lápices variados.
Con Quimera
la apuesta suma a la preferencia por historias en germen, a las que continuar
de aquí en más. De esta manera, surgen entre sus páginas dos primeros capítulos
con foco en la ciencia ficción; se trata de Planeta
59 y Newman. La primera es obra
íntegra de Javier Galimany, preocupado por introducir al lector en este planeta
al que su protagonista, parece, no conoce demasiado bien. Al menos, es esto lo
que concluye la viñeta final, al tiempo que abre los puntos suspensivos. Newman (Leonel Palermo/guión y Pablo
Ayala/dibujo), en tanto, perfila un personaje que mira mientras es visto, que
sueña mientras cree descubrir algo; situado o sitiado entre un laboratorio y su
hogar, Newman apela a aires que recuerdan
la Matrix de
los Wachowski.
Destaca, por su parte, el relato de Mauro Bueno en Johnny siempre encuentra su hombre, con
coda irónica y negra; así como el despliegue narrador, de vértigo en automóvil,
a cargo de Zorro Re: un furry a todo
motor que ratifica al prolífico dibujante como referente en el género de los
animales antropomorfizados. Y eso no es todo, porque Quimera también guarda lugar al western con El último tren a Tucson, donde los dibujos de Pablo De Bonis
delinean tren, atraco y confusiones, a partir del guión de Esteban Tolj, el
notable dibujante de El Pollo Palacios,
a quien felizmente se le recupera en estas páginas.
En otro orden, el caso de Términus es un logro que no se detiene, sus siete números ya
permiten historias continuadas y completas, con la presentación al público
local de algunos de los notables (y desconocidos) artistas de la ciudad; tal es
el caso de Damián Couceiro –luminaria en EE.UU. con cómics de franquicias como El Planeta de los Simios y Sons of Anarchy-, acá en dupla con Gonzalo
Duarte (guión) en W, un relato de
tinte lovecraftiano, con sospecha de
reflejo con vida propia. La misma temática asoma en Doppelgänger, en donde Iñaqui Aragón (guión) y Patricio Delpeche
(dibujo) trazan el entuerto alucinado de un despertar repetido.
El último tren a Tucson-Tolj y De Bonis |
El unitario que funciona de modo contundente, sea
por su resolución pero sobre todo por el trazo violento de Juan Pablo Vaccaro,
es El botín, con guión de Francisco Zamora.
La acción se traza de forma progresiva, envolvente, pretendidamente confusa,
hasta resolverse de una manera que recuerda, como reverso, el final del film Niños del hombre, de Alfonso Cuarón. Esa
misma “incorrección” –que escapa a moralismos y patologías similares– da
vueltas en la nueva entrega de Blas,
la serie que Chiroleu alimenta con secretos inconfesables, experimentos científicos
y una narración impecable; a ver, ser crucificada por una monja fanática en un
patio de juegos es motivo suficiente para su lectura.
La dependencia tecnológica o el amor se parecen
bastante, esto es lo que más o menos está implícito en el guión que Gastón
Flores ofrece a los dibujos de Sergio Tarquini en Azar. Más esas páginas de espadas y hechicería que Juan Manuel Frigeri
sabe cómo rodear de un clima de angustia y resolución maldita, a partir del
guión de Fede Sartori en Sacrificio.
Vale decir, es mucho y muy bueno lo que está produciendo Términus; a esta altura, hay un perfil que le define, que le otorga
identidad y abre camino a más desafíos.
Porque las sorpresas no terminan, y para eso están
las páginas impecables de Como una y
avanzo veinte, a partir del dibujo de Sergio Joaquín Martínez y el guión
del español Xavier González, con un montaje alterno que se juega desde la
integridad de la viñeta, disuelta entre lo que se dice, lo que se ve, lo que
parece ser.
Como siempre, la perla favorita de este cronista es Rip Van Hellsing, de Enrique
Barreiro-Hernán Ferrúa (guión) y Enri Santana, dibujante que fuera colaborador
de Carlos Meglia, acá en ejercicio brillante de sus facultades: un cómic
profusamente divertido, de dinámica ubicada entre el placer narrador y los
vericuetos de sus argumentos breves e irónicos, con complicidad hacia el lector
en los guiños de sesgo terrorífico.
W-Duarte y Couceiro |
Y por último el principio. O también, las portadas.
Nicolás Zuliani para el caso de Quimera,
en donde el rojo predomina en una guerrera capaz de someter, ella sola, lo que
desee. Germán Peralta y su brillo cada vez mayor destila en Términus: el actual asistente de Eduardo
Risso -ahora también fichado por Marvel-, en una ilustración que conjuga arrojo
hacia lo desconocido, desde el punto de vista del propio lector, arrojado a las
fauces de un monstruo de hambre milenaria, en el espacio profundo.
¿Cómo no querer leer?
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