Sólo una película
de certezas
Por
Leandro Arteaga
Decir que James Gandolfini es increíble, gigante,
notable, y que se le extraña todavía más luego de Una segunda oportunidad, es indiscutible. Porque es él, y sólo él,
el eje de esta comedia que suma adeptos al por mayor. Pero que, para este
juicio, lejos está de problematizar, escandalizar, transgredir, o por lo menos
incomodar.
Gandolfini es genial, también Julia Louis-Dreyfus.
Pero tampoco exagerar. No casualmente son dos de los grandes nombres del ámbito
televisivo. Gandolfini, eso sí, vuelve a dar cuenta aquí de su pluralidad de
registro, algo a lo que la
Louis-Dreyfus pareciera negarse. Es decir, quien la conozca
(¿habrá quién no?) por sus andanzas en Seinfeld
o The New Adventures of Old Christine
sabrá reconocer su catálogo de reacciones o tics gestuales. Ahora bien, ¿por
qué reiterarlos en este film?
Lo que equivale a emparentar Una segunda oportunidad con una comedia ligera y televisiva. En
donde las vicisitudes ocurridas deben contar con una muy necesaria suspensión
de la incredulidad por parte del espectador. A través de una serie de
coincidencias el relato cubre de incertidumbres la relación otoñal entre sus
protagonistas. Situaciones cómicas, o algo así, como consecuencia y motor de
avance (o retroceso) de los afectos.
Todo esto desde una delineación de clase media
acomodada, con conflictos que son adornos, y medidas de vida tendientes a reparar
cualquier desequilibrio. Cinematográficamente mediante el empleo de figuras
retóricas que el argumento expone para el entendimiento de –dada la
calificación- todo tipo de público. Por ejemplo (¡y espejadamente!): la edad,
el nido vacío, los matrimonios fallidos, los rencores, la hija “postiza” de
ella (cuyo rol será, por lo menos, subrayado de modo redundante), o elementos y
aspectos (la mesita de luz, los cepillos de dientes, la comida repetida, la
incapacidad de susurrar) que explicarían algo cuya develación pareciera tarea
digna de una psicología de género en contratapa de revista de chimentos.
Por eso, no queda claro cuál sería el ingenio
planteado por el film de Nicole Holofcener. ¿Una mirada corrosiva? ¿Sobre qué?
¿Dónde hay corrosión cuando de lo que se trata es de evitar malestares? Todavía
más, ¿dónde habría cine provocador cuando la puesta en escena no hace más que
sostenerse desde el más redundante plano y contraplano? Miradas contrapuestas (él/ella)
que habrán, finalmente, acostumbradamente, de convivir en un mismo encuadre. Elocuentemente,
nada de preocupación por lo que pueda suceder desde el fuera de campo. ¿Los
hijos idos? Habrán de volver al cuadro de familia para la visita o festividad
ritual; para más datos, en el “día de Acción de Gracias”.
¿Fuera de campo? Ésa es tarea de cineastas.
Una
segunda oportunidad
(Enough
Said)
EE.UU.,
2013. Dirección y guión: Nicole Holofcener. Fotografía: Xavier Pérez Grobet. Montaje: Robert Frazen. Música: Marcelo Zarvos. Reparto:
Julia Louis-Dreyfus, James Gandolfini, Catherine Keener, Toni Collette, Ben Falcone,
Eve Hewson, Amy Landecker. Duración: 93 minutos.
Salas:
Monumental, Del Centro, Showcase, Sunstar, Village.
5
(cinco) puntos
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