Serie negra en
un film depurado
Por Leandro Arteaga
Es un placer denso, siniestro, el que recorre el
realizador Ridley Scott durante 120 minutos monocordes, de diálogos abultados,
con sabor de abismo. La sonrisita que dibuja el rostro de Michael Fassbender,
el abogado del título (o mejor, el “consejero” -the counselor-, sin otro nombre que le refiera), se desdibuja de a
poco, junto con un mobiliario blanco, bien pulcro, de auto y trajes lujosos, con
esposa a punto de estrenar (Penélope Cruz), que serán antítesis para las
paredes descascaradas, para el vaho fétido, que inevitablemente sobrevendrán.
Porque las alertas están dadas, varias veces, a
través de los oráculos del tema. Allí, entonces, el incomparable Reiner (Javier
Bardem) o el huidizo Westray (Brad Pitt). Dos de los reiterados personajes que
el “counselor” habrá de sobrellevar para saber cómo “invertir” en el negocio
del narcotráfico. Mientras tanto, los leopardos-mascotas entretienen a sus
dueños al cazar liebres: movimientos admirables, instintivos, impiadosos.
El escenario es el de la zona fronteriza entre
Estados Unidos y México, con Ciudad Juárez como lugar nodal. Línea difusa que
es mucho más, no-lugar que es ámbito para una contienda mayor, que trastoca en
juego con la ley, con la profesión misma del “counselor” como paradoja en
acción. Misma zona de introspección que Orson Welles tematizara en Sed de mal (1958). La frontera, así, es
algo mucho más profundo, al poner en jaque a los contendientes, entre ellos y
consigo mismo. Ahora bien, una vez dentro del juego, ya no hay vuelta atrás.
Que los diálogos de El abogado del crimen sean profusos, es cierto. Y todavía se tienen
ganas de más. Quien está detrás de ellos es la pluma de Cormac McCarthy, el
novelista (Sin lugar para los débiles,
La carretera) devenido guionista, a
las órdenes del gran Ridley Scott. Porque se trata de una de sus mejores
películas, en mucho tiempo. Cerebral, impiadosa, con capacidad para ramificar
desde puntos suspensivos. Es decir, una vez dentro de este otro mundo, lo que
se entabla es otra realidad. Con otros parámetros, con otras reglas. Si bien
distintas, las dos realidades se requieren. La plata del abogado –y todo lo que
él representa- es causa, es consecuencia, del submundo donde quiere participar.
En algún momento alguna manifestación se cruza por
entre las calles violentas y la noche. Se pide por justicia. Porque hay muertos
sin explicación, porque hay desaparecidos sin investigación. Por allí deambula,
sin saber bien qué hacer, el “consejero”. Como si nada de eso tuviese que ver
con él. Mientras tanto, los movimientos, cada zarpazo, son obra del cálculo.
Hasta que la víctima finalmente cae. Y la historia criminal, de cine admirable,
puede volver a iniciar.
El
abogado del crimen
(The Counselor)
EE.UU./Reino Unido, 2013. Dirección: Ridley Scott. Guión: Cormac McCarthy. Fotografía: Dariusz Wolski. Montaje: Pietro Scalia. Música: Daniel Pemberton. Reparto: Michael Fassbender, Penélope Cruz,
Cameron Diaz, Javier Bardem, Brad Pitt, Bruno Ganz, Rosie Perez, Rubén Blades,
John Leguizamo. Duración: 117 minutos
Salas:
Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
8
(ocho) puntos
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