De
extraordinario más bien poco
Por
Leandro Arteaga
En algún momento más o menos inmediato, las que
aparecen son las ganas de que –de una buena vez- comience la aventura. Es
decir, ¿para cuándo el momento donde niño y tigre comparten un bote en alta
mar? Porque para ello, primero, toda una moralina religiosa con la que
condimentar. También en el desenlace. ¿Entonces?
Entonces lo acostumbrado. Una historia extraordinaria se asemeja a un cuento bíblico para
niños y niñas. Con un héroe indio que, luego de caminar en la búsqueda de
tantas religiones como sea posible, habrá de sobrevivir a una experiencia que
le permita precisar que todas estas religiones son, justamente, posibles por
necesarias. Y él las practicará a todas. En otras palabras, corrección política
y de a montones. Es decir, once nominaciones para el próximo premio Oscar.
En el medio de tanta palabrería, la travesía.
Plasmada desde un 3D de asombro, plena de situaciones terribles como bellas.
Hay momentos muy azules. Otros verdes. También nocturnos. Con el Pacífico como
gran escenario, ilimitado, feroz, capaz de engullir una embarcación completa,
así como de guardar en su seno la magnificencia de una ballena, la dentellada
de tiburones, la coreografía de delfines, un aluvión de peces voladores.
Todo esto como consecuencia del naufragio del viaje
donde el joven Pi junto a su familia abandonan India para una nueva vida, con
todos los animales del viejo zoo del padre abordo. De toda la tripulación, sólo
Pi y el tigre sobreviven. La embarcación es pequeña y el hambre es mutua. Cada
uno buscará marcar su territorio, a la vez que encontrar maneras de sobrevivir.
Ésta, a su vez, es la historia dentro de la
historia, consecuencia del relato de un Pi adulto (Irrfan Khan) al joven
escritor. Personajes para el inicio y el desenlace. En un entramado bien
prolijo, que a nadie desconcierta, a la vez que construye un mensaje de
“bienestar y sabiduría”. Porque, aquí sí, se trata de una de esas películas
“con mensaje”. Lo que lleva a discutir con el cine precedente del taiwanés Ang
Lee, al menos desde lo que suponen films notables como Secreto en la montaña o Bienvenido
a Woodstock, entre otros. Allí había problemáticas, interrogantes; mientras
que aquí todo se diluye en un cuento de hadas falsario.
Es decir, si se rememora El gran pez, de Tim Burton, se recordará cómo la película ponía el
acento en su “verdad” (de brujas y gigantes) para ratificarla, porque la
fantasía es parte constitutiva de lo que se dice es la realidad. Mientras que
en el film de Lee será el mismo Pi quien aclare al espectador cuál es la verdad
de lo narrado (con analogías explicadas), aún cuando parezca lo contrario, aún
cuando diga creer en su tigre. Para culminar en un final “sorpresa” donde todo
termina bien porque hay una familia construida.
Una
historia extraordinaria
(Life
of Pi)
EE.UU./China,
2012. Dirección:
Ang Lee. Guión:
David Magee, a partir de la novela de Yann Martel. Fotografía:
Claudio Miranda. Música:
Mychael Danna. Montaje:
Tim Squyres. Intérpretes:
Suraj Sharma,,Irrfan Khan, Adil Hussain, Ayush Tandon, Gérard Depardieu, Rafe
Spall. Duración:
127 minutos.
Salas:
Monumental, Showcase, Sunstar, Village.
5
(cinco) puntos
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