Corrección política y virósica
Contagio
(Contagion)
EE.UU./Emiratos Árabes, 2011. Dirección: Steven Soderbergh. Guión: Scott Z. Burns. Música: Cliff Martínez. Fotografía: Steven Soderbergh. Montaje: Stephen Mirrione. Intérpretes: Jude Law, Gwyneth Paltrow, Matt Damon, Kate Winslet, Laurence Fishburne, Marion Cotillard, Duración: 106 minutos.
Por Leandro Arteaga
La corrección política es el virus letal. Ha afectado también, ya sin novedad, al cine de Steven Soderbergh. Se la respiraba en títulos como Erin Brokovich (2000) o a través del ejercicio de estilo vacío que suponen sus “grandes estafas” (Ocean’s Eleven y secuelas). De todas maneras y cuando quiere, Soderbergh sabe brillar. Como es el caso de su díptico sobre Che Guevara o con dos de sus últimos y mejores títulos: El desinformante y Confesiones de una prostituta de lujo (ambos de 2009).
Pero también hay momentos donde cae en lo banal. Merced a ello, quizás Traffic (2000) sea su peor película. Algo de este sesgo reaccionario se nota también en Contagio, desde el mismo inicio de la epidemia. Allí cuando la situación de adulterio sea la encargada de traer la enfermedad a la familia, a través de Gwyneth Paltrow y su aventura con un hongkonés. Inmediatamente, microfísicamente, el virus se expande y con él la paranoia y, más letal aún –el mismo film así lo enuncia-, el propio miedo.
No tocarse el rostro, lavarse, no sociabilizar, acunarse en celdas virtuales, etc., todas maneras de tratar de paliar lo que no se puede frenar, mientras científicos estudian vacunas y otros divulgan curas milagrosas. La población, en tanto, sigue decreciendo de una manera que, matemáticamente, será grave.
Lo que podría ser escenario de mirada desolada, despiadada (como mejor ejemplo bastará cualquiera de las películas de George Romero y sus zombies), se vuelve aquí, por un lado y otra vez, ejercicio narrativo a la Soderbergh (se disfruta, pero…), y por otro, atención precisa hacia la mencionada corrección. Si el escenario mediático es el lugar que inmediatamente cualquiera y desde un sano juicio relacionaría con el miedo y su difusión, Soderbergh lo sintetiza en la sola figura del blogger que interpreta Jude Law, un oportunista que mezcla denuncias con falsa información.
Aquí, dos instancias. Por un lado, la aseveración de Law al sentenciar la muerte rápida del periodismo convencional y corporativo –reticente a publicar, por “prudencia”, lo que sabe-, y por otro la frase lapidaria que Elliot Gould, científico soderberghiano, le refiere: los blogs son “graffitis con signos de puntuación”. El virus social, el virus informático, asociaciones en verdad fáciles, que en verdad nada dicen de lo aparentemente mucho que el film pretende.
Es por esto que Contagio se queda en un mero juego de apariencias, las cuales culminan por asumirse como tales y necesarias al todo social. Como si el registro pretendidamente realista que Soderbergh imprime, liberara al film de segundas intenciones. La develación final del “Día 1” dará por tierra la hipótesis del adulterio virósico, no sin antes remedar a la nueva generación desde mismos patrones rituales y moralistas (el baile de la hija y su novio ante la mirada del padre).
Mejor cualquiera de los episodios de la serie The Walking Dead o del cómic, afortunadamente comprable en cualquier local de historietas.
2 comentarios:
Me interesaria que hagan una reseña sobre el comic de The Walking Dead.
Leticia! En cuanto pueda prometo escribir. The Walking Dead me parece notable. Muchos saludos!
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