Jerry Lewis: espejo de una América enloquecida
Diálogo con Pablo Pérez Rubio
Diálogo con Pablo Pérez Rubio
Jerry Lewis
Pablo Pérez Rubio
Cátedra
Madrid, 2010
302 páginas
ISBN: 9788437626901
Por Leandro Arteaga
Con una calidad de análisis y de erudición notables, Pablo Pérez Rubio despeja y revisa el mundo Jerry Lewis en su monográfico editado recientemente por Cátedra, número 84 de la colección Signo e Imagen. Son muchas las facetas que Pérez Rubio indaga, tantas como las personalidades que el cineasta ha traducido en forma de personajes múltiples.
Jerry Lewis, el artista capaz de exteriorizar tantas aristas de sí como un espejo frente a otro permiten, guionista/actor/director simultáneos, de mirada crítica impecable, deudor del clasicismo cinematográfico y exponente de rasgos vanguardistas. Uno de los más grandes maestros que ha dado el cine, uno de sus nombres insoslayables pero, sin embargo, frecuentemente olvidado o relegado.
Reverenciado por Jean-Luc Godard, quien lo señalara como uno de los pocos que todavía hacía algo diferente a las categorías establecidas por Hollywood, Jerry Lewis es el protagonista absoluto de la admiración y de la crítica de Pablo Pérez Rubio. Por todo esto, por tanto más, su libro es acto de justicia y de expresión necesaria ante lo que significa la recuperación de una de las mejores obras cinematográficas.
Entrevista emitida el 03/12/2010 por Linterna Mágica
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-Que dediques tu libro a Jerry Lewis es un acto de justicia; tal como señalás, se trata de alguien no rápidamente citado como uno de los grandes realizadores, aún cuando su obra demuestre lo contrario.
-Aquí, en España, yo creo que hay dos géneros que están bastante menospreciados en general, y que son para mí los géneros más importantes: la comedia y el melodrama. Dentro de la comedia hay dos categorías: por un lado estaría el Olimpo de los grandes comediógrafos, que tienen el estatus de grandes creadores, donde podríamos citar a Billy Wilder, a Frank Capra, los Hermanos Marx, Woody Allen, y que son citados en todo tipo de análisis; y luego hay otro tipo de comediógrafos, podríamos decir, más populares, que pertenecerían a una cultura de segundo nivel pero que, para mí, es tan importante o profunda como la primera. Jerry Lewis estaría en esta segunda categoría. A mí es un director que siempre me ha gustado muchísimo, precisamente por ello: porque si bien ha sido visto como una especie de payaso, de bufón, de personaje al que se le rebelaban los objetos o al que le sucedían trapisondas, creo que sus películas encierran miradas muy amargas y muy lúcidas sobre la sociedad contemporánea.
-Es un trabajo previo sobre El profesor chiflado (The Nutty Professor, 1963) (1) el germen de tu trabajo monográfico, película en la que inmediatamente uno repara, como si de una síntesis del corpus lewisiano se tratara, para el recuerdo o abordaje del cine de Jerry Lewis.
-Para precisar, y en primer lugar, la película que supone la revelación de Jerry Lewis es El botones (The Bellboy, 1960). Es una película a la que en el libro yo llamo “cine libre”, un cine desprovisto de narración, un cine hecho casi directamente desde la libertad surreal. Es cierto que El profesor chiflado es la película más conocida, la que más habitualmente se suele pasar en filmotecas, en televisión. Además de ser una película extraordinaria, es cierto que vertebra los temas recurrentes en la filmografía de Jerry Lewis. Por un lado, tenemos esa sociedad americana absolutamente desquiciada, casi una sociedad de frenopático, con sus problemas de tipo psicoanalítico, sexual, edípico, etc., y por el otro, el asunto del desdoblamiento de la personalidad, que es el que más afecta a esa sociedad, donde se refleja la crisis del yo, la crisis de la identidad. Si bien basándose en la novela de Stevenson, referente de la película, Lewis lo toma sólo como pretexto. En El profesor chiflado están, efectivamente, las dos personalidades, el bien y el mal, los dos tipos de payaso -el bufón y el blanco-, y está, sobre todo y fundamentalmente, la crisis de la sociedad contemporánea, la de esa América absolutamente enloquecida de los años ’60.
-Uno descubre distintas facetas en la obra de Lewis, tales como la indagación humana, la mirada introspectiva del propio realizador, y la mirada crítica y despiadada sobre el mundo de Hollywood. Con cuánta habilidad plasma esto en De golpe en golpe (Un espía en Hollywood, The Errand Boy, 1961), sobre un mundo que, en verdad, de sueños tiene muy poco.
-No es su única película sobre este asunto. En su momento fue vista casi como una venganza de Jerry Lewis hacia la industria del cine y, concretamente, hacia su propia productora, la Paramount. Es cierto que durante su estancia en la Paramount, sobre todo a partir de las películas que protagoniza junto a Dean Martin, él se siente bastante menospreciado. Como todo creador de gran categoría, Jerry Lewis es tremendamente egocéntrico, muy narcisista, como puede verse en su libro El oficio del cineasta (The Total Film-Maker, Seix Barral), donde se atribuye la dirección de varias secuencias de algunas de las películas que realiza con Dean Martin, muchas de ellas dirigidas por Frank Tashlin y otros directores de segunda categoría como Norman Taurog, directores para los que hizo mucho más que un trabajo de actor. Él se siente totalmente ninguneado por la industria, y cuando quiere acceder a la realización, la Paramount se interpone prácticamente le anula esta posibilidad. Realiza El botones casi por casualidad, ya que a raíz de una de las películas, El ceniciento (Cinderfella, 1969, Frank Tashlin), su contrato de dos películas anuales estaba vacío durante ese período y es así que consigue realizarla, y que no gusta nada en el seno de la productora. Le obligan a hacer diferentes cortes, ya que es una película que se sale de los cánones más ortodoxos del cine de Hollywood. Y sí que es cierto que esta película, Un espía en Hollywood, es una especie de venganza hacia todo ese mundo de magnates, que no entienden absolutamente nada de creatividad ni de cine, y que han sido una cortapisa en su carrera como creador. Hay escenas magníficas en la película, sobre todo cuando desmonta ese mundo de gran ilusión que es el cine, pero no hay que olvidar que apenas unos años antes, Lewis ha realizado Loco por Anita (Entre la espada y la pared, Hollywood or Bust, 1956, Frank Tashlin), especie de road-movie donde se realiza un viaje a Hollywood, en donde hay también una mirada absolutamente demoledora, a partir de una especie de fascinación que el protagonista siente por Anita Ekberg, lo cual es el pretexto para hacer una sátira no sólo hacia la sociedad hollywoodense, sino hacia el embobamiento que hay hacia Hollywood. Para mí es una de las cosas más interesantes, no sólo sobre el cine, sino también sobre la entonces boyante televisión, contra la cual Lewis arremete directamente en varias de sus películas.
-Podemos vincular al film El ingenuo (Jerry Calamidad, The Patsy, 1964), en donde la construcción del personaje artístico desnuda su inherente artificiosidad.
-Sí, de hecho la película termina prácticamente con un salto al vacío. No es el único caso en donde Jerry Lewis realiza esta especie de pirueta final, como diciendo: “esto, señores, al fin y al cabo es solamente ficción, es únicamente cine, y está hecho para divertirse”. Así como otros realizadores hacen de la crítica –social o de costumbres- una especie de declaración de principios -donde el caso más paradigmático para mí sería Billy Wilder, quien hace crítica a sabiendas y con una mirada tremendamente sarcástica y mordaz-, Jerry Lewis lo hace, sin embargo, desde una segunda lectura. Creo que es por eso que sus películas no han sido vistas en la medida en que debieran haberlo sido. Los analistas y los críticos se han quedado, muchas veces, en la superficie: el bufón, la rebelión de los objetos, el torpe señor al que le ocurren todo tipo de desgracias, y sin embargo la segunda lectura es la que esconde realmente esta segunda visión, segunda realidad, segundo plano, que a mí es el que me ha resultado más interesante y que nos devuelve otra vez al tema de las apariencias, del desdoblamiento de la personalidad. No hay que olvidar que Jerry Lewis llegó a interpretar hasta siete papeles diferentes en Las joyas de la familia (The Family Jewels, 1965), otra de sus grandes obras maestras.
-Nos resultaría difícil encontrar continuadores de su estilo. En el cine de Jerry Lewis se cifra el humor de Charlie Chaplin, de Stan Laurel, entre otros; hay una genealogía de lo cómico. Hoy no tenemos casos parecidos, sólo quizá referencias.
-Es cierto. La comedia es el género de Hollywood que peor ha envejecido. Es tremendo el vacío que existe en este momento en cuanto a la comedia americana, nada es comparable con lo que se hizo en cantidad y en calidad desde, prácticamente, los años ‘10 o ’20 hasta finales del Hollywood dorado, de los años ’60. Muy pocos cómicos han superado el paso del tiempo. Cito en el libro algunos de los herederos de Jerry Lewis, pero sí es cierto que ninguno tiene ese carisma ni creatividad que él tuvo; pienso, por ejemplo, en Steve Martin, Robin Williams, quizá Eddie Murphy, Chevy Chase… pero hay que tener en cuenta que han realizado un cine mucho más burdo. De hecho, los remakes de El profesor chiflado (The Nutty Professor, 1996; Nutty Professor II: The Klumps, 2000) se pasan directamente a lo grosero, a lo escatológico, y sí que es cierto que es un cine que ha perdido chispa, creatividad y madurez, salvo quizás el caso de Woody Allen. Incluso esta nueva comedia de Hollywood alrededor de Judd Apatow, que aquí en España tiene bastante predicamento desde la crítica, no me parece a mí que llegue a la altura de la obras que hemos estado citando.
(1) Pablo Pérez Rubio, Guía para ver y analizar “El profesor chiflado”, Valencia-Barcelona, Nau Llibres-Octaedro, 2009.
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