miércoles, 10 de diciembre de 2008

Wolverine Annual 2007


El placer de una buena historia

La canción de la muerte de J. Patrick Smitty
Wolverine Annual 2007, Marvel Comics
Guión: Gregg Hurwitz
Dibujo: Marcelo Frusin.
En español en Lobezno vol. 4, #29, Editorial Panini (04/2007)

En buena hora. Editorial Panini nos permite leer en español uno de los últimos trabajos de Marcelo Frusin para EE.UU. Se trata de Wolverine Annual #1, que Panini publica en su título Lobezno # 29, junto también con el # 56 (vol. 3) de la colección regular (obra de Jason Aaron y Howard Chaykin). Y me animo a decir que, juntos ambos números, funcionan de maravilla.
Porque se trata de dos miradas particulares sobre el personaje más famoso de los X-Men. Y si bien el capítulo del gran Chaykin remite a la continuidad de la serie, no por ello evita al lector primerizo poder adentrarse de una manera salvaje al espíritu del mutante canadiense. Pero volvamos al comic que nos importa.
El anual de la dupla Hurwitz/Frusin es una de esas historias que dicen todo y nos dejan con ganas. Porque es un comic capaz de capturar en algo más de 30 páginas el espíritu que corroe a Wolverine, apresado entre su bestia interna y sus sentimientos negados -mismo carril que el escritor Chris Claremont haría caminar al personaje desde aquellos lejanos años ’70-. Y porque, a la vez, el anual en cuestión nos permite un inicio lector para cualquiera que sea ajeno al personaje y su serie.
El relato está estructurado desde el punto de vista de una de las víctimas de Wolverine. La utilización de la primera persona nos remite, también, un aura de serie negra (lo que no es de extrañar, dada la carrera literaria de Gregg Hurwitz). Es decir, comenzamos con alguien que se encuentra, desde el vamos, ya perdido. Asistiremos, entonces, al racconto de sus desdichas y a la búsqueda, tal como podrá también verse, de su redención.
Todo ello desde la ambigüedad que supone la historia. Porque cuando nos enteremos del porqué del conflicto interno y de la muerte inminente, más la razón por la que Wolverine persigue sin descanso, uno por uno, a los criminales, el planteo pierde maniqueísmo. Wolverine, aquí, vuelve a ser el antihéroe que celebramos. Basta observar cómo el niño atemorizado (criminal del presente) escucha los gritos de sus padres desde el lecho, mientras sobre él pende el póster de Hulk, parábola del monstruo en ciernes. Toda una síntesis, a su vez, del universo Marvel. Logro dual y feliz entre dibujo y guión.
Desde la voz de este condenado, seremos testigos de saltos narrativos que enhebran un rompecabezas personal, pero que dibujan, también, el perfil del más irascible de los mutantes-X, dibujado aquí con rasgos cercanos a los de su encarnación cinematográfica (Hugh Jackman). La narrativa gráfica de Frusin es admirable. No sólo desde la calidad del dibujo y sus encuadres (más el color también de su autoría), sino desde la funcionalidad de ellos en el relato. Detenerse en la distribución de las viñetas en las páginas supone un placer extra. Más la anécdota (cierta, les juro) que supone la sustitución del tradicional cigarro de Wolverine por un par de lentes de sol (capricho tanto editorial como terminal de Joe Quesada para todos los personajes de la casa Marvel). Si leen el comic, busquen en los encuadres y verán el porqué. Dato que sé, así es, por el mismo dibujante, entre veladas plenas de amistad, cine, historietas y muzarella.
Marcelo, un abrazo y felicitaciones.

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