sábado, 24 de diciembre de 2011

Qué se puede hacer salvo ver (películas): Sandra Corizzo/entrevista


Un mundo de canciones (de películas)



Con una voz suave, y las películas de un televisor caprichoso, Sandra Corizzo estrena nuevo disco y muchas canciones propias.

Por Leandro Arteaga

“Qué se puede hacer salvo ver” y los paréntesis siguientes proponen “(películas)”. La acepción final de la oración dependerá del ánimo lector, de la sensibilidad de oído, o del ojo que mira. Entre música, palabras y películas, todo un mundo donde perderse, permanecer y dejarse llevar. “No solo fue disfrutable componerlo, sino también todo el proceso de grabación; con los músicos se armó un combo alucinante” dice la artista rosarina Sandra Corizzo a Rosario/12, en el marco de un nuevo álbum que combina, entre muchos más nombres, colaboraciones musicales de Virginia Morelli, Clauido Cardone, Salvador Trapani, bajo la coordinación técnica de Ariel Migliorelli

-¿Desde qué lugares llegaste al disco?

-Tenía ganas de hacer un disco en estudio, pero no sentí que Mi jardín (2008) debía serlo. Me parecía que el criterio estético de aquel disco era el ser espontáneo, por eso fue grabado en vivo, con las versiones que me parecían haber descollado más. Cuando comencé a observar qué cosas había en Mi jardín saqué varios tips, y uno de ellos tenía que ver con que tenía muchas cosas relacionadas con el cine. Pensé entonces en hacer un disco con canciones de películas, y empecé a anotar libremente qué canciones podían ser. Aunque también empecé a pensar en componer, hasta que el proyecto finalmente se transformó en canciones inspiradas en películas. Algo que en principio parecía tan directo, empezó a disparar flechas para otros lados, sobre todo en relación con mi momento personal. La composición se dio a partir de la observación de cosas que miraba en la tele o con películas que recordaba o prefería. Todo empezó a vincularse entre sí, sin que me diera cuenta. Pensé en llamar al álbum Películas pero, por supuesto, ya estaba el álbum de La máquina de hacer pájaros. Inicialmente pensé en la canción “Qué se puede hacer salvo ver películas” como un tema a incluir, pero no me sentía conforme con una versión mía, así que terminé por utilizarlo como título. Por un lado, porque esa canción tiene un llamado a la etapa del proceso militar, que fue muy doloroso para el país, y a su vez porque encontré –y me doy cuenta ahora- un paralelo con el proceso personal por el que yo estaba atravesando; entonces, y a través del cine, terminé yendo desde lo general a lo particular. Ahí comenzaron a aparecer películas que jamás hubiera elegido como preferidas: Novia fugitiva, por ejemplo, la vi entera el otro día.

-Pensaba en el criterio de selección, son películas muy recientes.

-¡De cable!

-También eclécticas.

-Es que yo también lo soy, por eso me gustó esa idea. Aparecen esas películas, pero también Las alas del deseo, que sí es una de mis preferidas, así como Antes del amanecer y Antes del atardecer, o El día de la marmota. Sexto sentido, por ejemplo, la vi en el cine hace un millón de años, pero lo que me gustaba y siempre asocié, era la idea del tipo que se entera de que está muerto luego de que se pasa toda la película proyectando su mambo en el pibito. Todas las canciones son una excusa para hablar de mí o de un universo personal, de un “mundo según Wayne”.

-Es algo que se nota desde el mismo diseño de tapa.

-Claro, porque hablé un montón con Pablo Bernasconi, que es un capo del diseño y la ilustración, y le dije que se trataba de un mundo pequeño, como si fuera un ojo en sí mismo, que está lleno de informaciones, de data, ¡y él hizo esto! ¡Es un genio!

-La misma idea también está presente en el video-clip de “De película” (de Gonzalo Rimoldi y Melisa Lovera).

-Sí, sobre todo con las islitas y la soledad.

-¡Y a partir de la película La llamada!

-Bueno, a esa también creo que no la vi entera, pero la canción es una reflexión sobre las películas de terror, o sobre el terror; en realidad estoy hablando de la familia, de la humanidad, de esto de trasladar de generación en generación dolores. Si bien desde un lugar muy irónico, no estoy hablando de algo gracioso. Ese tema es terrible, y tiene una melodía muy alegre.

-Hay un contrapunto en ese sentido.

-Está hecho a propósito, con intención. También está cantado aniñadamente, para que genere más miedo, como pasa en las películas de terror cuando escuchás a una nenita que canta “la, la, la…”.

-¡Como en la canción de cuna de El bebé de Rosemary!

-¡Claro! Hasta el día de hoy es algo que me pone mal, porque está muy bien hecho. Yo pretendía ironía, y por eso la compuse como una sonatina, es por eso que ahí tocó (Guillermo) Vadalá, porque me pareció que era el único bajista que podía hacer una línea tipo Bach con el bajo. La nena termina diciendo “murió y con su suerte se llevó… la mía”.

-Uno recuerda películas desde un montaje propio, y la película que resulta no tiene por qué tener que ver con “aislarse”.

-Lo que terminan por demostrar las canciones es que por más que quieras cortarla en determinado momento y no pensar más, es imposible, y eso es un elogio al cine, porque no hay forma de que sea pasatista. El cine te lleva para adentro por más que quieras ponerlo afuera, no podés evitar sentirte atraído por escenas que te llaman, y esas escenas están adentro tuyo, o por lo menos es lo que creo yo. A mí King Kong me pasó desapercibida, pero justo la escena donde ella se despierta y se da cuenta de que haciendo gracia se puede comunicar con el mono me gustó. Podés ver lo que te están mostrando o también una metáfora de cosas, me parece que eso es algo constante y que tiene que ver con la manera de percibir el mundo. No pasa sólo al mirar cine, sino ante todo lo que te rodea, la música entra por ese lugar, porque es un canal de expresión; en realidad, uno podría hacer un tema con cualquier cosa, lo importante es percibir.

En Rosario/12 (24/12/2011)

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