domingo, 24 de julio de 2011

Manuel Aranda+Risario+entrevista


La particular aldea de Risario

Revista insigne del humor rosarino, Risario tiene homenaje y, tal vez, nueva época. “Pero estamos en los prolegómenos” dice su responsable y dibujante, Manuel Aranda.

Por Leandro Arteaga


Gary Vila Ortíz, ícono del periodismo rosarino, está haciendo una serie de entrevistas que organiza desde su revista El Centón y me ha convocado para una presentación, en homenaje a Risario. Esperemos que salga algo llevadero, divertido” apunta el dibujante Manuel Aranda a Rosario/12, en vistas al diálogo que ambos mantendrán el miércoles próximo, a las 19, en la Sala del Museo Diario La Capital (Sarmiento 763). “He participado en todas las revistas de humor de los últimos treinta y cinco años, a excepción de Satiricón, salvedad que siempre hago, ya que pese a que lo intenté nunca me dieron calce. Pero en todas las otras, tanto de Buenos Aires como en diarios del interior, participé.”

-Además de haber creado las suyas propias.

-La cebra a lunares es la más antigua, de la década del ‘70, y delata mi edad cavernaria; después vino Risario, ya en los ’80. Si bien fue idea mía, a Risario la compartimos con otras tres personas para lanzarla. Yo estuve en la dirección solamente dos números, después propuse armar una cooperativa pero la idea no funcionó y me quedé hasta el último número como redactor, dibujante, cronista, de todo. Creo que las dos revistas sentaron alguna inquietud generalizada de la época. Actualmente, cuando doy clases en Comunicación Social y los chicos me dicen que quieren hacer una revista, les cuento acerca de todos los inconvenientes que existen, que no son pocos, si lo que uno quiere es llevar la publicación a los puestos de venta naturales, los kioskos, pero después les digo que si están calientes con hacer una revista que la hagan, como cualquier cosa que uno quiera hacer.

-¿Qué elige evocar de aquellos años de Risario y de la ciudad?

- Mirá, una vez escribí en Risario una nota que se llamaba “La teoría del bollo afectivo”, y tenía que ver con las relaciones que se entretejían en Rosario en ese tiempo. Risario era eso, un encuentro de redacción muy fuerte, por donde pasó muchísima gente, muchos de los cuales ahora ocupan puestos importantes en el periodismo de la ciudad. Había una comunidad afectiva con la que se hacía muy divertido pasarlo juntos, pese a que económicamente la revista nunca fue un éxito. A veces cuando leo Barcelona, que es una revista que me gusta mucho, me imagino cómo se trabaja en la redacción, donde probablemente se tire un tema para que todos larguen cosas y se elija lo mejor. Creo que si yo tuviera en este momento la responsabilidad de encarar una revista trabajaría con esa mecánica. En realidad, estamos hablando con algunas personas sobre hacer una revista, y probablemente sea Risario, pero estamos en los prolegómenos. Considerando que ayer me metí en Facebook, cosa que no pensaba hacer, quizás me meta de nuevo en Risario, cosa que tampoco pensaba volver a hacer.


-¿Y qué rasgos tendría esta nueva Risario?

-Seguramente trataría temas de la ciudad, la idea siempre fue pintar esta aldea tan particular en la que vivimos. En la época de La Cebra decía que era una ciudad con características peculiarísimas, y la gente abría los carozos y me decía “no pasa nada”, bueno, escriban y dibujen sobre eso entonces, pero ¿cómo no pasa nada? Pasan un montón de cosas y ahora, afortunadamente, está pasando muchísimo, hay una movida intelectual importante.

-La revista también fue un punto molesto para la dictadura.

-Risario empezó en el ‘80, y era muy crítico con el gobierno militar. Para ser periodista hay que tener muy elaborado el tema de que te puede pasar algo muy grave, y eso uno lo asumía entonces con mucha naturalidad. Cuando después de la redacción nos reuníamos a comer, nos íbamos con cierto temor, para caminar se buscaban las calles donde los autos venían de frente, viejas costumbres que uno aprendió desde muy chico en este complicado país, que vivía de recreos democráticos en golpes de estado.

-A propósito, nos podría recordar la anécdota de su chiste en Tía Vicenta, reproducido en la película La República Perdida.

-Tía Vicenta era la revista top cuando empecé a dibujar. La primera vez que fui a Buenos Aires me recorrí todas las revistas del momento, las más berretas, y di con una persona que me dijo “mirá, vos hacés cosas políticas y sociales, tenés que ir a Tía Vicenta, Landrú es un tipo bárbaro”. Efectivamente, Landrú es un caballero, así como hay gente que no le llegaba ni a los tobillos y te despedía sin mirarte la carpeta, Landrú te recibía, te saludaba, te hacía sentar, miraba la carpeta. Siempre tostado, empilchaba muy bien, era un duque. Fue la primera revista donde publiqué. Cuando hicieron La República Perdida rescataron un chiste, referente a la caída de Illia, donde están reemplazando el cartel de la Estación Constitución por uno que dice Onganía. Cuando lo vi en pantalla grande no lo podía creer, no sabía que se había incluido. Fue muy impactante.

-¿Es irregular o constante la, digamos así, inspiración del humorista?

-Hay días en que salen cuatro o cinco cosas al hilo, y otro día donde no se te ocurre nada. Me ha tocado trabajar en diarios y el cierre es una exigencia total, eso explica porqué a veces se ven chistes tan malos en el diario, así como también otros muy buenos. En general, las publicaciones se manejan con colaboraciones, se eligen los chistes que parecen más viables, y esto es interesante porque en la gráfica hay que ser muy original, en las revistas la cosa tiene que ser auténtica, tuya, original, o no va. Cuando te preguntan si sos humorista uno dice que sí, pero en realidad uno no sabe si el mensaje que se larga en una publicación causa gracia. Si causa gracia sos un humorista, si no, no sos un humorista. Yo hago humor, pero no sé si soy un humorista. Es muy difícil reírse, hay un dibujante cordobés que me hace reír a carcajadas –Angonoa, este tipo es muy gracioso, muy ingenioso. Toca un tema y saca cincuenta chistes buenos.

-¿Tuvo alguna influencia particular hacia el dibujo?

-Soy autodidacta, cuando era muy chico me gustaban mucho la pintura y el dibujo porque tenía un tío que dibujaba, y todo lo que hacía él yo lo copiaba. Fue la figura masculina que seguí en mi niñez. Yo no tenía la más mínima aptitud para el dibujo, así que fue una cuestión de trabajo y trabajo. En un punto, el dibujo empezó a dejar de interesarme si no decía algo más, y ese algo más venía por el lado del humor. En el humor uno puede expresar absolutamente todo, eso es lo que me fascina; además soy un tipo bastante hiperquinético, pintar me causaba mucha ansiedad, un cuadro podía llevarte una semana, y un dibujo de humor lo resolvés en una hora o en diez minutos. Así se fue dando la cosa. Pero en verdad fue gracias al tío Tomás, quien no hizo mucho, de hecho nada, en verdad ni creo que me quisiera mucho (risas) pero siempre tuve mucha admiración por él, le gustaba mucho el dibujo, el deporte, la lectura, las mujeres, era un tipo muy inteligente.

http://manuelaranda.blogspot.com/
http://queseria-denosotros.blogspot.com/

En Rosario/12 (24/07/2011)


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