viernes, 5 de agosto de 2011

Fernando Rossia: entrevista


Quiroga, sus luces y sombras

Un plantel magnífico ilustra los cuentos de Horacio Quiroga. “Fue un trabajo al que se le puso muchas ganas, con el que me siento orgulloso” dice Fernando Rossia, uno de sus dibujantes.

Por Leandro Arteaga

De amor de locura y de muerte es un libro de historietas. Horacio Quiroga, claro, su guía. Luciano Saracino el escriba. Más un plantel magnífico de veinte dibujantes. “Cuando se genera un proyecto como éste aparece una sombra muy grande, para el caso de Luciano (Saracino) fue la de Horacio Quiroga, pero para los ilustradores la de (Alberto) Breccia” refiere Fernando Rossia en alusión a la celebrada versión del dibujante del cuento La gallina degollada. “Lo curioso fue que el artista español encargado de interpretar el mismo cuento, Manu Ortega, no estaba al tanto de la versión de Breccia, motivo por el cual se decidió mejor no decirle nada, para que no sintiera ese peso.”
Artista plástico, ilustrador de cuentos infantiles, historietista ocasional, Fernando Rossia ha formado parte del desafío de trasladar el mundo de Quiroga a los cuadritos. Y la experiencia da cuenta de mucho trabajo, de una esmerada calidad de edición –obra del sello Pictus- y de un notable registro gráfico, que abarca estilos varios, con el espíritu de Quiroga –o el de Saracino- como guía y estructura. En suma, un libro muy bello.
“Aún cuando todos esos fantasmas de Quiroga estuvieron presentes, lo que hay que destacar es que fue un trabajo que arrancó desde un lugar insólito, el del propio escritor reinterpretando los cuentos de Quiroga más la tarea de ir buscando y relacionándose con ilustradores que pudiesen compartir el trabajo de manera adecuada. Es importante destacar que en la lista de artistas que participamos, son muy pocos los historietistas; hay nombres ilustres, como el de Nelson Luty, un fondista con una trayectoria increíble, que fuera asistente de Carlos Meglia, también Poly Bernatene, distinguidísimo dibujante de libros infantiles, con una técnica increíble y de un respeto reverencial hacia la historieta. A mí, que también vengo de la plástica, me dio un poco de temor ser parte de una lista tan importante.”

-Pero en tu trabajo no se nota...

-Soy un adicto a las historietas, pero más como lector, como productor siempre tuve demasiado respeto por los ilustradores de historietas, más que nada porque no sólo se trata de una cuestión de dibujo, sino también de algo importantísimo, de narrativa, de saber cómo contar una historia, ahí es donde se juega lo mayor.

-¿Y cómo te planteaste este desafío en Nuestro primer cigarro?

-Yo sabía que, al venir de la plástica, iba a construir el esqueleto de la estética desde una cuestión afín, por eso empleé un trabajo digital que emulara la pincelada, el óleo, la textura, el grafismo.

-Es algo que genera un efecto muy peculiar, sobre todo por el protagonismo de los niños, de su mundo de ambigüedad moral.

-Si, y hay algo importante para destacar, que es el concepto del propio Quiroga sobre la niñez, en ese sentido me sentí enganchado desde el principio. Tuve muy en cuenta a un artista que admiro, Edward Gorey, un ilustrador norteamericano sensacional, que tiene una manera muy particular de trabajar el tema de la niñez. Hay un libro suyo que consiste en un abecedario, donde cada letra es el nombre de un nene, así como también es la forma en que ese nene muere, es terrible. La imagen más conocida de Gorey es la de la muerte con un paraguas enorme, bajo el cual protege a muchos niños. Así como Quiroga tiene, desde su estilo, al concepto del terror completamente calibrado, en Gorey hay muchas cosas que me parecen muy fuertes, desde donde poder entablar una conexión. Artistas como Cacho Mandrafina también, hay una parte de su producción relacionada con la selva que es asimilable al mundo de Quiroga.

-El mundo de la niñez no te es indiferente. Ya tenés toda una obra desarrollada sobre el tema.

-Con Luciano (Saracino) venimos trabajando desde hace cuatro años para editoriales infantiles, donde buscamos la manera de realizar un trabajo con sello personal, que escape a la estética for-export del dibujo para chicos. Otra vez menciono a otros artistas, pero a quien tenemos como referencia es a Wolf Erlbruch, un alemán brillante, autor de El pato y la muerte. Fue gracias a ese pato como Luciano y yo nos conocimos (risas). De la colaboración con Luciano, lo que tengo como conclusión es que no hay nada mejor que pelear por un proyecto que sea propio. Uno de los trabajos que presentamos arrancó, de mi parte, en el año ‘96 con pinturas aisladas, y terminó siendo un personaje de nombre Ciro Todorov. Con Luciano comenzamos a trabajar en una idea que culminó en un libro editado por el sello Ovni Kids. Ciro es un pequeño asesino serial, y está pensado para chicos y adolescentes. Ahora estamos trabajando en tiras gráficas del mismo personaje (http://comiqueando.com.ar) y con el estudio de animación Focus empezamos a desarrollar también una serie animada. Ahora sale un segundo libro de Ciro.

-Evidentemente, hay un mundo de lectores infantiles con el que ustedes saben congeniar.

-Entre el sello editorial Unaluna y Pictus tenemos a Dorotea, la vaca viajera, Los cuentos del fondo del mar, Antes había dragones, La bruja de mi barrio –un libro que fue muy bien recibido por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires para los colegios y las bibliotecas populares-, Sueños, y no me acuerdo cuáles más. ¡Son muchos!

En Rosario/12 (30/07/2011)

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