domingo, 9 de mayo de 2010

Luis Puenzo: entrevista



"Pasitos para adelante, pasitos para atrás"
Entrevista con Luis Puenzo

En el marco del 5º Festival de Cine para la Tercera Edad, “Una mirada mayor”, Luis Puenzo visitó la ciudad de Rosario, dialogó con el público a partir de la proyección de La historia oficial en la sala La Comedia, y recibió la distinción de Visitante Ilustre. “Ver La historia oficial de nuevo, con gente que ya la vio, con chicos que la ven por primera vez, es muy fuerte. Me pasaron muchas cosas con esta película, que ya es indisoluble de mi historia, de mi vida” señaló el realizador a lo largo del diálogo amable que mantuvo con Linterna Mágica, en los estudios de Radio Universidad Rosario.

-¿Cómo ve los abordajes posteriores que sobre el tema ha realizado el cine argentino?

-Una vez me dijo “Coco” Blaustein, quien ha realizado Botín de guerra, además de producir otros documentales, que según su estadística se hicieron más de 160 películas, durante estos años, sobre el tema. Me parece que mientras el cine se dedicó a reflexionar, otros sectores de la Argentina intentaron no hacerlo. Y toda reflexión viene bien, desde todo punto de vista, desde el lugar que a cada uno le tocó vivir. En el caso de La historia oficial, con Aída (Bortnik) lo teníamos muy claro. Cuando escribimos el guión, fue en tiempo real. La acción transcurre en el ‘83 y nosotros estábamos escribiendo en el mismo año. Nos decíamos que teníamos que hacer de cuenta que habían pasado quince años. Ingenuamente, pensábamos que con quince años bastaba para que la Argentina hubiera cambiado, pero ya pasaron veinticinco y, obviamente, nos quedamos muy cortos. La Argentina cambió muchísimo menos de lo que creíamos. También se reflexionó muchísimo menos. Cuando para La historia oficial se nos ocurrió incluir “En el país de nomeacuerdo”, de María Elena Walsh, el tema musical adquirió una connotación política a partir de lo de “un pasito para adelante, un pasito para atrás” (1). Nosotros, como sociedad, dimos montones de pasitos para adelante y para atrás. La Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, los indultos, fueron los pasos para atrás. Pero en el balance, sin embargo, somos el país que más profundamente revisó el genocidio que tuvo y el que probablemente más castigó a sus genocidas. De hecho, estamos en una semana donde están metiendo en cana a Martínez de Hoz, donde se trajo extraditado a un piloto de los vuelos de la muerte, y es importantísimo.

-Me hace pensar en su film La peste, donde en uno de los parlamentos se señala que “nadie los había echado, ya que quizá habían cumplido con sus objetivos”.

-Tiene que ver con esta sensación. Cuando estaba terminando Gringo viejo y viendo qué película filmaba, un agente norteamericano me traía guiones que nunca me parecían adecuados; entonces me dijo “¿y qué querés hacer?”. Le respondí que había una novela que me estaba dando vueltas en la cabeza, La peste, de Albert Camus. Conseguí una cosa que era muy imposible, la de adaptarla a Buenos Aires, filmarla acá, y escribir el guión. Trabajé muy convencido de que la tesis de Camus, la parábola de que la peste nunca se va del todo y queda durmiendo en los pañuelos, se verificaba, porque me parecía clarísimo cómo en los inicios de la era Menem volvía el poder que se acababa de ir. En ese momento alguien me había preguntado: “¿Usted quién piensa que está cumpliendo el rol de los militares?”, y yo dije que la televisión, algo que después se verificó; es por eso que me pareció oportuno filmar La peste. La peste cayó en un momento muy particular, con la caída del muro y en la Argentina del menemismo, con un mundo que estaba en un momento de estupidez generalizada. En Venecia, a raíz de La peste, una periodista me preguntó en una conferencia de prensa –no lo podía creer- si no era hora de que los directores como yo, como si fuéramos parte de una especie que atrasaba, nos dedicáramos a otra cosa y dejáramos esta cosa de la política. “Por ejemplo, como qué”, le pregunté, y me dijo que la ecología, que eso era lo moderno en ese momento. La peste, ahora, es clarita; creo que es una película políticamente más sofisticada que La historia oficial.

-Ya no es el único ganador del premio Oscar, aunque sí el primero. El Oscar debe haberle supuesto un panorama novedoso. ¿Cómo se sintió en aquél momento?

-El Oscar lo que permite es que tengas una chapita, un sello, que posibilita grandes presupuestos. Ésa es la única diferencia que hace. Yo venía de hacer La historia oficial con 460 mil dólares, una película cara para Argentina, y Gringo viejo costó 25 millones de dólares. En Gringo entré primero como guionista, porque el director iba a ser Sidney Pollack. Era raro que yo pudiera llegar a dirigirla, pero llegué porque a Jane Fonda le gustó la historia. Pero esto fue antes del Oscar, antes de ganar. En realidad, desayuné con Jane Fonda y esa noche ganamos el Golden Globe, y le ganamos a Ran, de Kurosawa, que por suerte no estaba nominada para los Oscar porque, la que tenía que ganar, era Ran. La posibilidad de dirigir Gringo viejo surgió no por el premio, sino por la carrera de La historia oficial. Sí después de haber ganado el Oscar fue posible que Jane Fonda me propusiera como director de una película de esa envergadura y que la Columbia aceptara. Esa es la diferencia central: a qué nivel de presupuesto podés acceder, algo que no siempre es una ventaja.

-Imagino la cantidad de responsabilidades ante tales presupuestos. ¿Cómo sobrevivió al trabajo en Hollywood?

-Yo la pasé bien. Me sirvió, me interesó, aprendí. Tuvimos un momento idílico con David Puttnam, de la Columbia, pero lo rajaron antes de que entráramos al rodaje. La Coca Cola, que era la dueña de la Columbia, lo hechó. Yo estaba ahí como parte de las películas que Puttnam quería hacer. Él quería llevar a Szabó, a Kurosawa, a una cantidad de directores europeos de la época, y yo entré dentro de ese grupo. No llegaron a filmar Kusturica ni Szabó, sí Terry Gilliam, pero después cambió la administración. Cuando yo termino el primer corte, me dicen que las películas con protagonistas viejos ya no iban más, y yo tenía una película que se llamaba Gringo viejo (!) y protagonizada por Gregory Peck (risas). Y me explicaron que la película tenía que ser sobre la relación de amor entre el general Arroyo (Jimmy Smits) y la maestra (Jane Fonda), que estaban juntos en dos escenas de la película. Yo dije “vamos a filmar de nuevo”, “no, no, con lo que hay”, me dijeron. Pero como yo había hecho muchos años de publicidad, estaba acostumbrado a esto. Me dieron a elegir, muy cortésmente, si irme o quedarme, y que el trabajo lo hiciera otro; entonces me quedé, lo hice, y cambié toda la película con el montaje. A Gringo yo la quiero mucho igual, pero era mucho mejor película tal como estaba escrita. Sin embargo, no reniego de esa experiencia, ellos nunca me habían prometido otra cosa. Cuando uno firma para una película de esa envergadura sabe que le está vendiendo el alma al diablo, eso es así, es parte del juego.

-Hace bastante que no vemos una película suya, luego de La puta y la ballena.

-En verdad, viste dos películas producidas por mi: XXY y El niño pez. Este año estoy por filmar una versión cinematográfica de El niño argentino, de Mauricio Kartun, que es una obra estupenda. El cuento chiquito está remitido a un viejo arquetipo argentino que es el de que cuando las clases altas ganaderas se iban a Europa, según dicen, se llevaban una vaca en el barco para que los niños tomaran la leche en estos viajes que duraban un mes. Lo que hace Kartun es tomar este arquetipo, que más o menos todos conocemos, y ponerlo en escena con tres personajes: el gauchito que cuida la vaca, la vaca, y un tarambana que es el hijo primogénito de una familia oligarca, que viaja en el barco y a quien “Padre” lo manda castigado a la bodega todo el tiempo por los desastres que hace diariamente. En la bodega, que es como un submundo, un lugar abajo y oscuro, ocurre una historia triangular entre estos personajes, muy en paso de sainete, pero termina siendo trágico. Es una película dificilísima de hacer porque, para agregar complicaciones, está escrita en una especie de remedo de verso gauchesco. Yo la voy a hacer en verso, porque voy a ser fiel a Kartun. Así que estoy escribiendo un guión con una película en verso gauchesco “sanata”, con un personaje que es una vaca, y que ocurre dentro de una bodega (risas). Además, la película se me fue corriendo para el lado del musical, que a mí me gusta mucho. Los actores son los mismos que los de la obra teatral: Mike Amigorena y Osqui Guzmán. Y para el personaje femenino estoy hablando con la rosarina Josefina Scaglione, quien está protagonizando en Broadway West Side Story, que es excelente.


(1) Más adelante, durante el extenso diálogo, Puenzo también nos cuenta que “me acuerdo de que en un momento me tocó ir a verla a María Elena Walsh, para pedirle el tema. Ella me decía ‘por qué este tema’, y yo le respondía que era el eje temático de la película, que no había manera de hacer nada que fuera mejor.

Entrevista realizada
y emitida por Linterna Mágica el 07/05/2010


Descargar en mp3: Parte 1 - Parte 2

2 comentarios:

lokacomotumadre dijo...

Hola Lisandro
estuve escuchando la entrevista y realmente no tuvo desperdicio, en espeical, los comentarios del Sr Emilio Bellon , quien con una claridad extraordinaria,puso a las dos películas ganadoras de los Oscar en su tiempo y lugar, pintando un momento político y social diferente y hasta contradictorio.
Una desafiante esperanza en principio, un cómodo hartazgo en el final es verdaderamente lo que divide las dos visiones que se pueden percibir en cada historia. Un cariñoso saludo
Liliana

Leandro Arteaga dijo...

Muchas gracias por tantos y tan buenos comentarios, Liliana. Haber contado con la presencia de Puenzo -¡más la de Emilio!- en el programa es y será uno de los mejores regalos que me permite la profesión. Muchos saludos.