lunes, 1 de febrero de 2016

Mustang (2015, Deniz Gamze Ergüven)



Retórica y golpes de efecto


Mustang
(Francia/Turquía/Alemania, 2015)
Dirección: Deniz Gamze Ergüven. Guión: Deniz Gamze Ergüven, Alice Winocour. Fotografía: David Chizallet. Montaje: Mathilde van de Moortel. Música: Warren Ellis. Reparto: Gunes Nezihe Sensoy, Doga Zeynep Doguslu, Tugba Sunguroglu, Elit Iscan, Ilayda Akdogan, Nihal Koldas, Serife Kara, Suzanne Marrot. Duración: 97 minutos
4 (cuatro) puntos

Por Leandro Artega

De esta ópera prima se habla mucho -todavía se lo hará más-, merced a su inclusión en la categoría Mejor Film Extranjero del inminente Oscar. Su temática la vuelve de referencia obligada -el lugar de la mujer en la Turquía actual, tironeada por su recelo a los cambios y el apego a las tradiciones-, aún más por el pulso femenino que guía el relato.
La directora turca Deniz Gamze Ergüven retrata en Mustang la historia de cinco hermanas huérfanas que viven en un pueblo rural, sus edades desbocadas no tardan de entrar en conflicto con los dictámenes del tío y la abuela: retos, golpes, privaciones, colores y músicas matrimoniales, como maneras de situar el lugar que a la mujer corresponde. La casa familiar pasará a convertir sus ventanas en recuadros enrejados. Si la vigilancia interna falla, quienes miren atentos el afuera serán entonces los vecinos o, peor aún, las vecinas.
El entorno de represión que la realizadora recrea es tenebroso. Pero lo compone desde una retórica que incorpora rostros bonitos –las cinco niñas son preciosas-, momentos humorísticos, y golpes de efecto a través de casamientos o muertes, esta última desde un fuera de campo correctísimo, sin intención de mella en el ánimo predispuesto del espectador. Es más, esta situación es un golpe de sorpresa realizado de manera rudimentaria, sin indagar en sentimientos contrariados, sólo desde el contrapunto; tan amable es, en este sentido, el film de Ergüven.
Es decir, la imagen de cine que Mustang desprende es tan prístina, de una construcción narrativa tan previsible, que fácilmente podría ocupar el horario central de las películas televisivas de la tarde. No hace más que contar una historia “terrible”, cuyas comillas el mismo film escribe, atento como está a los recursos que destellan en las pantallas de la narrativa publicitaria. En otras palabras, es una película de buenas intenciones pero fugaz, en donde se impone en la cartelera y las menciones por su temática, mientras que no exhibe nada de artesanía cinematográfica.
En un carril similar, pero desde la historieta, la iraní Marjane Satrapi realizó en Persépolis una obra maestra a partir de su historia personal, de exilio continuo. La mirada de la artista es excelsa, no sólo por atreverse a decir lo que sucede en su país, sino por cómo lo hace: éste es el lugar de fundamento, lo que diferencia su historieta de cualquier otro libro similar.
El caso de Mustang es olvidable, no se trata de ninguna película ejemplar, sino de un film cuya impronta no hace más que acentuar una corrección política que lejos está de problematizar lo que expone. El pleito debiera ser hacia los recursos mismos del medio de expresión, algo que brilla por su ausencia.

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